Gustavo Giovannini: “Stefan Zweig: psicoanálisis y narración literaria”
psicoanálisis” es la de interpretar la “novela en clave” (Schlüsselroman) que el discurso del
paciente va configurando en la terapia. Además, ve en todo sueño un contenido de verdad.
En consecuencia, “Freud parte de un proceso de investigación científicamente exacto,
comparable al que el crítico literario aplica a una obra poética” (Zweig, 1935, 293).
Por otra parte, lo que enferma la psiquis del neurótico freudiano no sería el pasado,
sino más bien el deseo de lo no vivido todavía, un sobrante de vitalidad: “Pues lo que importa
para el diagnóstico de la enfermedad, no son las cosas vividas por el neurótico (…), sino las
que no ha vivido todavía, ese sobrante efectivo no utilizado que le oprime, como algo no
digerida pesa en el estómago” (Zweig, 1935, 302). Efectivamente, lo deseado pero no vivido
como fuente del trauma revela toda su potencia narrativa y sugestión simbólica en la
construcción que Zweig hace de algunos de sus personajes novelescos.
A pesar de la importancia que Zweig le otorga a esta forma de abordaje de los
problemas psicológicos, aparece un segundo punto de ruptura con Freud, mucho más
importante que la cuestión del complejo de Edipo, cuando considera la praxis del diálogo
psicoanalítico y sus posibilidades de curación. El escritor duda de que la aplicabilidad del
psicoanálisis pueda ser masiva y, sobre todo, duda de los efectos de su funcionamiento como
mera “técnica” que actúa por el solo hecho de seguir un método. Para Zweig el psicoanalista
debería estar provisto de unos conocimientos, personalidad y comprensión de lo humano muy
por encima de la media y critica la afirmación de Freud acerca de la relativa facilidad de
manejo y aprendizaje del psicoanálisis (cf. Zweig, 1935, 305-306). En pocas palabras, para
Zweig, la “profesionalización” del psicoanálisis sería prácticamente imposible. Este punto es
aquel en el que el escritor está más alejado de Freud, a quien consideraba su maestro. Su
crítica no se basa en reparos epistemológicos acerca de la consistencia científica del
psicoanálisis, sobre la que aparentemente no tiene dudas. Sin embargo, este cuestionamiento
a la efectividad terapéutica es expresado ante el propio Freud en una carta de 1929: “Quizá
aquello que para usted era lo más importante, el método curativo, para mí hoy ya no es lo
más esencial de la obra” (Freud, Zweig, 51). Freud retoma la conversación sobre esta cuestión
una vez que lee la publicación de Zweig en febrero de 1931. En una carta le advierte, con
irónica elegancia, sobre una comprensión precaria de la técnica psicoanalítica y le reprocha
también que haya casi obliterado en su ensayo la asociación libre, un aspecto fundamental
para entender el método:
Probablemente no me equivoco al suponer que usted era ajeno al contenido de la doctrina
psicoanalítica hasta la redacción del libro. Tanto más reconocimiento merece que desde
entonces la haya dominado tanto. Se lo puede criticar en dos puntos. Casi no menciona la
técnica de la asociación libre, que muchos consideran como la novedad más significativa
del psicoanálisis y que es la clave metodológica de los resultados del análisis, (…) Incluso
su última duda sobre si el psicoanálisis es apto para que la gente común lo practique se
remite a cierto desconocimiento de la técnica. (Freud, Zweig, 57-58).
Aunque este desacuerdo entre el creador del psicoanálisis y el novelista no minó la
relación amistosa que se mantuvo hasta el exilio y muerte de Freud, sí generó una polémica
en el círculo psicoanalítico. La biografía de Zweig no fue bien recibida, las reacciones
variaron desde el silencio hasta la crítica abiertamente hostil (cf. Sharvit 33-34). En gran