Ottmar Ette
ette@uni-potsdam.de
Universität Potsdam
Traducción: Adriana Massa
Este artículo parte de la constatación de que la época de la literatura mundial, la Weltliteratur, que Johann Wolfgang von Goethe anunció en sus Conversaciones con Eckermann ha llegado a su etapa final en la cuarta fase de globalización acelerada y se abre, por fin, para el siglo XXI a la época de las Literaturas del Mundo (Literaturen der Welt ). En este nuevo contexto descentralizado y según lógicas diferentes, estas Literaturas del Mundo (el término se encuentra en la obra de Erich Auerbach) incluyen no solo las literaturas globalizadas y transregionales, sino también las literaturas sin residencia fija, cuya importancia no ha dejado de crecer en las últimas décadas. Situada en este nuevo paisaje literario, América Latina ocupa una posición única. Teniendo en cuenta la historia cultural y política del hemisferio americano, este artículo analiza las condiciones y oportunidades específicas de las literaturas latinoamericanas en el contexto polilógico de las Literaturas del Mundo.
Palabras claves : literatura mundial- Literaturas del Mundo- literaturas sin residencia fija.
World Literatures and the Role of Latin America: Towards a New Understanding of Global Literary Circulation under the Sign of Transareal Studies
This article starts from the observation that the era of world literature, the Weltliteratur, which Johann Wolfgang von Goethe announced in his Conversations with Eckermann, has reached its final phase in the fourth phase of accelerated globalization, and is finally opening up in the 21st century, to the era of the Literatures of the World ( Literaturen der Welt). In this new, decentralized context, and according to different logics, these Literatures of the World (the term is found in Erich Auerbach's work) include not only globalized and trans-regional literatures, but also literatures without a fixed abode, whose importance has not ceased to grow over the last decades. Situated in this completely new literary landscape, Latin America occupies a unique position at global level. Taking into account the cultural and political history of the American hemisphere, this article analyzes the specific conditions and opportunities of Latin American literatures in the polylogical context of World Literatures.
Keywords : World Literature - Literatures of the World- Literatures without a fixed abode.
Los/as escritores/as latinoamericano/as y la tradición
Al final de la actual fase de globalización acelerada, que comenzó en los años ochenta del siglo XX y finalizó en la segunda década del siglo XXI, probablemente, sea el momento de hacer un balance y preguntar por los múltiples desarrollos que se han producido en el campo de las literaturas del mundo [1] . En este sentido, es importante reflexionar, dentro de este sistema todavía nuevo, sobre el papel específico de aquellas literaturas que comúnmente denominamos “literatura latinoamericana” y que más bien deberíamos designar como las literaturas de Latinomérica.
Ya a mediados del siglo XX, mucho antes de la fase de globalización acelerada que había llegado a su fin en el cambio del siglo XX al XXI, el escritor argentino Jorge Luis Borges llegó, en su famoso ensayo “El escritor argentino y la tradición”, a una conclusión solo a primera vista paradójica en relación con la cuestión de la tradición nacional:
¿Cuál es la tradición argentina? Creo que podemos contestar fácilmente y que no hay problema en esta pregunta. Creo que nuestra tradición es toda la cultura occidental, y creo también que tenemos derecho a esta tradición, mayor que el que pueden tener los habitantes de una u otra nación occidental (Borges 135).
La respuesta a la cuestión nacional fue así la referencia general a la tradición occidental que, particularmente, el escritor argentino comprendió y, al mismo tiempo, incorporó como ningún otro. De esta manera, lo nacional se presenta como literatura mundial, una peculiar constelación, ya que el concepto de literatura mundial de Goethe surgió, en el contexto de la literatura en lengua alemana, en fuerte competencia con el concepto de literatura nacional acuñado anteriormente. Sin embargo, después de justificar la creatividad específica de los artistas judíos en la cultura occidental y de los escritores irlandeses en la literatura inglesa, con la referencia a su sentimiento de la propia condición de estar afueray adentro (Außerhalb- und Innerhalbbefinbdlichkeit), el autor de Ficciones añadió:
Creo que los argentinos, los sudamericanos en general, estamos en una situación análoga; podemos manejar todos los temas europeos, manejarlos sin supersticiones, con una irreverencia que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas (Borges 136)
Resumamos brevemente las consideraciones del gran argentino. En relación con la tradición literaria argentina, Jorge Luis Borges señala lo que podría designarse como la “trampa nacional” de una clasificación voluntaria o también forzada. Para ser argentino, uno no debiera precisamente dejarse reducir a lo que comúnmente se considera “argentino” y, en consecuencia, no debiera simplemente colorear todo con el color local argentino. De manera críptica, Borges se refirió a que en el libro árabe par excellence , el Corán, por supuesto que no hay camellos —y es precisamente esta ausencia de camellos lo que deja en claro y demuestra que, efectivamente, se trata de una obra árabe. Un falsificador árabe, un turista o un nacionalista, en cambio, se habrían asegurado de que este extraordinario libro estuviera plagado de camellos: “caravanas de camellos en cada página” (Borges 133). Para nuestro argumento no interesa en realidad que, de hecho, en el Corán hay camellos que el falsificador Borges no pudo eliminar a tiempo. Más bien, el factor decisivo es que también se puede ser argentino sin preocuparse por el color local —o lo que desde afuera se entienda por tal. La ventaja del argentino parece ser así un cierto sentimiento simultáneo de estar afuera y adentro (Außerhalb- und Innerhalbbefindlichkeit).
Se sabe que las discusiones y los debates que tuvieron lugar en torno a las consideraciones de Borges en las décadas siguientes han llenado bibliotecas de Babel enteras. Sin embargo, para Borges todavía existía una unidad fundamental de la cultura occidental, de occidente o del oeste respectivamente: estaba especialmente encarnada en las tan diferentes literaturas de Europa que Borges leía con cierta debilidad por el norte. Como consecuencia del legado romántico, que, sin duda, resuena en estas formulaciones y que, al mismo tiempo, se basaba en el concepto de una literatura mundial homogénea en el sentido de Goethe, Borges vio al escritor argentino o sudamericano confrontado con una tradición de la literatura occidental que solo podía ser entendida y comprendida como totalidad desde una posición externa. Las consecuencias creativas de tal concepción fueron y son evidentes.
Sin embargo, desde mi perspectiva, debe enfatizarse que los puntos de vista esenciales y sus presupuestos en este ensayo literario fundamental hace ya mucho que no son actuales y apropiados. Pues, el sistema literario de la literatura mundial hace tiempo que se ha convertido en histórico y ha dado paso a otro sistema al que podemos denominar como el de las literaturas del mundo. El concepto de literatura mundial de Goethe, que es en gran parte incomprensible si no se tienen en cuenta los desarrollos a principios del siglo del Romanticismo en Alemania, persistió sin duda durante todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX y puede entenderse tanto como una práctica de la actividad literaria, como también una conceptualización teórica del establecimiento de un sistema literario global. La práctica y la concepción de dicha literatura mundial se volvieron frágiles y cuestionables en el transcurso del siglo XX y, a más tardar a principios del siglo XXI, ya definitivamente en un concepto histórico que describe un sistema literario mundial del pasado.
En lugar de esta literatura mundial han surgido, bajo el signo de desarrollos globales, las literaturas del mundo transareales [2] y polilógicas que ya no pueden ser concebidas y comprendidas o clasificadas conceptualmente desde un único centro. Estas literaturas del mundo, en su creciente diferenciación en literaturas francófonas, anglófonas, hispánicas y lusófonas, cada una con sus propias lógicas, en la medida en que se han transformado en un sistema multilógico altamente móvil y rápidamente cambiante, al igual que las literaturas sin residencia fija (o, también, una literatura judía escrita y difundida en todo el mundo), se han convertido en un componente de nuestra práctica literaria actual que atraviesa este sistema, por así decirlo, y, cada vez más, de nuestra ocupación teórica con las literaturas a escala mundial.
Con esto, también el ensayo de Jorge Luis Borges se ha vuelto histórico desde hace mucho tiempo, aun cuando todavía se le pueden atribuir fuerzas creativas, productoras de textos. Sin embargo, en cuanto concepción enraizada en el Romanticismo y anclada en el sistema de la literatura mundial, hace mucho que está desactualizado y ha pasado a la historia. Por lo tanto, es importante desarrollar nuevas perspectivas que delimiten el papel y la posición específicos de América Latina en el complejo sistema de las literaturas del mundo. Para ello, es necesario realizar primero un análisis de la transición de la literatura mundial a las literaturas del mundo para, a partir de tal posición, poder prever qué posibilidades y oportunidades ofrecen las literaturas de América Latina hoy y en las próximas décadas, antes de una quinta fase de globalización acelerada —que, probablemente, estará bajo el signo de China.
Coolitude, setting the first stone of my memory of all memory, my language of all languages, my part of the unknown, laid down by many bodies and many stories in my genes and on my islands.
It is the song of my love for the ocean and for travel, the Odyssey still unwritten by my sea-faring people, and my deckhands will speak for those who erased the borders to expand the land of mankind (Torabully 7) .
Con estas palabras formuladas poéticamente en inglés, el poeta, cineasta y teórico cultural Khal Torabully [3] , quien nació en 1956 en Port Louis, Mauricio, y provenía de una familia que inmigró a la isla desde India, invoca un mundo que es capaz de contar otra odisea y probablemente una más lejana, no limitada al Mediterráneo. Ya desde los años ochenta del siglo pasado, el autor, que escribe en varios idiomas, pero sobre todo en francés e inglés, desarrolla el proyecto de esaCoolitude que se celebró en mayo de 2018 en un gran Festival de la Coolitude con numerosas lecturas, conferencias y performances, pero no en la isla del Océano Índico, sino a miles de kilómetros de distancia, en la isla caribeña de Guadalupe.
No en vano el proyecto literario y teórico-cultural de la Coolitude, según deja en claro la frase “my islands”, está orientado hacia las islas y, de ese modo, estructurado archipiélicamente o transarchipiélicamente. Se trata de islas que están conectadas entre sí en todo el mundo y que, naturalmente, también incluyen los mundos insulares americanos. No solo las relaciones transarchipiélicas entre Mauricio y Guadalupe, entre el Océano Índico y el Caribe, sino también los diversos orígenes de los y las poetas, artistas y académicos y académicas que participan en este gran festival llaman la atención sobre las dimensiones globales de la comprensión de la literatura y de la cultura, que —como indican los párrafos citados al comienzo— están compuestas de pluralidades y construidas sobre pluralidades. Es un proyecto transareal global.
Pues, la teoría y la práctica poética de la Coolitude significan mucho más que el largo tiempo casi sumergido, olvidado y oculto por la historiografía metropolitana de la historia migratoria de todos esos coolies que procedían de la India, China y tantas otras partes del mundo y que como trabajadores contratados y asalariados baratos fueron desplazados por todo el planeta a fines del siglo XIX y principios del XX en una fase de globalización hace mucho tiempo devenida en histórica. Ya las migraciones de los coolies históricos conectaban a la India y a China y sus mundos insulares de ultramar con las Américas de manera muy estrecha, y hacían que Asia estuviera presente en las Américas.
Sin duda, estos trabajadores asalariados, que fueron más bien deportados que transportados y que reemplazaron como mano de obra barata a los esclavos negros traídos brutalmente de África en barcos de esclavos superpoblados, representan una historia de migración y transmigración de la humanidad (mankind) que está lejos de haber terminado. Especialmente después del fin de nuestra actual fase de globalización [4] acelerada, podemos evaluar en qué medida los flujos migratorios han aumentado en fuerza y vehemencia en todo el mundo y también vuelven a poner el foco en la Unión Europea. Los coolies son paradigmáticos de estos movimientos y procesos migratorios históricos, pero, también, de los movimientos recientes.
En la literatura de la Coolitude de Khal Torabully nos encontramos con un mundo en el que una historia del movimiento cargada vectorialmente ha ocupado desde hace mucho tiempo el lugar de una historia del espacio. Pues una historia del espacio ya no hace justicia a las circunstancias actuales. En ella no hay fronteras territoriales fijas, pero hay fronteras que se reconfiguran y multiplican constantemente y para diferentes grupos poblacionales. Los conceptos estáticos de lo territorial, lo continental y lo continuo se transforman por formas de pensamiento de un movimiento incesante en el que constantemente nuevas movilidades, tanto los mundos insulares que se extienden por todo el planeta como las discontinuidades omnipresentes, permiten una nueva comprensión de los fenómenos actuales tanto en las literaturas como en las culturas del mundo. Todo está en constante movimiento: los hombres, las lenguas, las fronteras, las culturas.
El hecho de que las cuestiones de la globalización jueguen aquí siempre un papel central puede no sorprender en el caso del escritor de Mauricio que se doctoró en Lyon con una tesis sobre la semiología de lo poético y fue miembro fundador de un grupo de investigación francés sobre los fenómenos de la globalización ( Groupe d'Etudes et de Recherches sur les Globalisations, GERM). Muchas de las frases citadas al comienzo recuerdan a uno de los grandes premios Nobel de literatura del Caribe, a Derek Walcott, y su obra principal Omeros [5] , asimismo inspirada en Homero, en cuyo épico canto se vislumbra un mundo-isla, de cuyo estar-aislado (Isoliert-Sein) surge, como en un fractal del mundo, un mundo entero. Al mismo tiempo, surge de este mundo-isla cerrado un mundo de islas que abarca todo el mundo y en el que las auto-lógicas de lo insular están vinculadas en una relacionalidad mundial y en el microcosmos (literario) evocan el macrocosmos [6] . La isla es el mundo y un mundo de islas al mismo tiempo. También en lasislands de Khal Torabully, las islas se convierten en fractales del mundo en los que las literaturas del mundo son capaces de hacer oír tanto la Odisea homérica como las Odiseas nunca escuchadas hasta ahora. Pues la Odisea se ha pensado durante mucho tiempo en plural y se ha asentado en todo el mundo entre continentes, archipiélagos e islas más allá del Mediterráneo, que sigue siendo escenario de sangrientas migraciones.
Después de la literatura mundial
El concepto de literatura mundial, concebido decisivamente por Goethe, que desde sus inicios se había erigido polémicamente contra la literatura nacional (que avanzaba en aquel momento), no fue de ningún modo elaborado como una entidad tanshistórica. La muy discutida declaración de Goethe del 31 de enero de 1827 subraya, desde el principio, una temporalidad pensada epocalmente en la que el creador del Fausto se afirma en un principio, como se expresa en los giros de la frase transmitida por Eckermann: “La literatura nacional ya no significa mucho hoy, es el momento de la época de la literatura mundial, y todos deben trabajar ahora para acelerar esta época” (Eckermann 211). Goethe, el entusiasta interlocutor de Alexander von Humboldt, había reflexionado mucho sobre la globalidad de su tiempo en el contexto del comercio y el tráfico mundial. El hecho de que haya utilizado dos veces el término “época” en esta conocida frase debería hacernos reflexionar.
La duradera productividad del concepto de literatura mundial acuñado por Goethe está fuera de toda duda. Captar y comprender la época de la literatura mundial, concebida desde Weimar como una nueva época, como una concepción que se ha vuelto sumamente fructífera tanto históricamente como en términos de estética literaria, y en qué medida ha sido eficaz tanto teórica como prácticamente en el contexto de varias fases de globalización acelerada mucho más allá del ámbito de habla alemana, de ninguna manera significa entender la literatura mundial como una forma-de-ser ( Seins-Weise) de la literatura que traspasa épocas muy diferentes. Como época, la literatura mundial no solo tiene un comienzo, sino también un final. Como concepción, está determinada históricamente y, de ninguna manera, está contorneada transhistóricamente.
Desde la perspectiva actual, la época de la literatura mundial apostrofada por Goethe debe entenderse como una fase histórico-literaria evidentemente terminada, que ha llegado a su fin [7] . Si la literatura mundial, incluso en las expresiones de Goethe, no puede ser pensada conceptual e históricamente sin el proceso de globalización de la época, entonces también este concepto se ha vuelto histórico en el sentido de que en su haber llegado a ser histórico ( historisches Gewordensein) y debe abrirse a los problemas de los fenómenos de globalización actuales y a los procesos transculturales asociados a ellos. En consecuencia, la literatura mundial ya no dice mucho hoy: todos los intentos de reactivación a lo largo de la historia me parecen condenados al fracaso.
Pues el hecho de que una literatura mundial, como fue concebida desde Weimar, desde Alemania, desde Europa, haya llegado a ser histórica ( historisches Gewordensein) no la protege de los desarrollos de un llegar a ser historia (Historisch-Gewordensein) que, después de la época de la literatura mundial y, sobre todo, en la conciencia del efecto continuo de esta constelación [8] tan influyente, tiene que esforzarse por desarrollar nuevos modelos de comprensión multilógicos que ya no sigan más los modelos de inspiración predominantemente histórico-espaciales, sino sobre todo los modelos inspirados en la historia del movimiento. En este contexto epistémico, el término de “literatura mundial”, en sentido conceptual, necesita una traducción y reestructuración para el presente y el futuro del hacer filológico —también, y especialmente, para el ámbito de una filología crítica consciente de su propia historia de origen europeo [9] . De igual manera, el concepto mismo de filología ya no puede pensarse más de manera europea-occidental, sino que en el futuro tendrá que incluir las líneas de tradiciones asiáticas, especialmente las chinas.
Por lo tanto, hoy es urgente dejar de hablar de literatura mundial en un sentido orientado completamente hacia las formas y normas de Europa, sino que hay que hablar de las literaturas del mundo en una comprensión abierta, multilógica, y desarrollar aún más este concepto con sus consecuencias. Esta pluralización de las “literaturas” destella ya en el artículo de Erich Auerbach, “Filología de la literatura mundial”, publicado por primera vez en 1952, siguiendo explícitamente a Goethe. En su ensayo programático, que en cierto modo continúa críticamente su obra principal escrita en el exilio en Estambul, Mimesis. La representación de la realidad en la literatura occidental , Auerbach, quien con razón se llamó a sí mismo un “humanista de cuño goetheano” (Auerbach Gesammelte Auf. 304), desarrolló la idea de una filología futura que —en el contexto histórico de la Segunda Guerra Mundial y la Shoah, pero todavía con un gesto de obligación hacia Goethe— ya no podía ni quería ser la filología de una literatura nacional. Como romanista, no le era ajena tal orientación.
¿Cómo habría podido extenderse nuevamente cotidianeidad en Alemania un nacionalismo con todos sus ingredientes culturales después de la época de barbarie del nacionalsocialismo? Al exiliado Erich Auerbach, semejante idea, que hoy en su descarada, irreflexiva y desconsiderada casi se nos ha vuelto familiar, le parecía absurda. El camino hacia el futuro le parecía, por lo tanto, que llevaba de nuevo a Goethe.
Sin embargo, y quizás por cierta incomodidad en relación con el discurso adoptado por la “literatura mundial”, pero quizás aún más por la percepción de una insuficiencia teórica, aparece en Erich Auerbach una estructura plural que, en realidad, desaparece inmediatamente y no adquiere ningún estatus conceptual. Pues, en la “Filología de la literatura mundial” de Auerbach de 1952, casi de repente, se habla del conocimiento de Goethe de “las literaturas del mundo” (Auerbach Gesammelte Auf. 302). ¿Percibió Auerbach el potencial teórico y creativo que está presente en esta formulación? ¿Podía ya prever que la filología de las literaturas del mundo que había concebido podría un día abrir el camino a una filología de las literaturas del mundo que en nuestros días —para tomar el giro de Goethe— ya “es el momento” de realizar?
En cualquier caso, el autor de Mimesis, al mencionar por su nombre a Vico y a Herder, atribuye el éxito de la filología en su conjunto a haber hecho de “la adquisición de una concepción del hombre uniforme en su diversidad” (Auerbach Gesammelte Auf. 302, énfasis propio) su verdadera tarea. Este movimiento, característico tanto de la filología como de la literatura mundial, pero también de la filología de la literatura mundial de Auerbach, lleva de la diversidad a la uniformidad de una concepción y es claramente reconocible aquí en su gesto consciente de unidad. El elemento de una pluralidad y aún más de una diversidad por medio de la multiplicación de puntos de vista solo destella brevemente en el texto de Auerbach, sin dejar huellas más profundas. Pero ¿puede todavía una idea de la literatura mundial centrada de esta manera en un punto de vista europeo, “occidental”, hacer justicia a la complejidad y estructura polilógica de las literaturas del mundo conceptual y metodológicamente?
La respuesta a esta pregunta, desde el punto de vista tanto estético-literario como teórico- cultural actual, debe ser necesariamente negativa. Pero ¿qué sigue después de la época de la literatura mundial?, ¿qué viene después del concepto de literatura mundial? ¿Y qué pluralidades de esas literaturas del mundo podrían desarrollarse prospectivamente desde la perspectiva actual de manera tal que, con astucia filológica multilógica, se pueda abrir la carga históricamente acumulada de una literatura mundial occidentalmente anclada y centrada en el deseo del conocimiento de una diversidad de literaturas conformada transculturalmente?
Un primer punto de partida para una respuesta creativa y orientada al futuro a todas estas preguntas debería ser un análisis históricamente fundamentado de la era actual como una era de redes condicionada relacionalmente [10] . Decisivo para una sólida comprensión de la formación de las aún hoy fácilmente observables estructuras asimétricas [11] , así como de estructuras fundamentalmente abiertas en el nivel de las literaturas del mundo, debiera ser el registro lo más preciso posible de una historia de la globalización, no solo desde una perspectiva histórica, sino sobre todo desde una perspectiva literaria y estética. Pues las literaturas del mundo no solo son las que nos dan una idea de la “realidad representada” (para usar la fórmula de la mimesis de Auerbach), sino también, la representación de una realidad vivida y experimentada, una realidad re-experimentable y a veces incluso vivible y, por lo tanto, abren el acceso a una globalización experimentada, ya convertida en experiencia cotidiana. La globalización pierde así su carácter abstracto, incluso imaginario [12] , y su procesualidad puede ser re-experimentada estéticamente por medio de la literatura. En esta capacidad de ser re-experimentadas residen la fuerza y el poder estético de las literaturas del mundo.
Estas literaturas del mundo atraviesan los milenios y las lenguas, atraviesan las culturas y los sistemas de escritura y signos utilizados por ellas, nos presentan las formas de vida y las normas de vida de las más diversas relaciones de poder político y órdenes económicos, de las más variadas configuraciones biopolíticas y sociales, por lo que sus respectivos universos discursivos no están científicamente disciplinados y, por lo tanto, culturalmente fijados, sino que son formas simbólicas de expresión que desafían cualquier disciplinamiento. Las filologías que se ocupan de estos textos no solo recurren al conocimiento especializado que surge de su respectiva tradición dentro de una determinada filología (por ejemplo, occidental o china), sino también, a ese conocimiento que se puede encontrar en las más diversas formas de expresión del conocimiento de la vida, de la experiencia, de la supervivencia o el conocimiento de la convivencia tal como puede encontrarse tanto en la epopeya mesopotámica de Gilgamesh como en el antiguo Shi Jing chino, en los mundos narrativos que se remontan a las antiguas tradiciones indias en Las mil y una noches o en las condensadas formas japonesas del haiku.
Filología significa tratar, al menos, estos dos sistemas de conocimiento que se relacionan entre sí, tanto de forma crítica como creativa. En consecuencia, las filologías no solo dan a luz un conocimiento sobre, sino también, un conocimiento con y a través de; disponen, pues, de un complejo conocimiento de la vida que, en el sentido de una filología de las literaturas del mundo, nunca puede reducirse a una sola lógica. La particularidad de la(s) filología(s) es que ella(s) misma(s) forma(n) parte de las prácticas de escritura que investiga(n).
La complejidad de las literaturas a escala mundial impone, sin duda, exigencias especiales precisamente a aquellos filólogos y a aquellas filólogas que se ocupan de las literaturas del mundo en contextos transareales, es decir, contextos que atraviesan y conectan diferentes áreas culturales entre sí. Sobre todo, la cuarta y entretanto ya concluida fase de globalización acelerada, iniciada a mediados de los años ochenta del siglo XX, ha demostrado inequívocamente la manera creativa en la que se han desarrollado las estructuraciones literarias mundiales abiertas y que no se ha llegado a esa homogeneización y uniformidad de las literaturas, las lenguas y culturas que Erich Auerbach temía y profetizó al final de Mimesis, probablemente la obra más importante de la romanística alemana en el siglo XX. El hecho de que esta profecía afortunadamente no se haya cumplido puede mostrar cuán fuertes son no solo las fuerzas de homogeneización centrípetas, sino, sobre todo, con cuánta vehemencia participan las fuerzas centrífugas de la diferencia y otras diferenciaciones dentro de este proceso dialéctico y contribuyen a desarrollarlo más ampliamente.
El desarrollo de tales interrelaciones transareales y transculturales, que no solo se hallan bajo el signo de la transferencia, sino, sobre todo, de la transformación mutua, hace mucho que ya no puede garantizar una comprensión adecuada de la complejidad de los procesos tanto estético-literarios como histórico-literarios actuales con auxilio del concepto de literatura mundial. Pues hoy se trata de la copresencia, la combinatoria y la convivencia de diferentes lógicas simultáneas dentro de lo que aquí se designa con el término y el concepto de literaturas del mundo. Sin embargo, antes de profundizar en el papel específico de las literaturas latinoamericanas, son necesarias algunas complejizaciones adicionales.
Si, desde la perspectiva de una historia literaria de la globalización, nos ocupamos de todos esos procesos de política de poder y militares, así como de los socio-culturales, los de política vital y lingüística, y también de los histórico-literarios que caracterizan las diversas fases de la expansión global europea desde finales del siglo XV [13] , es fácil demostrar que en la primera fase de globalización acelerada bajo el liderazgo de los países ibéricos, España y Portugal, que habían avanzado hasta convertirse en potencias mundiales, se globalizaron tres lenguas europeas: el portugués, el español y el latín [14] . La globalización de estas tres lenguas occidentales no debe imaginarse como un proceso extensivo, cuasi territorial, sino más bien como uno que estuvo (y está) marcado por enormes discontinuidades y dislocaciones espaciales y sociales.
Si observamos el primer mapamundi de la época moderna temprana en el verdadero sentido de la palabra, la llamada Carta de Juan de la Cosa del año 1500, llama la atención que, por razones obvias, no solo falta Australia, sino también subcontinentes enteros como la India, mientras que, por el contrario, los archipiélagos de las Islas Canarias, de Cabo Verde o de las Azores, los mundos de islas del Caribe están dibujados con asombrosa precisión, incluso hasta en el más mínimo detalle. Las banderas de las potencias europeas rivales indican que, ya en los primeros años de la primera fase de globalización, la discontinuidad de las estructuras de las islas y los archipiélagos fue de gran importancia, de modo que la complejidad resultante de los desarrollos culturales, sociales y económicos puede imaginarse menos como continua en términos de superficie que discontinua en términos de islas. Con esto nos encontramos ya tempranamente con redes de relaciones altamente dinámicas de carácter global.
Mientras que en la segunda fase de globalización acelerada en el transcurso de la segunda mitad del siglo XVIII, Inglaterra y Francia ocuparon cada vez más el lugar de las potencias mundiales ibéricas y, al mismo tiempo, el inglés y el francés se incorporaron a las lenguas globalizadas, en la tercera fase de globalización acelerada en el último tercio del siglo XIX, no se añadieron más lenguas globalizadas desde Europa, sino que, más bien, una primera potencia mundial no europea, los Estados Unidos, con características europeo-anglosajonas, comenzó a demostrar cada vez más su superioridad como global player tanto económica como militarmente en el Caribe y el Pacífico.
En este movimiento de expansión procedente del continente americano desempeñaron también un papel decisivo archipiélagos como Filipinas, las Antillas y los mundos de islas del Pacífico Sur. De este modo, las relaciones transarchipiélicas entre diferentes mundos de islas y los territorios continentales intermedios continuaron aumentando en importancia, un hecho sobre el que ya hemos llamado la atención en el contexto de la “dispersión” mundial de los coolies de India o China a través de los mundos de islas y continentes del Pacífico y del espacio circumpacífico, a través tanto de las posesiones caribeñas y cincuncaribeñas como de las atlánticas. Sin embargo, sus migraciones y deportaciones siguen las huellas de esa esclavitud controlada desde Europa que, a principios del siglo XVI, moldeó inicialmente los flujos comerciales transatlánticos, pero que pronto practicó la inhumanidad de la esclavitud a escala global [15] . Estas dinámicas transarchipiélicas están almacenadas en las literaturas del mundo no solo en Mauricio o Santo Tomé, Filipinas o Cuba, Santa Lucía o Guadalupe, Cabo Verde o los mundos de islas del Atlántico Norte: sus vías y vectores son hasta hoy omnipresentes en las literaturas del mundo de habla francesa, española, portuguesa e inglesa.
Después de la creciente eliminación del latín como lengua de la educación, de la ciencia y de la administración, tanto en Europa como en las colonias de ultramar de las mencionadas potencias europeas, a causa del rápido avance de las diversas lenguas vernáculas tanto en las metrópolis [16] como en sus posesiones coloniales, se formó una diversidad lingüístico-cultural cada vez más compleja, dentro de la cual se establecieron otros procesos de diferenciación transareal. Como resultado, en las áreas de habla hispana, portuguesa, francesa e inglesa se cristalizaron auto-lógicas surgidas transversalmente a los movimientos independentistas y descolonizadores que tuvieron lugar en diferentes momentos, las cuales se hicieron incluso cada vez más poderosas y visibles en el transcurso del siglo XIX y sobre todo del XX, como así también se intensificaron en la cuarta fase de globalización acelerada. Las lenguas de la globalización europea, en su diversidad, se habían convertido desde hacía mucho tiempo en una parte importante del sistema de las literaturas del mundo.
Dentro de las redes de relaciones, tanto transatlánticas como transpacíficas, de las cuatro lenguas globalizadas desde el principio se han desarrollado corrientes tradicionales propias en las respectivas literaturas. El énfasis que a continuación se hace en las auto-lógicas de la hispanofonía o la lusofonía, de la francofonía o la anglofonía no significa en modo alguno que con ello se esté a favor de una absoluta autonomía de las áreas respectivas. Las literaturas de lengua inglesa o francesa, como las de habla portuguesa o española, no deben entenderse como áreas literarias aisladas unas de otras, ya que una intertextualidad global constituye el corazón palpitante tanto de la literatura mundial que se ha convertido en histórica, como de las actuales literaturas del mundo. Se trata, en consecuencia, de investigar tanto las auto-lógicas como las complejas interacciones de este sistema literario y examinar su desarrollo histórico.
A lo largo de los siglos, se han desarrollado, más bien, relaciones literarias extremadamente estrechas e inicialmente dependientes que conectan a las literaturas europeas de distintas lenguas y, en particular, a aquellas literaturas surgidas de la herencia latina común. Por lo tanto, hay buenos motivos para la existencia de una romanística que, sin embargo, hasta ahora ha aprovechado poco sus oportunidades a escala mundial [17] .
No hace falta decir que las literaturas del mundo actuales aún contienen esa asimetría de relaciones que trajo consigo el surgimiento de un sistema de literatura mundial: las literaturas del mundo no son una creatio ex nihilo ni una construcción teóricamente equilibrada surgida de un tablero de dibujo, sino que tienen una prehistoria marcada por agudas asimetrías de poder. En ellas se conserva y almacena su llegar a ser histórico (historisches Geworden-Sein), que incluye, también, la preparación y la formación de la época de la literatura mundial. En el plano económico, comercial y distributivo, estas desigualdades son evidentes en la actualidad y no deben ser eludidas: las asimetrías del mercado configuran también el marketing actual de una literatura mundial [18] , que se administra e impulsa desde unos pocos centros en los Estados Unidos y Europa. Estas estructuras ocultan, reiteradamente, los desarrollos y las auto-lógicas que se van a desarrollar en este ensayo. Por supuesto, esto no significa que las asimetrías que se ajustan al mercado y son comercializables puedan dominar el desarrollo de las literaturas del mundo in the long run. Sin embargo, las migraciones de autores y de autoras de zonas marginales a los centros mundiales de la literatura desempeñan sin duda un papel importante en el reconocimiento, la consagración y la difusión de sus obras.
En este contexto, además de las literaturas nacionales individuales que, por supuesto, no han desaparecido en absoluto, sino que siempre han de ser incluidas en el estudio científico de las literaturas del mundo, se han desarrollado, por ejemplo, en el campo de las literaturas europeas, redes de relaciones que ya no permiten comprender la “literatura europea” separada de sus desarrollos no europeos. Las literaturas del barroco, por ejemplo, están lejos de ser un fenómeno puramente europeo. Por supuesto, no solo hay una Ilustración en Francia, sino también, en el mundo francófono; no solo un Romanticismo en España, sino también, en las Américas de habla hispana o en las Filipinas. Las vanguardias históricas florecieron no solo en Portugal o Inglaterra, sino quizás aún más en Brasil o Estados Unidos. Desde finales del siglo XIX, a más tardar, los desarrollos literarios y estéticos en los países no europeos han tenido repercusiones directas en las propias literaturas europeas e incluso —como lo muestra el ejemplo del Modernismo hispanoamericano— pueden tener un efecto ejemplarizante en ellas.
Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que quizás las literaturas de Europa —y también un constructo como la “literatura europea”— no consisten únicamente en relaciones literarias a nivel literario nacional y supranacional. Al igual que las literaturas del mundo, las literaturas de Europa no son la simple suma de sus respectivas partes; más bien, marcan un salto cualitativo que en su relacionalidad va mucho más allá de una adición. Por otra parte, tanto las literaturas globalizadas como las no globalizadas, las regionales como las locales, deben incluirse en una comprensión integral si se quiere entender la diversidad y diferenciación de toda la red de relaciones literarias a nivel global o en el microcosmos de Europa [19] .
En este punto de nuestras consideraciones, elijamos una escala espacial aún menor y un ejemplo nacional que pueda ser representativo de un modelo literario multilingüe y escrito en muchas lenguas. La literatura suiza, entonces, —por nombrar solo un ejemplo que es multilingüe en un área muy compacta, pero de ninguna manera inusual— participa de una compleja situación archipiélica en un espacio literario francófono globalizado tanto en el nivel de una francofonía europea como en el de las literaturas en lengua alemana que trascienden las fronteras nacionales. La literatura suiza participa tanto de la literatura en lengua italiana como de una literatura regional en lengua retorromance que trasciende las fronteras territoriales en la región alpina, y que, a su vez, mantiene estrechas relaciones de intercambio con la literatura ladina y friulana. además, la literatura suiza ha desarrollado, por debajo del nivel de las literaturas regionales, por así decirlo, una forma de expresión literaria local con la lengua literaria del bolze — que se ha cultivado durante siglos y que todavía se mantiene en la ciudad baja de Friburgo en Suiza— que se basa tanto en un patois francés como en dialectos alemánicos. En este sentido, la literatura suiza solo es un ejemplo de cuán complejas son las combinatorias y convivencias de lo que podemos llamar una literatura en el corazón de Europa: una literatura que puede entenderse como un modèle réduit, una mise en abyme, y, por lo tanto, un fractal de la literatura europea. Estos desarrollos multilógicos son importantes, incluso cruciales, pero no aparecen bajo la etiqueta comercializable de “literatura mundial”.
A escala global, pero ciertamente en un contexto de pensamiento fractal de autosimilaridad en el sentido de Benoît Mandelbrot [20] , existen diferencias significativas entre las lenguas literarias globalizadas que llaman nuestra atención tanto sobre las auto-lógicas como sobre las dinámicas de las respectivas literaturas. La francofonía , por ejemplo, sigue teniendo un espacio literario monocéntrico y orientado hacia la “capital del siglo XIX” [21] , hacia la que, a pesar de toda su relativa independencia, tienden a orientarse las literaturas en lengua francesa de Oriente Medio o África, Haití o Canadá [22] . Las/os autoras/es francófonas/os de Argelia o Martinica, de Québec, Mauricio o incluso de Suiza y Bélgica intentan publicar en las editoriales parisinas siempre que sea posible, aun cuando siempre se pueden reconocer desarrollos especiales en relación con segmentos de público específicos en este ámbito de política editorial. París no ha perdido de ninguna manera su papel dominante en la francofonía, aun cuando la capital francesa ya no tiene el mismo atractivo universal que tuvo hasta finales de los años ochenta.
La lusofonía también muestra una tendencia inequívocamente monocéntrica, pero aquí hace mucho que el centro dejó de estar alineado con Portugal, la antigua potencia colonial, y lo está, en medida mucho mayor, con Brasil, antigua colonia americana. Que se trata de un sistema complejo y altamente dinámico lo demuestra el hecho de que siempre se pueden establecer nuevos campos de juego de las relaciones literarias lusofónas que, a partir de un concepto de literatura abierto, reclaman nuevas posiciones dentro de una relacionalidad global [23] .
Así, un grupo de escritores y editores presentó, en junio de 2018, por segunda vez su “Festival de Literatura-Mundo do Sal” lusófono en la isla caboverdiana de Sal, en la encrucijada, por así decirlo, entre África, América y Europa, en el que los autores y las autoras de Angola o Mozambique, de Brasil o Portugal, y, sobre todo, de las distintas islas del archipiélago, se presentaron a sí mismos. De esta manera se manifiestan desarrollos que muestran al espacio literario lusófono en un posible camino hacia un sistema multipolar y quizás aún más policéntrico. El festival de esta literatura-mundo lusófona sigue gozando de una gran popularidad y, sin duda, dará importantes impulsos al trabajo en red recíproco de las literaturas lusófonas.
Un sistema policéntrico se ha formado —aunque de formas muy diferentes y con el trasfondo de procesos sociohistóricos y económicos de naturaleza completamente distinta—tanto en la anglofonía como en la hispanofonía. Mientras el mundo literario en lengua inglesa tiene sus verdaderos centros en Londres y, especialmente, en Nueva York, desde donde inequívocamente se orquestan las literaturas en lengua inglesa del mundo, en la hispanofonía se han desarrollado, desde finales del siglo XIX y, por lo tanto, desde la tercera fase de globalización acelerada, estructuras dentro de las cuales han surgido otros centros como Buenos Aires o Ciudad de México junto a Barcelona, el auténtico centro literario español. Dependiendo de las respectivas coyunturas políticas y económicas —vistos a mayor distancia— los pesos dentro del espacio literario de habla hispana tienden a desplazarse una y otra vez, aun cuando el mundo editorial español desempeña en la actualidad, sin duda, un papel central y centralizante. Por supuesto, esto podría volver a modificarse rápidamente a causa de los cambios políticos, incluso es probable que los imponderables de una independencia catalana tengan un impacto menor que las consecuencias del declive económico y social que se ha sentido en muchos países latinoamericanos a lo largo de la década pasada.
Esta visión panorámica —necesariamente breve— de las cuatro diferentes lenguas literarias globalizadas desde Europa muestra claramente cómo las lenguas y literaturas individuales han desarrollado sus auto-lógicas que no pueden ser reducidas a una lógica única y convertirse en un sistema homogéneo y centrado al mismo tiempo. Sería, pues, una tarea muy dudosa si se quisiera resumir estos desarrollos desde la perspectiva de una única literatura mundial concebida desde Europa y, por lo tanto, deliberadamente pasar por alto el hecho de que cada una de las literaturas del mundo se desarrolla y funciona de acuerdo con lógicas y tradiciones estéticas muy independientes.
Por supuesto, esto también se aplica también, y especialmente, a otros espacios literarios que aún no se han globalizado en el verdadero sentido de la palabra como, acaso, los de las literaturas árabes o la literatura china. Al igual que en el ejemplo de las literaturas hispanófonas de América Latina, también en las literaturas árabes se unen más de veinte literaturas nacionales para formar una red de relaciones muy compleja que, a diferencia del caso de América Latina, no tiene (antiguos) centros europeos y el árabe tampoco es una lengua globalizada.
En este sentido, se pueden establecer entre el mundo árabe y Latinoamérica ciertos paralelismos y, sin duda, también relaciones árabe-americanas [24] desarrolladas a través de fuertes procesos migratorios; sin embargo, más allá de estas referencias literarias y culturales transareales, hay diferencias notables que revelan claramente las auto-lógicas de las literaturas árabes. La complejidad específica y la interconexión mutua en las literaturas árabes se vuelven muy claras en el ejemplo de la literatura libanesa, en la medida en que el Líbano ha sido considerado durante mucho tiempo uno de los principales centros de las literaturas árabes, pero, al mismo tiempo, también participa de las literaturas francófonas y anglófonas del mundo y ha producido autores como Amin Maalouf o Elias Khoury que se inscriben en líneas de tradiciones muy diferentes.
Ambos autores escriben y publican en diferentes lenguas, pueden, por supuesto, incluirse en la literatura libanesa en la misma medida en que —comparable a Suiza en este sentido— posee un plurilingüismo cultivado desde hace mucho tiempo. Este ejemplo puede mostrar que, tanto dentro como fuera de las lenguas literarias globalizadas, es absolutamente imposible hacer una distinción clara entre las literaturas europeas y no europeas al nivel de las literaturas del mundo, sin que ello implique algún tipo de homogeneidad de una singularidad de la literatura mundial concebida desde Europa. También el Líbano podría entenderse —y esta vez desde una perspectiva árabe— como un fractal de las literaturas del mundo. En el concierto de las literaturas del mundo, especialmente con miras al futuro, no deben descuidarse las corrientes tradicionales de la literatura árabe, como tampoco las de la literatura india o la china que tienen continuidades extraordinariamente largas.
El ejemplo de los dos escritores de origen libanés mencionados en el párrafo anterior deja en claro que nuestra exposición de la complejidad de las literaturas del mundo no es en absoluto completa. Pues aún no hemos incluido una dimensión dinamizante decisiva de las literaturas del mundo, tanto actuales como futuras, que, en cierto modo, circula transversalmente las diferenciaciones investigadas hasta ahora y va ganando cada vez más importancia en su transversalidad.
Se trata, en términos generales, de las formas y normas de un escribir-entre-mundos que tiene una larga tradición histórica ya que el homo migrans es tan antiguo como el mismo homo sapiens. Sin embargo, bajo el signo de las migraciones masivas, los exilios, deportaciones y expulsiones acontecidas en el siglo XX y principios del XXI, y especialmente en el contexto de la cuarta fase de globalización acelerada, se han producido movimientos migratorios y transmigratorios de masas que han creado nuevos espacios de movimiento para escribir de manera altamente creativa e innovadora a nivel de las literaturas del mundo. No se requieren dones visionarios para predecir que las literaturas del siglo XXI continuarán incluyendo un número cada vez mayor de literaturas sin residencia fija y acelerarán su desarrollo, es decir, literaturas que, en el contexto de las migraciones y transmigraciones mencionadas, desarrollan, bajo el signo de una poética del movimiento, formas de escritura literaria que ya no pueden ser comprendidas adecuadamente con las categorías de una historia espacial centrada histórica y culturalmente. Más allá de las concepciones histórico-espaciales, requieren más bien una historia del movimiento y conceptualizaciones más dinámicas y móviles. La literatura nacional, podría agregarse con seguridad, hoy y en un futuro así esbozado, quiere decir cada vez menos...
Los nombres de muchos premios Nobel de literatura (como VS Naipaul, Herta Müller, Gao Xingjian o Mario Vargas Llosa), así como también los de Salman Rushdie, Jorge Semprún, Norman Manea, Elias Khoury o Amin Maalouf, pueden representar las literaturas sin residencia fija transliguales y transareales; a ellos habría que agregar seguramente, en el ámbito de las literaturas sin residencia fija en lengua alemana, a Emine Sevgi Özdamar, José F. A. Oliver, Yoko Tawada o Stanislaw Strasburger, así como también a varios autores y autoras de origen árabe [25] . Las formas de una escritura translingual que, por lo tanto, atraviesa diferentes lenguas, tendrán una importancia creciente en las futuras literaturas del mundo
En su volumen de microtextos Nach der Flucht ( Después de la huida), de 2017, Ilija Trojanow se refirió de manera impresionante, aunque no sin contradicciones, a los requisitos previos, las condiciones y las perspectivas de tal escritura. La migración y la huida no son, como ya lo dice el segundo microtexto, atributos transitorios: “Nada en la huida es fugaz. Se echa encima de la vida y nunca más la deja libre” (Trojanow 11). Quizás sean precisamente los autores y las autoras de las literaturas sin residencia fija quienes mejor puedan evaluar la forma fundamental en la que la literatura en lengua alemana cambiará no solo temáticamente, sino, sobre todo, estructuralmente a causa de las corrientes migratorias actuales.
Paralelamente a las literaturas sin residencia fija, también las literaturas judías tendrían que ser consideradas conceptualmente de una manera nueva en la medida en que en sus relaciones mundiales no siempre pueden ser vinculadas a una base literaria nacional. En sus tradiciones centenarias desarrollan algo así como literaturas sin residencia fija avant la lettre y siempre han sido, como no olvidó apuntar Jorge Luis Borges en su citado ensayo, de la más alta productividad. Sin embargo, aquí solo serán mencionadas; un estudio más detallado debería realizarse en otro contexto.
Las literaturas sin residencia fija de ninguna manera manifiestan y documentan la intrusión o incluso la invasión del “otro”, de lo “extraño” en lo “propio” cuidadosamente custodiado. Más bien muestran caminos a partir de mapas tan seductores como engañosos y de mappings consolidantes del otro (amenazador), tal como están incluidos, tanto cartográfica como discursivamente, en el idiologema de Samuel P. Huntington de Clash of Civilizations [26] o en el panfleto sobre la exclusión de la civilización de Niall Ferguson, Civilization. The West and the Rest [27] . Estas literaturas nos ayudan a imaginar un mundo que ya no está atrapado en un pensamiento de alteridad y que siempre separa entre un “propio” y un “extraño” u “otro”, sino que está bajo el signo de expansiones y ampliaciones incesantes: forman laboratorios estéticos que permiten un seguir-pensando y un seguir-viviendo bajo el signo de la convivencia [28] .
Autores como Saint-John Perse, Samuel Beckett, Albert Cohen o Elias Canetti diseñaron tempranamente estos mapas de movimientos multilingües y polilógicos para un mundo futuro más allá de una obsesiva alterización del lenguaje y de la cultura. Las literaturas del mundo proporcionan aquí una ayuda decisiva a la imaginación, presentan y representan patrones vectoriales de pensamiento y representación, tal como se expresan estética y sensualmente con la mayor intensidad en las literaturas sin residencia fija. Los lieux de mémoire de las literaturas del mundo no son lugares de memoria estáticos, sino que se registran y anotan en mapas de movimiento. Particularmente el microcosmos de Europa, como ya lo muestra su mito de origen, no se puede imaginar sin un afuera de Europa y sin las constantes migraciones. Pues la Europa deportada y violada no era europea en el sentido territorial de las fronteras actuales. Pero ¿qué quiere decir todavía una perspectiva territorial de este tipo más allá de un mouvement identitaire que hoy no es exclusivo de Europa y de un despreciable “pluralismo étnico” excluyente?
Desde la perspectiva aquí elegida, las literaturas sin residencia fija, pero también las literaturas del mundo en su conjunto conforman, a través de las lenguas, a través de las culturas, a través de las fronteras que de ninguna manera se disuelven, sino que en cierto sentido se multiplican en una escuela de pensamiento de lo polilógico y un laboratorio para una convivencia más allá de la exclusión, más allá de una alterización y exclusión interminables. Las viejas dicotomías entre una literatura nacional (concebida de manera homogénea) y una literatura mundial (inventada desde Europa) se han debilitado considerablemente en el transcurso de la cuarta fase de globalización acelerada que ha llegado a su fin, y han dado lugar a una concepción y una práctica multilógica que enfatiza las respectivas auto-lógicas de las diferentes corrientes de la tradición, no de una única literatura mundial, sino de muchas literaturas del mundo diferentes y, al mismo tiempo, divergentes. Las literaturas sin residencia fija constituyen en este contexto el elemento dinamizador par excellence.
Además de todas las otras áreas culturales, que en su complejidad, debido a la falta de procesos de expansión mundial, no encontraron difusión territorializable a escala mundial, pero que ya en la época de Goethe —y más aún en la época de la publicación de la “Filología de la literatura mundial” de Erich Auerbach— se extendieron inconfundiblemente en el horizonte de las construcciones literarias, con las literaturas sin residencia fija se han desarrollado formas de escritura y pensamiento altamente vectorizadas que nos ayudan a entender todo un mundo de literaturas como literaturas del mundo, como literaturas de un mundo. Tal como Khal Torabully, en la cita inicial, se refería a esas migraciones forzadas que habrían expandido y ampliado la land of mankind. La pluralización de las literaturas no tiene por qué ir acompañada de la renuncia a la idea de un mundo, de un planeta único y conectado, en el que la humanidad busque las posibilidades de una convivencia en paz y en diferencia.
A través de sus incesantes movimientos y cambios de perspectiva, las literaturas del mundo amplían la habitabilidad de este mundo por la humanidad, por lo que la búsqueda de la convivencia y la cuestión de una coexistencia global pueden entenderse como el núcleo de un escribir-entre-mundos que atraviesa lenguas, culturas y épocas. De ello resulta el papel central de las literaturas translingüísticas sin residencia fija. Desde hace mucho tiempo no solo se han desarrollado formas de escritura transnacionales, sino también transareales y al mismo tiempo translinguales (transculturales en ese caso), que hacen que la pluralidad de los procesos literarios mundiales después de la época de la literatura mundial sea aún más compleja y abierta. El futuro no consiste en una homogeneización cada vez mayor ni en una diferenciación en continuo aumento: el futuro será multilingüe, multifacético y polilógico.
Si nos ocupamos del papel y la función de las literaturas latinoamericanas desde la perspectiva actual, conviene señalar, en primer lugar, que su importancia ciertamente no ha crecido en el transcurso del siglo XXI, quizás incluso ha disminuido en todo el mundo. Este diagnóstico negativo, que en un examen más detenido tendría que ser modificado según las subregiones, los países o autores y autoras individuales, se contrapone en realidad al hecho de que, en el contexto de los desarrollos contemplados en este estudio, Latinoamérica ocupa una posición absolutamente central. Esta observación sobre la internacionalización de las literaturas latinoamericanas, que en 1945 atrajo por primera vez la atención de un público literario más amplio con el Premio Nobel de Literatura para la poeta chilena Gabriela Mistral, necesita, ciertamente, algunas aclaraciones.
América, colonizada por la “Europa latina”, por los países románicos, a partir de finales del siglo XV, se vio arrastrada desde el principio a una historia global y a una globalización que se desarrolló increíblemente rápido y que trajo consigo una profunda circulación tanto del conocimiento como de las culturas textuales escritas en un sentido inicialmente transatlántico que luego se expandió por todo el mundo. Dispersas en una vasta área geográfica, surgieron las ciudades letradas [29] que, sobre la base de la cultura escrita europea, fijaron orientaciones fundamentales tanto en el ámbito jurídico-administrativo como en el cultural-literario.
En el ámbito de la hispanofonía, después del fin del período colonial (y después del surgimiento del término “Latinoamérica” [30] ), los países latinoamericanos de cuño romance desarrollaron centros que, con fuertes cambios y rupturas, en gran parte dependientes de factores políticos, representan hasta hoy importantes núcleos para la difusión no solo nacional, sino también mundial de la literatura en español. Si consideramos el ámbito de la lusofonía, Brasil, una antigua colonia, se ha puesto a la cabeza de un mundo de habla portuguesa que tiene importantes bases en América y Europa, pero también especialmente en el mundo africano y en partes de Asia. En el campo de las literaturas lusófonas, las literaturas latinoamericanas son, sin duda, líderes mundiales.
La situación de las Américas francófonas se caracteriza por el hecho de que las Islas Antillas de habla francesa han entablado desde hace mucho tiempo una relación con el Canadá francófono que, con Québec, tiene el segundo centro más importante del mundo francófono después de París. Las migraciones del Caribe en la región francocanadiense han cambiado la situación de la América francófona. A través de las Antillas pasan también las conexiones con los países francófonos de África que, con sus contextos bilingües, trilingües o multilingües, cada uno presenta condiciones socioculturales muy específicas.
Por lo tanto, podemos afirmar que América Latina ocupa posiciones importantes dentro de las literaturas del mundo en lengua española, portuguesa y francesa. Sin embargo, me parece que las literaturas en español como lengua mundial representan el área de mayor expansión. El hecho de que con la cultura latina se haya producido, desde hace mucho tiempo, una expansión del mundo de habla hispana en partes considerables de los Estados Unidos solo puede enfatizarse en este contexto, pero no examinarse específicamente. [31] Seguramente, la continua propagación del español juega aquí un papel muy favorable para la expansión de las literaturas en lengua española no solo en el continente americano.
Intentemos ahora, en un segundo paso, arrojar más luz sobre la posición y situación de las literaturas de Latinoamérica más allá de las lenguas romances del mundo. Además, las olas de migración árabe a América Latina han abierto las literaturas de las Américas a las dimensiones árabe-americanas y han generado una intensa literatura de la América-árabe. Del mismo modo, Latinoamérica ha sido también durante mucho tiempo un importante punto central para las literaturas judías que, como las árabes, han encontrado un importante hogar en Argentina, por ejemplo.
Sin embargo, no solo las relaciones transatlánticas, sino también las transpacíficas, han demostrado ser estables y constantes. Las olas migratorias de coolies de India o China mencionadas al comienzo han conectado intensamente al subcontinente, como parte de las Américas, con las grandes culturas asiáticas, entre las que no hay que olvidar a Japón (no solo con respecto a Brasil). Las relaciones entre Asia y Latinoamérica —según todos los pronósticos económicos y geoculturales— se profundizarán aún más en el siglo XXI y también las literaturas de estas áreas se fusionarán aún más. Los estudios transareales y transregionales que se han ocupado recientemente de las relaciones literarias entre la India y las Américas [32] , por ejemplo, indican que entretanto también en las ciencias humanas se ha tomado conciencia de este tipo de red de relaciones. Esta tendencia continuará intensificándose en el área de los Global South-Studien en particular y en los estudios trans-áreas en general.
Latinoamérica está, así, en el centro de redes de conexiones que, más allá de las relaciones interamericanas, conectan las Américas con África y Europa, con Asia y, cada vez más, también con Oceanía. Lo que se desarrolló en el ámbito del Caribe a partir de finales del siglo XV bajo el signo de la política de poder europea y lo que fue documentado por el mexicano José Vasconcelos a principios del siglo XX con la consigna de raza cósmica [33] , cargada ideológicamente por cierto, se aplica a las distintas literaturas de Latinoamérica en su conjunto: representan un verdadero cosmos de una diversidad global de hablas y conectan las tradiciones indígenas con las literaturas y culturas de todo el mundo. En ello, me parece, consiste su oportunidad única.
En el marco de lo aquí esbozado, no hay ninguna otra gran parte del mundo que, como Latinoamérica, reúna las más diversas culturas, lenguas y literaturas del mundo y que, al mismo tiempo, debido a su historia transcultural, esté tan abierta a las circulaciones globales. Ciertamente: los imponderables de una inestabilidad política fundamental que hace que los países de Latinoamérica caigan una y otra vez en sus respectivos ciclos de crisis políticas, la supremacía de los Estados Unidos de América, que continúa expandiendo su hegemonía a expensas de Latinoamérica —como lo reconoció el cubano José Martí a fines del siglo XIX— así como la desigual distribución social de la riqueza de la sociedad, que afecta a todos los países del subcontinente sin excepción y provoca un problema fundamental de las élites, empañan considerablemente este panorama de una Latinoamérica que se encuentra mundialmente interconectada y en circulaciones globales. Sin embargo, son los aspectos antes mencionados los que distinguen a las literaturas latinoamericanas como las literaturas genuinamente más cosmopolitas e interconectadas. Si todo dependiera solamente de los factores geoculturales, las literaturas latinoamericanas estarían en una posición envidiable.
Al final de esta breve reseña sobre las literaturas del mundo polilógicas y el papel especial de Latinoamérica, permítanme volver a una cuestión general. Para ello, me gustaría volver brevemente a la historia de las literaturas europeas y mencionar un aspecto de su desarrollo que hasta ahora apenas se ha tocado. Porque lo translingual, que era una práctica común en la République des Lettres y que hizo que un Georg Forster, un Alexander von Humboldt o un Adelbert von Chamisso fueran tan inconfundibles, está siempre inscrito en lo translatorio. La translación puede incluso ser inherente y estar literalmente inscrita en la escritura de la “propia” lengua materna. Así, por ejemplo, la ganadora del Premio Nobel, Herta Müller, que indudablemente está sensibilizada con las literaturas sin residencia fija, señaló que no se encuentra una sola palabra en rumano en sus textos escritos en alemán, pero que, al mismo tiempo, el rumano está siempre presente en sus textos: “En ninguno de mis libros he escrito aún ninguna frase en rumano. Pero es evidente que la lengua rumana escribe conmigo porque pasó a ser parte de mi forma de mirar” (Müller 27) [34] .
Ya sea en Europa, en los países árabes o en las Américas, ya sea en el juego de relaciones transatlánticas o transpacíficas, del tras ladar (Übersetzen) o del trasladar (Übersetzen): los futuros de las literaturas del mundo radican en el desarrollo creativo de lógicas diferentes, incluso diversas, para las cuales no solo se deben desarrollar nuevas poéticas basadas en el movimiento, sino también legéticas que hace tiempo que debieran haber dejado de estar estructuradas según la literatura nacional. Aquí es donde radican las tareas de la filología transareal y de un arte de la lectura como arte de la traducción. Pues las literaturas del mundo están interconectadas traslacionalmente y solo pueden desarrollar su intertextualidad con la ayuda de las traducciones.
Las literaturas forman en todo el mundo islas-mundos y mundos de islas que conforman archipiélagos y se encuentran, transarchipiélicamente, en relaciones de intercambio entre sí. A veces se ocultan bajo la superficie del agua que surcamos, como en la imagen del comienzo de Khal Torabully, las conexiones entre esos espacios que con sus líneas de fractura y movimiento tectónicas una vez fueron bañadas por la inundación. Las discontinuidades entre islas, archipiélagos y continentes de las literaturas del mundo permiten y posibilitan cambios de visión y perspectiva siempre nuevos: configuraciones siempre nuevas de un mundo que ha sido diseñado por estas literaturas desde hace miles de años en contextos transareales en constante cambio. Nos dan la inestimable y vital posibilidad de pensar multilógicamente, y esto significa: pensar con muchas lógicas al mismo tiempo. El futuro dirá si seremos capaces de aprovechar estas oportunidades en un mundo convulsionado luego del fin de nuestra actual fase de globalización acelerada. Esto también se aplica a la cuestión de si las literaturas latinoamericanas lograrán poner en práctica las posibilidades esbozadas. Pero una cosa es cierta: las literaturas del mundo —a pesar de todas las profecías agoreras provenientes de los Estados Unidos— acompañarán y harán avanzar polifónica y polilógicamente este proceso global en sus lenguas y culturas, desde sus respectivas perspectivas y tradiciones, pero también gracias a su creatividad sin fin.
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Vasconcelos, José. “La raza cósmica” (Fragmento, 1925). Obra selecta. Estudio preliminar, selección, notas, cronología y bibliografía de Christopher Domínguez Michael. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1992.
Walcott, Derek. Omeros. New York: Farrar, Straus & Giroux, 1990.
Zeuske, Michael. Handbuch Geschichte der Sklaverei. Eine Globalgeschichte von den Anfängen bis zur Gegenwart. 2., überarbeitete und erweiterte Auflage. Zwei Bände. Berlin - Boston: Walter de Gruyter, 2019.
[1] Cfr. Ette, Ottmar. WeltFraktale Wege durch die Literaturen der Welt. Stuttgart: J. B. Metzler Verlag, 2017.
[2] Cfr Ette, Ottmar. TransArea. Eine literarische Globalisierungsgeschichte. Berlin - Boston: Walter de Gruyter (Reihe mimesis - Romanische Literaturen der Welt, Vol. 54) 2012; hay traducciones al inglés y al francés.
[3] Sobre la obra de Khal Torabully véase Bragard, Véronique. Transoceanic Dialogues: Coolitude in Caribbean and Indian Ocean Literatures. Frankfurt am Main - Berlin - New York: Peter Lang, 2008.
[4] Cfr. Ette, Ottmar. Beschleunigung. Kann die Globalisierung ein Ende nehmen? En: Kaube, Jürgen / Laakmann, Jörn (Ed.): Das Lexikon der offenen Fragen. Stuttgart: Verlag J.B. Metzler, 2015. 32-33
[5] Cfr. Walcott, Derek. Omeros. New York: Farrar, Straus & Giroux, 1990.
[6] Cfr. Ette, Ottmar. Del macrocosmos al microrrelato. Literatura y creación - nuevas perspectivas transareales. Traducción del alemán de Rosa María S. de Maihold. Ciudad de Guatemala: F&G Editores, 2009.
[7] Con respecto a esto véanse detalladamente los capítulos »Die Welt der Weltgeschichte«, »Die Welt der Weltliteratur« y »Die Welt der Literaturen der Welt« en Ette, Ottmar. WeltFraktale. 27-40.
[8] Con respecto a esto véase Lamping, Dieter: Die Idee der Weltliteratur. Ein Konzept Goethes und seine Karriere. Stuttgart: Alfred Kröner Verlag, 2010; y Lamping, Dieter / Zipfel, Frank (eds.). Was sollen Komparatisten lesen? Berlin: Erich Schmidt Verlag, 2005.
[9] Con respecto a esto véase Messling, Markus / Ette, Ottmar (eds.). Wort Macht Stamm. Rassismus und Determinismus in der Philologie (18. / 19. Jh.). Unter Mitarbeit von Philipp Krämer und Markus A. Lenz. München: Wilhelm Fink Verlag, 2013.
[10] Desde el punto de vista de la literatura, véase Bachmann-Medick, Doris. Literatur - ein Vernetzungswerk. Kulturwissenschaftliche Analysen in den Literaturwissenschaften. Appelsmeyer, Heide / Billmann-Mahecha, Elfriede (eds.). Kulturwissenschaft. Felder einer prozeßorientierten wissenschaftlichen Praxis. Weilerswist: Velbrück Wissenschaft, 2001. 215-239.
[11] Con respecto a esto, véase Ette, Ottmar: Asymmetrie der Beziehungen. Zehn Thesen zum Dialog der Literaturen Lateinamerikas und Europas. Scharlau, Birgit (ed.). Lateinamerika denken. Kulturtheoretische Grenzgänge zwischen Moderne und Postmoderne. Tübingen: Gunter Narr Verlag, 1994. 297-326.
[12] Con respecto a esto, véase García Canclini, Néstor. La globalización imaginada. México - Buenos Aires - Barcelona: Editorial Paidós, 1999.
[13] Sobre una confrontación de este modelo con las visiones de la investigación china véase el diálogo entre Ette, Ottmar / Ruan, Wei: "Globalization: A Dialogue." En: Journal of Foreign Languages and Cultures (Changsha, China) 2 (2019). 147-153.
[14] Sobre la historia de la globalización véase el capítulo introductorio en Ette, Ottmar: TransArea.
[15] Con respecto a esto véase Zeuske, Michael. Handbuch Geschichte der Sklaverei. Eine Globalgeschichte von den Anfängen bis zur Gegenwart. 2., überarbeitete und erweiterte Auflage. Zwei Bände. Berlin - Boston: Walter de Gruyter, 2019.
[16] Sobre esta diversidad, véase Mittelstraß, Jürgen / Trabant, Jürgen / Fröhlicher, Peter. Wissenschaftssprache. Ein Plädoyer für Mehrsprachigkeit in der Wissenschaft. Stuttgart: J.B. Metzler Verlag, 2016.
[17] Con respecto a esto, véase Ette, Ottmar. Romanistik als Archipel-Wissenschaft. Fünf Thesen zur künftigen Entwicklung eines faszinierenden Faches. Grenzgänge (Leipzig) XII, 23 (2005). 117-127; también id.: Zukünfte der Romanistik im Lichte der TransArea Studien. Lamping, Dieter (ed.): Geisteswissenschaft heute. Die Sicht der Fächer. Stuttgart: Alfred Kröner Verlag, 2015. 93-116.
[18] Con respecto a esta temática, véase los trabajos del Proyecto ERC de Colonia, dirigido por Gesine Müller; también Müller, Gesine. Verlag Macht Weltliteratur. Lateinamerikanische Literaturtransfers zwischen internationalem Literaturbetrieb und Übersetzungspolitik. Berlin: edition tranvía - Verlag Walter Frey, 2014; id.: García Márquez zwischen Weltliteratur und Literaturen der Welt. Gwozdz, Patricia / Lenz, Markus (ed.): Literaturen der Welt. Zugänge, Modelle, Analysen eines Konzepts im Übergang. Heidelberg: Universitätsverlag Winter, 2018. 99-123; como así también id.: Wie wird Weltliteratur gemacht? Globale Zirkulationen lateinamerikanischer Literaturen. Berlin - Boston: Walter de Gruyter, 2020.
[19] Véase Ette, Ottmar. Europa transarchipelisch denken. Entwürfe für eine neue Landschaft der Theorie (und Praxis). Lendemains (Tübingen) XXXIX, 154 - 155 (2014). 228-242.
[20] Véase Mandelbrot, Benoît B. Die fraktale Geometrie der Natur. Herausgegeben von Ulrich Zähle. Aus dem Englischen übersetzt von Reinhilt Zähle und Ulrich Zähle. Basel - Boston: Birkhäuser Verlag, 1987.
[21] Véase. Benjamin, Walter . Paris, die Hauptstadt des XIX. Jahrhunderts. (id.). Das Passagen-Werk. Bd. 1. Frankfurt am Main: suhrkamp, 1983. 45-59.
[22] Sobre lo francófono en su delimitación con el espacio literario transatlántico hispanófono, véase el trabajo de Müller, Gesine. Die koloniale Karibik. Transferprozesse in in hispanophonen und frankophonen Literaturen. Berlin - Boston: Walter de Gruyter, 2012.
[23] Véase, entre otros, también Ana Maria / Andrade, Antonio (ed.). Translinguismo e poéticas do contemporâneo. Rio de Janeiro: Editora 7Letras, 2019.
[24] Con respecto a esto, véase Ette, Ottmar / Pannewick, Friederike (ed.): ArabAmericas. Literary Entanglements of the American Hemisphere and the Arab World. Frankfurt am Main-Madrid: Vervuert Verlag- Iberoamericana, 2006.
[25] La revista Fikrun wa-Fann del Goethe-Institut alemán publicó en el Número 80 (2004) un dossier con textos en lengua alemana de diferentes autoras y autores.
[26] Cfr. Huntington, Samuel P.: The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order. New York - London - Toronto - Sydney: Simon & Schuster, 1996.
[27] Cfr. Ferguson, Niall. Civilization. The West and the Rest. New York: Penguin Books, 2011.
[28] Con respecto a esto, véase Ette, Ottmar. Weiter denken. Viellogisches denken / viellogisches Denken und die Wege zu einer Epistemologie der Erweiterung. In: Romanistische Zeitschrift für Literaturgeschichte / Cahiers d'Histoire des Littératures Romanes (Heidelberg) XL, 1 - 4 (2016). 331-355.
[29] Con respecto a esto, véase Rama, Angel. La ciudad letrada. Montevideo: Ediciones del Norte, 1984.
[30] Cfr. Jurt, Joseph. Entstehung und Entwicklung der Lateinamerika-Idee. Lendemains (Tübingen) 27 (1982). 17-26.
[31] Con respecto a esto, véase Sánchez, Yvette. Formen der Symbiose in Literatur und Kunst der US Latinos. Ette, Ottmar (Hg.). Wissensformen und Wissensnormen des ZusammenLebens. Literatur - Kultur - Geschichte - Medien. Berlin - Boston: Walter de Gruyter, 2012. 173-191; también id.: Latin American Art and Literatur today: Boom or Bubble? Alea - Estudos Novolatinos (Rio de Janeiro) XVIII, 2 (2016). 296-312.
[32] Cfr. Klengel, Susanne. Indien erinnern. Konfigurationen des Realen bei Margo Glantz. Buschmann, Albrecht / Drews, Julian / Kraft, Tobias / Kraume, Anne / Messling, Markus / Müller, Gesine (ed.). Literatur leben. Festschrift für Ottmar Ette. Madrid - Frankfurt am Main: Iberoamericana – Vervuert, 2016. 585-593; también Klengel, Susanne / Ortiz Wallner, Alexandra (ed.). Sur - South. Poetics and Politics of Thinking Latin America - India. Madrid - Frankfurt am Main: Iberoamericana – Vervuert, 2016.
[33] Cfr. Vasconcelos, José. La raza cósmica (Fragmento, 1925). Obra selecta. Estudio preliminar, selección, notas, cronología y bibliografía de Christopher Domínguez Michael. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1992.
[34] Müller, Herta. Der König verneigt sich und tötet. München - Wien: Carl Hanser, 2003. 27. [La traducción del texto al castellano corresponde a Müller Herta: El rey se inclina y mata. Trad. de Isabel García Adánez. Madrid: Siruela, 2011. Ebook; la página corresponde a la edición alemana. N. de la. T.]