Presentación

 

 

Cristina Elgue-Martini

celgue@unc.edu.ar

Facultad de Lenguas

Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

 

 

            Este número, el décimo de la Revista de Culturas y Literaturas Comparadas del Centro de Investigaciones de la Facultad de Lenguas (CIFAL) de la Universidad Nacional de Córdoba, está centrado en el actual debate sobre “Distopía y postapocalipsis en la literatura y las artes”.

            Según Frederic Jameson, “nuestro problema político hoy radica precisamente en el debilitamiento ˗si no en la atrofia total˗ del impulso utópico y de la imaginación utópica” (25). El teórico estadounidense cree que “ha habido pocos períodos políticos tan desmoralizados y tan desanimados como el nuestro, donde viene a terminar toda esperanza fundamental para el cambio o para el progreso” (29). Esta postura expresada por Jameson en 1993 puede ser complementada con la de Boaventura de Sousa Santos, quien ˗en una publicación de 2010˗ opina a propósito de la misma problemática:

 

La tensión entre regulación y emancipación social se basaba en la discrepancia entre las experiencias sociales (el presente) y las expectativas sociales (el futuro), entre una vida social y personal en curso injusta, difícil y precaria, y un futuro mejor, más justo y, en suma, más positivo. Sin embargo, desde que, a mitad de los años ochenta, el neoliberalismo comenzara a imponerse globalmente como la nueva versión del capitalismo laissez-faire, se invirtió la relación entre las experiencias y las expectativas en grupos cada vez más grandes de población mundial. No importa lo difícil que el presente parezca, el futuro parece todavía más difícil. En un contexto social y político de expectativas negativas, la emancipación ha cesado de ser lo contrario a la regulación para convertirse en el doble de la regulación (84).

 

            Por su parte, la visión del antropólogo Marc Augé coincidiría cuando opinaba, en 2011 y en respuesta al “malestar generalizado que se ha acuñado en casi todas las sociedades humanas”, que “somos conscientes de que el capitalismo consiguió su internacionalización. Estamos encerrados en el sistema, no sólo en el del mercado […] Uno se pregunta hacia dónde habría que mirar para encontrar algo alentador” (sin pag.).

            En el ámbito de la literatura, una de las áreas que nos ocupan y volviendo a Jameson, la distopía, “el retrato de una sociedad de pesadilla”, “es siempre una narración, es siempre una novela, con una trama y personajes que por lo general acaban en una huida fallida o en una insurrección fracasada y un final infeliz (que tal vez se extiende ante nosotros eternamente)” (25). La distopía es aquello que en el lenguaje de la crítica técnica de la ciencia ficción se denomina una novela de “futuro máximo”. “En otras palabras, aislando un rasgo o signo siniestro de nuestro propio presente, cuenta la historia de algún desastre inminente esperado por nosotros” (26). En el período de la Guerra Fría, el peor estado totalitario con completo control sobre las vidas de los individuos; hoy, desastres ecológicos, un diluvio o una gran sequía, derrames de sustancias tóxicas, acumulación de residuos contaminantes, el hambre, la superpoblación, epidemias, una crisis nuclear, la guerra bacteriológica, o ‘la sociedad fortaleza’, refugio de un pequeño grupo super-enriquecido, con monopolio del conocimiento y la tecnología “protegido de las masas agitadas de los subdesarrollados o del Tercer Mundo” (26), como dice Jameson. “La novela distópica relata estas catástrofes como acontecimientos que están a punto de suceder en nuestro propio futuro inmediato, que el tiempo de la novela aproxima rápidamente” (Jameson 26).

            La agudización del panorama distópico ha generado un subgénero aún más extremo en la literatura y las artes, denominado con frecuencia en temáticas de reuniones o publicaciones académicas ˗o aun en la cultura popular˗ como postapocalíptico. De las ruinas provenientes de catástrofes naturales, de pandemias o guerras nucleares, surge la esperanza, aunque más no sea en forma de alentadores brotes vegetales. Tal el caso de algunos de los site-specific del escultor argentino Adrián Villar Rojas. Es también un ejemplo paradigmático de narrativa postapocalíptica la trilogía MaddAdam (2003-2013) de la canadiense Margaret Atwood, que la autora ubica como literatura especulativa, oponiéndola a la ciencia ficción.

 

Bibliografía

Augé, Marc. “Para que hoy una revolución tenga lugar, debería situarse a escala planetaria”. Página 12, lunes 21/11/2011. Web.  23 Nov. 2011.

Jameson, Frederic. “Utopía de la posmodernidad”. Confines. Año I, N. º1, Buenos Aires, 1995. 23-29.

Santos, Boaventura de Sousa. Para Descolonizar Occidente. Más allá del pensamiento abismal. Buenos Aires: Clacso, 2010.