Etapa liminar transitoria: período de las “crisis de vida” o rites of passage

Ma. Gimena Cerrato Will

RESUMEN

El presente trabajo se propone analizar cómo se representa y configura la “etapa liminar”, una de las tres fases que incluyen los rites of passage, en relación con la formación de la identidad en obras de la escritora dominicana-americana Julia Álvarez:En el tiempo de las mariposas (1994),En el nombre de Salomé (2002) y De cómo las muchachas García perdieron el acento (2007). Para ello, adherimos a las propuestas de los antropólogos Arnold van Gennep (1960) y Víctor Turner (1999), para quienes esta etapa constituye un espacio indeterminado, donde el sujeto se va transformando mientras espera su inserción en la sociedad. Se presenta, básicamente, cómo se caracteriza esta etapa marginal, los rasgos característicos del pasajero o sujeto de los ritos de paso y se analiza y describe el modo en que las protagonistas de las novelas atraviesan y sortean la etapa del limen, puesto que la misma se presenta como transitoria.

Palabras clave : liminaridad, identidad, literatura comparada.

ABSTRACT

This paper aims at analyzing the representation and configuration of the “liminal phase”, one of the three periods included in the rites of passage, in relation to processes of identity formation in the context of the novels by Dominican-American writer Julia Alvarez: En el tiempo de las mariposas (1994),En el nombre de Salomé (2002) y De cómo las muchachas García perdieron el acento (2007). For that purpose, we subscribe to the proposals made by Arnold van Gennep (1960) and Víctor Turner (1999) for whom this stage constitutes an indeterminate space where the ritual subject is transformed while he waits for the reaggregation into society. We present the characteristics of this marginal stage as well as those of the passenger or liminal subject and we analyze and describe the way in which the protagonists in the novels go through and overcome it, since it is proposed as transitory.

Key words : liminality, identity, comparative literature.

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Fase del limen – etapa marginal

En este trabajo abordaremos, desde una perspectiva comparatística y contrastiva, uno de los ejes teóricos que orientan la lectura e interpretación del corpus propuesto en nuestra tesis de maestría en Culturas y Literaturas Comparadas: las novelasEn el tiempo de las mariposas (1994), En el nombre de Salomé (2002) y De cómo las muchachas García perdieron el acento (2007), de la escritora Julia Álvarez. Seguiremos, para ello, las propuestas de los antropólogos Arnold van Gennep (1873-1957) y principalmente de Víctor Turner (1920-1983).

Según los aportes que van Gennep realiza en 1908, las “crisis de vida” que sufre un individuo, son rites of passage (VII) y, cuando la actividades asociadas con estas crisis son examinadas en términos de contenido, se pueden observar tres fases: separación, transición (margen o limen) e incorporación (agregación) (VII). Explica Turner que la primera fase comprende la “conducta simbólica por la que se expresa la separación del individuo o grupo, bien sea de un punto anterior fijo en la estructura social, de un conjunto de condiciones culturales, (un ‘estado’), o de ambos” (El proceso…101); durante el período liminar “las características del sujeto ritual (el ‘pasajero’) son ambiguas ya que atraviesa un entorno cultural que tiene pocos, o ninguno, de los atributos del estado pasado o venidero” (101), y en la tercera fase se consuma el paso: “El sujeto ritual, ya sea individual o colectivo, se halla de nuevo en un estado relativamente estable y, en virtud de ello, tiene derechos y obligaciones vis a vis otros de un tipo claramente definidos y ‘estructural’; de él se espera que se comporte de acuerdo con ciertas normas dictadas por la costumbre y ciertos principios éticos vinculantes para quienes ocupan posiciones sociales en un sistema de tales posiciones” (102).

Víctor Turner, adhiere a las ideas de van Gennep, pero desarrolla, en particular, la fase liminar (o período marginal), la que se caracteriza por su estado de igualdad y carencia de estatus, identidad y jerarquía. Sostiene: “Si es cierto que nuestro modelo de sociedad básico es el de una ‘estructura de posiciones’, debemos considerar el período marginal o de ‘liminaridad’ como una situación interestructural…” (La selva… 103). Todos los individuos por el hecho de vivir en sociedad tenemos asignado un estatus en la estructura social y desempeñamos un determinado rol. Esta posición nos obliga a cumplir las normas que garanticen su funcionamiento, de forma que la estructura se torna asfixiante, por lo que estalla a veces en múltiples conflictos que no pueden resolverse normalmente en el curso de la misma estructura y necesita en determinadas ocasiones una vía de escape donde se puedan manifestar las contradicciones y los conflictos inherentes a la propia estructura. Esto es precisamente lo que ocurre durante la dinámica del proceso ritual.

Como señalamos anteriormente, en los ritos de paso, durante la fase liminar, el sujeto se ve librado de la estructura: desaparece cualquier referencia a rango o estatus social y los sujetos son reducidos a la uniformidad y al igualitarismo. Es decir, ingresa en un período interestructural y, luego, vuelve a la estructura revitalizado por su experiencia. Se entiende por interestructura o liminaridad “al tiempo fuera del tiempo, en el cual está permitido jugar con los factores de la experiencia sociocultural para desconectar lo que está mundanamente conectado, lo que, fuera de lo liminar, la gente piensa que es natural y que está intrínsecamente conectado” (Turner, “Images…” 253).

A la luz de estos conceptos, analizaremos la etapa liminar que experimentan varias protagonistas de las novelas de nuestro corpus, para advertir cómo atraviesan, en palabras de Turner, por “…un espacio en el que se encuentran muy pocos o ningún atributo, tanto del estado pasado como del venidero” ( The Ritual…94). Tomaremos como orientadores los rasgos característicos del sujeto de los ritos de paso o pasajero que propone el antropólogo.

El sujeto liminar, nos dice Turner en “Entre lo uno y lo otro”, es invisible, parece no ser, existe pero no tiene lugar: es indefinible. Ya no está clasificado y al mismo tiempo todavía no está clasificado. Se le aplica la metáfora de la disolución: no está ni vivo ni muerto. Su condición es de ambigüedad, es confusa, paradójica. El ser liminar resulta ser contaminante por el hecho de ser ni una cosa ni la otra, o tal vez porque es ambas a la vez, o quizás porque no está ni aquí ni allí, o incluso porque no está en ningún sitio. Estamos hablando entonces, de lo que está al mismo tiempo desestructurado y preestructurado ( La selva…105-108).

“Tienen una realidad física pero no social” (La selva…109), tienen que permanecer escondidos: sería un escándalo, dice Turner, una paradoja, tener ante la vista lo que no debería tener existencia. Por otro lado, los pasajeros, no tienen nada, ni estatus, ni insignias, ni propiedad, ni rango. Retoma Turner las palabras del rey Lear para designarlos: “representan al hombre desnudo y sin acomodo” (109). En esta fase ritual donde gobierna la ambivalencia y la ambigüedad, brotan naturalmente las referencias simbólicas acerca de lo liminar: muerte y crecimiento; la luna que decrece y crece; la serpiente que parece morir y solo cambia de piel; el oso que muere en otoño y renace en primavera; la desnudez: marca del recién nacido y la muerte. Un conjunto de procesos y nociones opuestos en una misma representación; un cúmulo de imágenes que expresan lo que no es ni una ni otra cosa y al mismo tiempo es ambas (109).

En este tiempo liminar, explica Turner, el sujeto es más él mismo cuando se libera de la presión de las estructuras institucionales. “Se confrontan entre sí, tal como son, de manera integral y no compartimentados como actores de roles” (112). Durante este período de tránsito, los sujetos son forzados y animados a pensar sobre su sociedad, su universo y los poderes que los generan y sostienen a ambos (117). Se rompe con la fuerza de la costumbre y se abre paso a la especulación, a la contemplación, ya que van a retornar al orden social establecido y deben someterse de nuevo a la costumbre y a la ley.

Contextualización de las protagonistas de las novelas del corpus

Según Turner (1999), los rites of passage acompañan de una forma u otra el recorrido del hombre a lo largo de su vida, puesto que está “punteada por toda una serie de momentos críticos de transición…” (104). Sin embargo, como van Gennep ya había establecido, los rites of passage no solo están relacionados con momentos críticos precisos y culturalmente definidos, sino que pueden asociarse, también, con cualquier cambio entre estados distintos.

Antes de remitirnos al análisis de la fase del limen –momento crítico de transición– en las novelas del corpus, es imperativo establecer el contexto en el que se desarrollan las historias y experiencias de las protagonistas. En De cómo las muchachas…, se presenta una crónica de la inmigración forzada de la familia García a los Estados Unidos desde la República Dominicana escapando de la dictadura de Rafael Trujillo y el proceso de aculturación de las cuatro hermanas: Carla, Sandra, Yolanda y Sofía. Las diferencias lingüísticas y culturales que las hermanas experimentan de diferente forma las obliga a idear estrategias para enfrentar situaciones que son a la vez nuevas y confusas.

En En el tiempo…, la historia gira alrededor de las vivencias de las hermanas Mirabal, Patria, Dedé, Minerva y María Teresa en República Dominicana. La vida familiar y escolar, sus amores, sus ambiciones y lo más importante, su despertar político y eventualmente su resistencia al régimen del dictador Trujillo.

Finalmente, En el nombre…, es un retrato de sus dos protagonistas: Salomé Ureña y su hija Camila Salomé Henríquez Ureña. En la novela convergen el amor, la historia, la literatura y la política. La historia de Salomé transcurre en República Dominicana donde la poetisa lucha para liberar a su país de la dominación española y, luego, para que este encuentre la forma de ser una patria, sacrificando así su rol de mujer y madre. Camila Salomé, por otro lado, pasa la mayoría de su adolescencia en Santiago, Cuba, exiliada junto a su familia y, más tarde, en Estados Unidos, siempre por sus opiniones políticas contra las dictaduras en su país de origen. Lo más significativo en su vida es que, aun cuando su madre es apenas un recuerdo en su memoria, puesto que muere cuando ella tiene tres años, para poder establecer su identidad, necesita comparar constantemente su vida con la de su madre y buscar en sus poemas las respuestas a los dilemas que presenta la vida.

Fase liminar transitoria en las novelas del corpus

En las tres obras de nuestro corpus, las protagonistas experimentan momentos críticos de transición con el fin de reconciliarse consigo mismas, constituyendo su identidad en el contexto que las rodea. Cabe destacar que al tener una visión casi panorámica de sus vidas, puesto que podemos apreciar tanto infancia como adolescencia y adultez, podemos tener un conocimiento más acabado de sus personalidades y sus dificultades.

En De cómo las muchachas… y en En el nombre…, la historia transcurre en el exilio, aun así las crisis de identidad que analizaremos tienen raíces distintas: en la primera, el detonante principal es el proceso de aculturación; en la segunda, la relación de la protagonista con su familia. Por otro lado, ambas obras comparten algunos intensificadores de crisis, propios del proceso de recepción de otra cultura y de adaptación al nuevo contexto sociocultural, como lo son el racismo y el problema del idioma, que nos resultan productivos para analizar cómo se van configurando las identidades.

A diferencia de las novelas anteriores en las que la causa del exilio, que dispara las crisis de identidad, es la dictadura en sus países de origen (República Dominicana) en En el tiempo… la causa de las crisis de vida de las protagonistas es la dictadura de Leónidas Rafael Trujillo en la isla. Las hermanas Mirabal entran en una etapa marginal desde el momento en que pierden su inocencia al descubrir la crueldad de la dictadura. En este período entre-medio experimentan el despertar político y se vuelven revolucionarias.

Conflictos en la etapa de transición hacia la cultura americana

En este apartado, nos limitaremos a analizar dos de las protagonistas de De cómo las muchachas García perdieron el acento: Sofía, la hermana menor y Carla, la mayor. Ambas, por su posición en la familia, experimentan diferentes situaciones de crisis ante un exilio forzado, la situación interestructural que atraviesan se convierte en un espacio indeterminado, de reflexión, “de búsqueda de modos apropiados para la existencia postliminar”, como plantea Turner (The Anthropology…42 ), en el que tienen que luchar por reconfigurar su identidad y así reconciliarse con su hibridez.

Sofía, la más joven de las hermanas, es apenas una niña de alrededor de tres años cuando la familia se ve forzada a dejar la isla, por lo que tiene solo algunos vagos recuerdos. En el capítulo “La sangre de los conquistadores”, trata de narrar los últimos momentos antes de abandonar el hogar en República Dominicana, pero solo logra recolectar fragmentos de lo que otros han comentado: “Soy la única que no recuerda nada de ese último día en la isla porque soy la menor, y las otras tres siempre me han estado contando lo que pasó ese último día” (Álvarez, De cómo las muchachas…225).

La protagonista tiene solo un recuerdo de su niñez en la isla; el recuerdo de Chucha, la criada Haitiana, cuando se despide de las niñas con una ceremonia vudú antes de que partan para Estados Unidos: “Chucha vino a nuestros cuartos con un envoltorio entre sus manos […] empezó a deshacer su bulto, y todas supimos que iba a hacernos una ceremonia vudú de despedida. […] “Se van a una tierra extranjera”. […] Chucha sostuvo la cabeza de cada una de nosotras entre sus manos y gimió un rezo sobre todas” (225-229).

Sofía se siente en desventaja, puesto que este es el único recuerdo que la puede ayudar a reconstruir su ser bicultural y bilingüe. Sin embargo, esta falta de recuerdos la vuelve la menos dividida de las hermanas y, en muchos aspectos, también, la torna la más rebelde con respecto a las circunstancias que la rodean. Irónicamente, la predicción de Chucha tiene mucho que ver con la crisis de vida que atravesará Sofía (y, también, sus hermanas), “…la complicada vida que les espera. Las va a perseguir lo que recuerdan, y también lo que no. Pero tienen espíritu, e inventarán lo que necesitan para sobrevivir” (232).

Una vez que “las cosas se habían calmado en la isla” las cuatro hermanas pasaban los veranos allí, “para no perder el contacto con la familia” (113). El último verano que las envían, comienza como todos los demás, sin embargo, pasadas tres semanas, la protagonista admite ser la dueña de una bolsita de marihuana y, como castigo, acepta quedarse en la isla un año. Recordemos que ella era la que menos posibilidades había tenido de establecer vínculos con la isla, por lo que manifiesta “…quiero ver cómo son las cosas aquí. A lo mejor me gusta […] Además, los Estados Unidos no me hacen feliz” (121). Así comienza una especie de segundo exilio, su momento de crisis o rite of passage.

Durante la etapa liminar del rito de paso que la protagonista experimenta, podemos constatar que varios hechos que describen sus vivencias y comportamientos en la isla están señalados por la ambigüedad y la ambivalencia. Varios ejemplos concretos dan cuenta de ello: de no creer, que Fifi, la rebelde, haya cambiado tanto. De hecho, Carla dice que es una reacción casi esquizoide en respuesta a un desplazamiento cultural traumático […] es un tintineo de pulseras y una cascada de rizos de salón de belleza […] tiene las pestañas oscurecidas con rímel […] Fifi, ésa que siempre señalaba que no usaba maquillaje ni se arreglaba” (122).

En este período de transición, la protagonista pasa por un estado de sumisión, característico del ser liminar, frente a su novio dominicano: “Fifi no puede usar pantalones en público, no puede hablar con otro hombre, no puede salir de la casa sin su permiso. Y lo más sorprendente es que ella, la tozuda y vivaracha Fifi, deja que este hombre le diga lo que puede y lo que no puede hacer” (125).

La condición de ambigüedad, confusa y paradójica, típica de este período la observamos en las reacciones encontradas de Fifi cuando Manuel, el novio, objeta la lectura: “Esto, le dice, sosteniendo el libro como si fuera un pañal usado, esto es basura que se te queda en la cabeza. Tienes mejores cosas que hacer” (125). Fifi contesta desafiante al principio: “¡No tienes derecho a decirme qué es lo que puedo hacer y lo que no!” (125) para luego, en menos de una hora, hablar por teléfono rogando perdón.

Sofía -sujeto liminar- vive en un tiempo entre paréntesis en el que parece hacerse invisible, en el que considera no ser. Por ello, las hermanas la traicionan de alguna manera, dejan al descubierto sus relaciones íntimas con el que la madre consideraba un “partido agradable” (122), lo que considera “una deshonra para la familia” (135) y como resultado, todas, incluida Fifi, vuelven a los Estados Unidos.

La protagonista vive una etapa liminar transitoria que culmina cuando adquiere una nueva situación estable y fija. Vuelve a su país adoptivo, pero ya no es la misma: su identidad se reconfigura, ya no es la hermana dócil, divertida y dulce, Sofía se reincorpora a la sociedad como la más independiente y rebelde de las cuatro hermanas. Es la única que no obtiene un título y se escapa para pasar vacaciones en América del Sur para terminar casada con un químico alemán que conoce en las calles de Colombia. Aunque retorna al hogar casada y con un bebé (es la única de las hermanas que llega a ser madre), para el padre esa forma de hacer las cosas es una mancha en el honor de la familia, lo que Sofía pasa por alto, puesto que a diferencia de las demás, ella no pretende agradar a su padre, sino establecer sus propios estándares de vida.

Carla, la mayor de las hermanas, experimenta, por el contrario, un trauma más significativo como resultado del exilio. Cuando la familia emigra, la protagonista tiene 12 años, por lo que vive la pubertad, de por sí una experiencia perturbadora, en un país que le resulta hostil y en una cultura desconocida y extraña. Retomando los conceptos de Turner, recordemos que tanto grupos sociales como personas pasan por dramas sociales o irrupciones temporales, lo que da lugar a momentos de crisis, que serán momentos de elección con respecto a qué posición tomar (“Images…” 246). La etapa liminar que atraviesa Carla coincide con su período de adaptación, es transitoria y le permite la reconfiguración de su identidad y el tránsito a nuevas formas.

La protagonista durante esta fase lucha por conciliar cuestiones étnicas y sociales para así encontrar su propia voz interior. El sujeto liminar, plantea Turner, como ya se ha señalado, resulta ser particularmente contaminante, puesto que no es ni una cosa ni otra o quizás no está ni aquí ni allí; o incluso no está en ningún sitio, es en todas partes considerado como contaminante para aquellos que no han sido “vacunados” contra él ( La selva…108). Podemos citar una situación precisa que así lo indica: en el capítulo “Intrusión”, Carla es objeto de comentarios crueles y de violencia física por su origen: “Todos los días en el patio y los pasillos del nuevo colegio, una pandilla de muchachos la perseguía y la insultaba […] Cuando estaban fuera de la vista de las monjas, los muchachos le lanzaban piedras a Carla, apuntando a los pies para que no se le notaran los moretones. ‘¡Vuelve al lugar de donde viniste, sucia spic !’”(159).

En esta fase ritual donde gobierna la ambivalencia y la ambigüedad, surgen referencias simbólicas acerca de lo liminar: procesos opuestos en una misma representación, imágenes que expresan lo que no es ni una ni otra cosa y, al mismo tiempo, es ambas (Turner, La selva…109). La pubertad, es, en nuestra opinión, un símbolo de ambigüedad. Carla no es niña pero tampoco adulta, no es ni una cosa ni la otra, y al mismo tiempo es ambas: “A medida que pasaban los meses, tampoco se quejó de otras cosas que le producían más miedo […] Uno de ellos, que estaba detrás de ella en una fila, tiró de su blusa, se la sacó de la falda donde la tenía metida, y la levantó. “No tiene tetas”, se mofó. Otro le bajó las medias, descubriéndole las piernas en las cuales habían empezado a crecer vellos negros y suaves. “¡Patas de mono!”, les gritó a sus compinches” (159).

La condición propia de la protagonista es de ambigüedad, de paradoja, de confusión de todas las categorías habituales (Turner, La selva…107). Al emprender su trayecto hacia el colegio, Carla se encuentra con una infinidad de sentimientos encontrados: “sentía cierto alivio de ir camino de su propio colegio y su propio curso, lejos de la multitud que era su familia de cuatro niñas de edades demasiado cercanas […] Sin embargo también sentía pavor. Allá en el patio del colegio la estarían esperando…” (160).

Ante todas estas situaciones relacionadas con su origen, su familia, su cuerpo, observamos en Carla sumisión, pasividad y aceptación: todas estas, características del ser liminar (Turner, La selva…106), tal como lo expresa su siguiente comentario: “Eran algo que le había sido dado y que, como ese nuevo cuerpo en el que se estaba convirtiendo, no podía cambiar” (161). Incluso otro aspecto que, durante el período liminar, siente no poder cambiar es su acento, aspecto que la lleva a la desvalorización, otro de los atributos del pasajero, según Turner. “Otro le bajó las medias, descubriéndole las piernas en las cuales habían empezado a crecer vellos negros y suaves. ‘¡Patas de mono!’, les gritó a sus compinches. ‘¡Paren!’, lloró Carla. ‘Por favor, ¡paren!’ Los muchachos la remedaron, burlándose de su acento hispano en inglés” (160). El idioma se presenta como una barrera que marca distancia entre el sujeto migrante y la sociedad de recepción, intensifica el aislamiento y la crisis de identidad:

Al final de la cuadra, el barrio terminaba abruptamente en un terreno baldío […] Detrás de la cerca […] el gran letrero que prohibía el paso diciendo: Private. No trespassing. El aviso sorprendió a Carla, porque trespass era una palabra que solo había oído en el Padrenuestro en inglés, donde la oración dice forgive us our trespasses, que corresponde a “perdónanos nuestras ofensas” […] ¿No es curioso, Mami? Es como un aviso para advertirnos que seamos buenos. […] Mami se rió. Las palabras a veces significan dos cosas diferentes en inglés […] Carla asintió, decepcionada. Nunca iba a llegar a entender este nuevo país (158).

Estados Unidos, como país de recepción y como contexto de la situación liminar transitoria de la protagonista, la lleva a enfrentar situaciones atinentes al sujeto migrante y a la vez al sujeto liminar, las que acentúan la crisis de identidad propia del período de aculturación. En el caso de Carla, la etapa liminar coincide con su pubertad y se puede describir, utilizando palabras de Turner, como “una lucha por nuevas formas y estructuras, un proceso de gestación, una búsqueda de nuevos modos apropiados para la existencia postliminar” (The Anthropology…42). La hermana mayor supera la fase liminar, logra asimilarse a la cultura americana y obtiene un título en psicología, quizás para resolver sus problemas de infancia (De cómo las muchachas…43), o bien para superarse: aconseja, “reconoce tus aptitudes, cree en ti mismo, quiérete” (62).

Podemos establecer un paralelismo entre Carla y Camila, la protagonista de En el nombre…, que analizaremos a continuación. El contexto de la etapa liminar es idéntico, las situaciones que debe afrontar como sujeto migrante-sujeto liminar se repiten en su mayoría, aunque a otra edad, y, de igual manera, podemos describir la fase del limen como una etapa de prueba, de lucha por reconfigurar la propia identidad, una etapa que debe ser superada, puesto que el sujeto va a volver a retomar un lugar en el orden social establecido en la “etapa de agregación” (Turner, La selva… 104).

Camila Henríquez Ureña: casi toda una vida suspendida entre destinos

Una de las protagonistas de En el nombre… es Camila, como acabamos de señalar. De pequeña ha perdido a su madre, lo que la deja en una condición precaria con respecto a la formación de su autoestima, su personalidad y su identidad: “Le gustaría preguntarle a su madre, ‘¿Qué debo hacer ahora?’ Pero nunca he tenido ese lujo: una madre a quien acudir en los momentos difíciles de su vida, una mano en su sien, una voz confortante en su oído” (Álvarez 33). Esta situación la deja, además, a merced de una familia que ejerce tal control sobre su vida que reprime su desarrollo personal. Es así que la desvalorización, la invisibilidad y el aislamiento son las constantes en su vida y, en palabras de Turner, sus atributos como sujeto liminar.

Cuando Camila escapa de Cuba [1] , que se encuentra bajo la dictadura de Fulgencio Batista, pasa por la primera fase de los rites of passage, es decir, se separa “…el individuo de su anterior situación dentro de la estructura social o de un conjunto de condiciones culturales…” (Turner, The Ritual…94). Camila sostiene que “Ha escapado […] Se ha liberado de ese pequeño cementerio del pasado que ha estado alimentando con sus muertos allegados, sus amores fallidos, al igual que las muertes provocadas por la dictadura de Batista en Cuba” (En el nombre…111).

La protagonista llega a Estados Unidos y comienza allí la segunda etapa de los ritos de paso, la fase marginal. Tiene ante sí una infinidad de alternativas, “se siente como una heroína, suspendida entre diferentes vidas, suspendida entre diferentes destinos. En su cabeza retumba un verso de su madre, una y otra vez, […] ¿Cuál de mis muchos sueños reclamará mi corazón?” (110) [2] .

Como primera alternativa, intenta ser poetisa, heredera del legado de su madre, tarea que Pedro, uno de sus hermanos, no apoyará, pese a que considera bien logrados sus poemas: “Tienen oficio, están bien escritos. Es más, algunos me recuerdan a los poemas de Mamá […] Creo que la poetisa debe continuar escribiendo por placer” (127). El sujeto liminar tiene, según Turner, un “comportamiento generalmente pasivo y humilde, obedece a una autoridad y acepta el dolor y el sufrimiento” (La Selva…106). De tal manera Camila, sujeto liminar, acepta el mandato indirecto de su hermano y accede al puesto que él le sugiere en una universidad, dejando de lado su ambición de escritora.

Como segunda alternativa, entonces, es profesora de español en la Universidad de Vassar, Nueva York. Recordemos, sin embargo, que esta es solo otra opción y, según Turner, en este período entre lo uno y lo otro existe la posibilidad de mantenerse a un lado de la posición propia y de formular una serie potencial e ilimitada de posiciones sociales alternativas (Dramas…14). Pasados veinte años en la universidad, se presenta una tercera alternativa, Camila, quien “…ha vivido y trabajado en el anonimato cerca de 20 años, sola con su indecisión y su miedo” ( En el nombre… 39), es la encargada de redactar la historia de su familia cuando su hermano Max le envía dos baúles con documentos familiares y le pide que separe lo que se enviará a los archivos y lo que se destruirá: “…ella, la Doña nadie, será quien redacte la historia de su famosa familia” (40).

Estados Unidos, como contexto durante su etapa marginal, implica para Camila enfrentar situaciones propias del inmigrante, igual que Carla en De cómo las muchachas…, como mencionamos anteriormente. Entre ellas, el racismo y el problema del idioma. Estas características intensifican la crisis de identidad de la protagonista, tal como lo expresa la siguiente situación: “Se para junto a la puerta, una mujer alta, elegante, de piel ligeramente morena (¿una italiana sureña? ¿una judía mediterránea?¿una mulata a quien han permitido pasar por blanca gracias a sus títulos?)…” (En el nombre…3). Es consciente de que la gente siempre se ha preguntado por su origen. A pesar de que en su familia sostienen que ella es más alta que su madre, más atractiva, “más blanca, más pálida, más caucásica”, ciertos incidentes aumentan su inseguridad. Tal el que vive con S.A., -como la protagonista se refiere al marine con quien intenta mantener una relación-, cuando la invita a un club de jazz donde Camila se da cuenta que la única gente de color “está en el escenario, y nadie puede adivinar que Camila, de piel pálida y cabello ondulado a la Marcel, es una de ellos […] recuerda a los músicos en el escenario del club de jazz; cómo entraron por una puerta separada; cómo los vio sentarse sobre cajas y comer afuera…” (208).

El idioma es otra barrera que enfatiza la distancia que siente el sujeto migrante respecto de la sociedad de recepción, e intensifica el aislamiento y la crisis de identidad. En sus comienzos como profesora de español, la protagonista sufre las dificultades que presenta el idioma inglés: “Marion Reed tenía el nombre más fácil de pronunciar en la lista del primer día de clases de español para conversar. Las consonantes y las vocales de los nombres de sus estudiantes (Hough, Steichner, Thompson) se le trababan en la lengua a Camila, y las muchachas […] se reían despiadadamente” (250). Incluso 20 años después, cuando le cuenta al médico lo que está haciendo, duda que este la haya entendido, “A pesar de tantos años, ella tiene que esforzarse para comprender y hacerse comprender en inglés” (33).

No podemos dejar de lado otros atributos que muestra Camila durante su etapa de tránsito, tales como la invisibilidad (Turner, La selva… 105) y su condición de ambigüedad, confusa y paradójica (107). Para el centenario de la muerte de su madre, la protagonista recibe invitaciones para hablar sobre ella. Debe preparar un discurso académico motivo por el que debería sentirse orgullosa, sin embargo el efecto es el contrario “Después de todo, ella es la anónima, la que no ha hecho nada importante […] le molesta estar en demanda por razones sentimentales, la hija que perdió a su madre, la huérfana que sacan con su almidonado traje de fiestas a recitar el poema de su madre” (En el nombre…72). Esta situación le recuerda que sigue estando en una posición entre medio: “Ella suspira y baja la vista hasta sus manos envejecidas, manchadas y ásperas. Últimamente su cuerpo está lleno de estas sorpresas. Se mira en el espejo y una mujer envejecida le devuelve el guiño. Mientras tanto, una niña espera entre los bastidores de su corazón por todas las cosas importantes que le ofrecieron y aún no han ocurrido: un gran amor, un hogar estable, un país libre” (82).

Los pasajeros son silenciosos, pasivos, lo que habla de “un sometimiento a las pruebas” (La selva…112), consigna Turner, lo que caracteriza a Camila, a quien vemos sufrir, pero no reaccionar ante las situaciones antes mencionadas. La pasividad, como signo del proceso mediante el cual la identidad de la protagonista se moldea, se reconstruye, para enfrentar su nueva posición en la vida, tiene un carácter positivo. Turner plantea que “la pasividad aparente se revela como una absorción de poderes, que empezarán a ser activos una vez su estatus social haya quedado redefinido en los ritos de agregación” (113).

En la tercera etapa del rito de paso, la protagonista vuelve a Cuba y se une a la revolución en los 60. Ha encontrado su camino, ha redefinido su identidad. Hacia el final de su vida, ya no siente que debería replicar la vida de su madre, en cambio, se siente segura y complacida con ella misma. Su trabajo como educadora en los primeros años de la revolución cubana le permiten encontrar su lugar en el mundo y sentirse orgullosa de su legado: miles de estudiantes que han aprendido a leer, a pensar y a cuestionar. Siente que ha cumplido con lo que su madre hubiera esperado de ella. Camila sostiene: “Nunca había pensado que la revolución que Fidel lideraba era la revolución verdadera. La verdadera revolución solo se puede lograr con la imaginación. Cuando uno de los estudiantes recientemente alfabetizado cogió un libro y leyó hambriento de placer, supe que estábamos más cerca de la patria que todos queríamos” (359).

De oruga a Mariposa: pérdida de la inocencia y despertar político

Minerva Mirabal, una de las cuatro hermanas de En el tiempo de las Mariposas, es la personificación de la determinación, la persistencia y la fuerza necesaria para llevar adelante la oposición a un régimen dictatorial. Es el corazón y el intelecto detrás de “Las Mariposas”, quizás, porque desde temprana edad, y mucho antes que sus hermanas, Minerva descubre qué tipo de gobierno rige a su país, lo que provoca un precoz despertar político. Teniendo en cuenta los conceptos turnerianos, tanto el descubrimiento como el despertar, indican un cambio, un rite of passage.

La protagonista, miembro de una familia bien acomodada, asiste, como pupila, con tres de sus hermanas a un colegio católico. En este se venera, como en todos los colegios y todos los hogares dominicanos, al Jefe, como se denomina al dictador Rafael Trujillo, tal como podemos observar en la siguiente situación:

Era el centenario de nuestra patria. Desde el día de la Independencia, el 27 de febrero, había habido celebraciones y representaciones […] No solo mi familia hacía una gran demostración de lealtad sino todo el país. Ese otoño, de vuelta al colegio recibimos nuevos libros de historia con un retrato de ya saben quién grabado en relieve en la tapa […] En toda la naturaleza hay una sensación de éxtasis. Una extraña luz sobrenatural impregna la casa; huele a trabajo y santidad. El 24 de octubre de 1981 la gloria de Dios hizo carne el milagro. ¡Ha nacido Rafael Leónidas Trujillo! (37-38).

Minerva sigue esta costumbre, como todo dominicano, hasta que conoce a Sinita, cuya familia ha sido víctima del régimen y, en consecuencia, sabe el trasfondo del sistema político. A través de su compañera, y con solo 12 años, la protagonista llega a conocer la forma en que Trujillo llega, primero, al poder de las fuerzas armadas para tomar, luego, la presidencia por la fuerza, y cómo la gente que no está de acuerdo “y abría su bocaza no vivía mucho…” (32), que Sinita ejemplifica con la muerte de los miembros de su propia familia. Este momento marca la separación de Minerva de un estado o situación anterior. En términos de Turner, esta es la primera etapa del rite of passage o rito donde se establecen transiciones entre estados distintos; de una situación estable y fija a otra; rito que acompaña cualquier cambio de lugar, de posición, de estado o de edad ( La selva…103-104). La protagonista pierde su inocencia y nace como ser político, entra en la etapa liminar del tránsito -el momento en el que un sujeto deja de ser lo que era para pasar a ser otra cosa-.

Sostiene Turner que el simbolismo que rodea a la persona liminar ha sido modelada a imagen y semejanza de los procesos biológicos humanos, dando así forma exterior y visible a un proceso interno y conceptual ( La selva…104). En la medida en que ya no están clasificados, los símbolos que los representan se toma muchas veces de “procesos físicos que tienen un matiz negativo, tales como la menstruación” (104). Este es el primer signo de la transformación de Minerva en la novela, a la mañana siguiente de enterarse y entender el secreto de Trujillo, como lo llama Sinita - que es él quien manda a matar a la gente-, nota la sábana mojada al despertarse: “Ay, no. ¡Me oriné! Después de decirle a Sor Milagros que no necesitaba una lona sobre el colchón. Levanté las frazadas. Por un momento no pude comprender qué eran esas manchas oscuras sobre la sábana de abajo. Luego me toqué con la mano. No había duda de que habían empezado mis complicaciones” (33) [3] .

La condición propia del sujeto liminar es la de la ambigüedad y la paradoja, una confusión de todas las categorías habituales (Turner, La selva…107). Tres años después de terminar el colegio, Minerva sigue en la casa paterna, sin saber realmente qué quiere. Por un lado, desea ir a la universidad, a la capital; por otro lado, algo, que no sabe qué es, la retiene en casa. Así lo manifiesta: “Lo peor eran las cartas que me enviaban Elsa y Sinita desde la capital, llenas de noticias […] Me moría de celos cuando papá me traía las cartas […] saltaba al jeep y salía a recorrer el campo a toda velocidad, […] como si eso me fuera a liberar. Me alejaba cada vez más, engañándome a mí misma con la idea de que me estaba escapando a la capital. Pero siempre algo que veía por el rabillo del ojo me hacía volver a casa” (93).

Otra situación que ejemplifica la condición antes mencionada, marca un momento crucial en la novela, y en la transición de la protagonista: para una de sus fiestas privadas, el Jefe invita a la familia Mirabal y a Minerva, en particular. Esto la coloca en una situación que le despierta sentimientos ambivalentes: por un lado, quiere aprovechar la oportunidad de estar cerca del Jefe para pedirle acceso a la universidad de derecho que no es fácil puesto que “está llena de comunistas y agitadores que quieren derrocar el gobierno” (106); por el otro, no puede soportar el precio a pagar, es decir, acceder a los deseos sexuales del dictador. Ante su presión ella reacciona, casi involuntariamente, de forma violenta, “empujo un poco para que afloje la presión, pero él me acerca más. Siento que me hierve la sangre, que aumenta mi enojo […] Me tira de una muñeca, haciendo un movimiento vulgar con la pelvis, y veo que mi mano se levanta, como con una mente propia, y descarga una bofetada sobre la alelada, maquillada cara” (107).

Esto marca el comienzo de un antagonismo personal entre ambos que lleva a la familia a sufrir consecuencias crueles y, al mismo tiempo, paradójicamente, va formando (y profundizando) la ideología política de la protagonista que, como sujeto de los ritos de paso, tiene una “realidad física pero no social, de ahí que tenga que permanecer escondido, puesto que sería […] una paradoja, tener ante la vista lo que no debería tener existencia” (Turner, La selva…108-109). “Así fue como nuestra casa se convirtió en el cuartel general del movimiento. Fue allí, con las puertas cerradas y los postigos de las ventanas bajos donde el ACC se fundió con el grupo que Manolo y Minerva habían empezado hacía más de un año” (En el tiempo…168).

Afirma Turner que, “puesto que no son ni una cosa ni la otra” ( La selva…108), otro aspecto negativo relativo a la invisibilidad del ser liminar es la de no tener nada. “No tienen ni status, ni propiedad, ni insignia, ni vestidos normales, ni rango […] nada que los deslinde estructuralmente de sus compañeros (109). Esta es la situación de Minerva cuando es apresada junto a su hermana María Teresa. Ellas reciben envíos desde el exterior, que Minerva se encarga de distribuir: “Tenemos todo lo que necesitamos, y hasta algunos lujos. Es decir, si Minerva no empieza a regalarlo todo. Dice que no debemos crear un sistema de clases en nuestra celda, una división entre los que tienen y los que no tienen (231).

El sometimiento a las pruebas y la reducción a una condición uniforme que experimenta Minerva durante su etapa liminar son signos del proceso mediante el cual se la tritura, para ser moldeada de nuevo y dotada de nuevos poderes con los que enfrentar su nueva situación en la vida (Turner, La selva…112). El período de tránsito llega a su fin en la etapa de agregación, cuando es liberada de prisión. El que fuera su nombre en código secreto, “la mariposa”, ahora pasa a ser una parte integral de su identidad: vuelve a la sociedad como La Mariposa, con un nuevo estatus, el de heroína de la resistencia.

Conclusiones

De lo anteriormente expuesto, podemos advertir que las tres primeras protagonistas que analizamos atraviesan la etapa liminar en un mismo contexto: el exilio. Aun así, el origen de la crisis en sus ritos de paso son diferentes: Sofía y Carla atraviesan un difícil proceso de aculturación y Camila sufre una relación ardua y complicada con su familia. La fase interestructural, si bien ambigua y paradójica en un principio, logra superarse en todos los casos. Las hermanas García se asimilan, finalmente, a la cultura de recepción, vuelven a un estado relativamente estable: Sofía se incorpora a la sociedad como madre; Carla ocupa una posición social como psicóloga. Por otro lado, Camila redefine su identidad: se vuelve fuerte, segura de sí misma y en control de su destino. Todas ellas encuentran su lugar en el mundo.

La etapa liminar transitoria que atraviesa Minerva Mirabal, por el contrario, tiene como contexto su país de origen que se encuentra inmerso en un régimen dictatorial. El detonante de la crisis en su rito de paso es su precoz despertar político, al descubrir el tipo de gobierno que rige la isla. Durante su periodo liminar somos testigos de la pérdida de su inocencia y su lucha por el grado de compromiso que ella tiene con la revolución. La protagonista supera la etapa liminar y se reinserta a la sociedad dominicana con una nueva identidad: se transforma en mito, en leyenda, en mártir, en “La Mariposa”.

En todas las instancias podemos apreciar, en palabras de Turner, la lucha por nuevas formas y estructuras, el proceso de gestación y la búsqueda de modos apropiados para la existencia postliminar (The Anthropology 42) a la que, de un modo u otro, las protagonistas llegan. De lo indagado en nuestro trabajo, podemos concluir que el momento liminar, desestructurante por esencia, de enorme fragilidad y altamente flexible, propio de un momento de cambio, termina estructurándose en algo diferente, se crea una nueva estructura, diferente a la original y desemejante a la que le dio vida. En los ritos de paso donde la etapa liminar concluye, esta juega el papel de estabilizadora de la acción social.

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[1] Cuba es el país de adopción de Camila y su familia tras la ocupación de Estados Unidos y más tarde la dictadura de Trujillo en República Dominicana.

[2] El resaltado es de la autora.

[3] Sor Milagros había reunido a las alumnas para hablarles de higiene personal en caso de “accidentes”, “percances”, “dificultades” a la hora de “convertirse en señoritas” (Álvarez, En el tiempo …29).