Visión de mundo y poliglotismo cultural en dos poemas de Juan Oscar Ponferrada [1]

Pablo Javier Sosa

RESUMEN

El artículo propone el análisis de dos poemas que integran el libro Loor de Nuestra Señora la Virgen del Valle de Juan Oscar Ponferrada, a partir de la noción lotmaniana de frontera. Los textos relatan una guerra entre aborígenes y colonizadores españoles, conocida como Gran Alzamiento Calchaquí. Nos interesa revisar cuál es la visión de mundo que los textos proponen y sus posibles implicancias en la construcción discursiva de una realidad siempre problemática: la conquista de América, en este caso, en tierras de Catamarca.

Palabras clave : guerras calchaquíes, Ponferrada, visión de mundo.

ABSTRACT

The article analyzes two poems by Juan Oscar Ponferrada, taken from the book Loor de Nuestra Señora la Virgen del Valle, from the theoretical notion of "border" as proposed by Iuri Lotman. The poems tell of a war between Aborigines and colonizers known as The Great Calchacquí Uprising. The aim of this article is to analyze the worldview proposed by the texts and its influence on the colonization of America, more specifically, Catamarca.

Keywords : Calchaquí wars, Ponferrada, worldvision

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“La cultura es en principio políglota, y sus textos siempre se realizan en el espacio de por lo menos dos sistemas semióticos”.

Lotman

Introducción

Si pensáramos la obra édita de Juan Oscar Ponferrada (1907-1990) –o gran parte de ella– como un intento de construcción de una epopeya cristiana, el poemario Loor de Nuestra Señora la Virgen del Valle (1941) podría ser considerado una obra clave en el trazado de esta tentativa.

La obra de Ponferrada, escritor de Catamarca, se enmarca en un contexto latinoamericano, y está atravesada por la confluencia de diversos fenómenos culturales que incluyen lo europeo y lo vernáculo, especialmente el sustrato indígena de los Valles Calchaquíes. Dicho sustrato resulta evidente en el libro El carnaval del diablo (1943) y se encuentra latente en otros como El trigo es de Dios (1947), Los pastores (1970) y, en especial, en la obra sobre la Virgen del Valle. En El carnaval del diablo el aspecto mítico-ritual de la Chaya, nombre del carnaval en los valles calchaquíes, atraviesa el drama. “El cambio de máscaras entre el Pucllay, suerte de Momo indígena, y Chiqui, el genio infausto, produce la confusión de los hombres y, consecuentemente, la tragedia” (Ponferrada, 1970, 133). Los Pastores recrea la celebración de la nochebuena “que hacen las gentes de las tierras del Norte” (105), dice su autor quien elige ponerla en forma de égloga. Loor –poemario objeto de nuestro análisis–, por su parte, relata la historia y milagros de la Virgen. Junto con las obras mencionadas, podrían completar el esquema épico cristiano otros elementos, como el pueblo que se funda luego de múltiples avatares (Catamarca), el héroe, no a la manera virgiliana u homérica, sino a la manera de Lucrecio [2] (Fray Mamerto Esquiú), los hechos maravillosos y la presencia hierofánica (la Virgen que se aparece inexplicablemente en Catamarca), las guerras por el dominio del Valle (aborígenes frente a españoles) y el aedo que relata las hazañas (Ponferrada). En efecto, la guerra en territorio catamarqueño, durante los años 1630-1636, es el motivo que recoge Ponferrada en dos poemas que integran Loor.

En tanto textos artísticos, los poemas comportan una visión de mundo y construyen una realidad en la que el espacio que ocupaba la tierra –como madre y nutricia– es sustituido por una imagen –la Virgen María. Nuestro objetivo es demostrar cómo los poemas son, según afirma Lotman, “un espacio semiótico en el que interactúan, se interfieren y se autoorganizan jerárquicamente los lenguajes” (97) que lo componen. Para ello, proponemos analizar los poemas “Donde se reconoce a Nuestra Señora como razón de la Conquista” y “Se evidencia cómo Nuestra Señora del Valle decidió la Conquista”.

Presupuestos teóricos

En el artículo “La semiótica de la cultura y el concepto de texto” (1981), recogido luego en La Semiofera I (1996), Lotman explica que, para que un texto alcance el estatuto de tal, “debe estar codificado, como mínimo, dos veces” (78). Estos textos, luego de múltiples y complejas recodificaciones, surgen como textos artísticos que, “al ser reexpuesto[s] en el lenguaje de un arte dado, el material multivocal [que lo compone] adquiere una unidad complementaria” (íb.). En el funcionamiento dentro de un continuum semiótico denominado semiofera,

la ulterior dinámica de los textos artísticos está orientada, por una parte, a aumentar la unidad interna y la clausura inmanente de los mismos, a subrayar la importancia de las fronteras del texto, y, por otra, a incrementar la heterogeneidad , la contradictoriedad semiótica interna de la obra, el desarrollo, dentro de ésta, de subtextos estructuralmente contrastantes que tienden a una autonomía cada vez mayor (79, énfasis nuestro).

Esta “vacilación” entre la homogeneidad y la heterogeneidad semióticas, como la denomina Lotman, “constituye uno de los factores formadores de la evolución histórico-literaria” (80) de los textos artísticos. Por ello, es clave para nuestra argumentación la cita que transcribimos, ya que los poemas que intentaremos analizar, como textos artísticos, se vuelven generadores de nuevos sentidos que no necesariamente pueden ser coincidentes entre las posiciones del autor y las posiciones del lector.

Si “la cultura en su totalidad puede ser considerada como un texto” (109), y si el texto, tal como afirma Lotman, requiere estar sumergido en la semiosfera “para realizar una actividad generadora de sentido” (89), entonces el texto, en tanto inscripto dentro de un “espacio semiótico fuera del cual es imposible la existencia misma de la semiosis” (24) reunirá los rasgos distintivos de la semiosfera, es decir, tendrá un carácter delimitado y una irregularidad semiótica. Es en el primero de estos rasgos distintivos en el que podremos situarnos con el objeto de analizar cómo los textos que proponemos para el estudio construyen –a partir de la noción de frontera– un espacio semiótico en el que pueden distinguirse diversas oposiciones: centro/periferia; lo propio/lo ajeno; lo ordenado/lo caótico; lo sagrado/lo profano (86).

Como para Lotman “la cultura es en principio políglota” (85), pretendemos mostrar el funcionamiento del poliglotismo cultural en los poemas objeto de análisis a través de diferentes procedimientos de retorización que permiten observar la no-pasividad de los textos. Por el contrario, al ser altamente organizado, el texto artístico “deviene un interlocutor de iguales derechos que posee un alto grado de autonomía” (81). En este sentido, el texto no solo tiene memoria –es decir, la capacidad de condensar información–, sino, también, produce conocimiento sobre el mundo y construye un modelo de realidad. En efecto, la compulsa que hacemos de los textos tiene como fin describir cuál es el modelo de realidad que construyen.

Contexto histórico y hecho sobrenatural

Los poemas que analizamos refieren un hecho histórico. Las guerras calchaquíes se suceden durante un siglo en territorio catamarqueño, desde el año 1562 hasta el año 1667. Conocidas como las Guerras Calchaquíes o como El Gran Alzamiento Calchaquí, los sucesos narrados tienen como contexto las luchas por la conquista y colonización españolas en territorio americano. En efecto, los Valles Calchaquíes constituían una zona a la que el dominio español no había podido –hasta ese momento– acceder. Los indígenas defienden su territorio del avance de los españoles y las ciudadelas que estos fundan son arrasadas por aquellos. De estas guerras, que fueron tres, interesa la segunda, que duró seis años, desde 1630 a 1636 [3] . De acuerdo con las crónicas de la época, los testimonios recogidos y el discurso historiográfico –que, también, se refiere al asunto–, los calchaquíes asedian toda fortificación construida o levantada por los españoles.

En este contexto, sucede un hecho al que le podría caber la calificación de sobrenatural y que, como parte de la tradición, es narrado como uno de los milagros de la Virgen del Valle. El hecho, sintéticamente, es el siguiente: enfrentados españoles e indios –estos muchos y bravos; aquellos, muy pocos–, la Virgen “se aparece” en el campo de batalla y auxilia a los españoles, al tiempo que provoca en los indios terror y los ahuyenta. Uno de los poemas lo dice de esta manera:

Con el gran alzamiento comienza su odisea;

¡A Londres! es el grito de ofensa y de pelea:

y alrededor de Londres todo remolinea

y a Londres se defiende y a Londres se saquea.

Seis años duraría la pavorosa gesta

heroica y sanguinaria, magnífica y funesta.

Seis años de incansable bravura manifiesta

entre la fe y el mito, la espada y la ballesta.

En el solar diaguita, de uno al otro confín,

no habría otra consigna que luchar hasta el fin;

pues ya por las quebradas de Singuil y Hualfín

corría inexorable la voz de Chalemín;

e iban los sigilosos guerreros calchaquinos

cortando los atajos, copando los caminos;

ora en agazapados avances de felinos,

ora en un torbellino de golpes repentinos.

Aferrada a su instinto de celo y de porfía,

Londres, bajo el asedio, luchaba en la agonía.

Por todos sus costados la indiada rebullía

y un cinturón de miedo la población ceñía.

[...]

Sin miras de refuerzos, librados a su suerte,

con esa sed de vida que en fiebre se convierte,

aún seguían poniéndole barreras a la muerte

los desapoderados defensores del fuerte.

Mas cuando la fatiga y el hambre y el desvelo

doblaban a los hombres, exhaustos, contra el suelo

y cuando enmudecían las frases de consuelo

y todo era un terrible silencio bajo el cielo;

vieron los atalayas, con ojos azorados,

cómo los sitiadores ya muy aproximados

en vez de entrar a saco conforme eran llegados

sus lanzas arrojaban y huían aterrados.

[...]

De esto nada nos dice la historia liberal

tan tiesa en sus principios de ciencia policial.

Mas nos lo dice todo la tradición oral,

la que honra la evidencia por ley fundamental:

“... Que sabe por palabra de sus antepasados,

los cuales presenciaron los hechos memorados,

que eran los calchaquíes innúmeros y osados,

y eran los españoles escasos y contados...

[...]

... Que la Virgen del Valle se les aparecía

y aterraba a los indios y así los contenía...

... Y que su vista en ellos gran descalabro hacía

pues toda su bravura trocaba en cobardía...”.

La alusión a la tradición oral que hace el poeta se refiere, precisamente, a los testimonios sobre hechos portentosos que fueron levantados en la Información Jurídica de 1764 (Larrouy 1915) [4] . También, refieren el hecho Pascual Soprano (1889), Lafone Quevedo (1897), Alberto Miranda (1980), Ramón Rosa Olmos (1957) y otros. Las referencias, en cuanto a la precisión de lugares y de fechas, son heterogéneas y, en muchos casos, contradictorias. No obstante, para el caso que nos ocupa, interesan solo dos cuestiones: la descripción del suceso en sí mismo y la manera en la que los poemas que analizaremos construyen un modelo de realidad a partir de las interferencias/reorganizaciones/interacciones que se suceden en ese espacio semiótico al que denominamos texto artístico.

Recursos de retorización

Las inevitables relaciones –y, además, fácilmente comprobables en el libro dentro del cual están los poemas que analizamos– que el texto mantiene con otros lenguajes (el de la historiografía, por ejemplo, o el lenguaje de la religión católica), generan un “mecanismo bilingüe” al que Lotman define como frontera del espacio semiótico, que permite no solo que los textos dialoguen entre sí, sino, fundamentalmente, “la separación de lo propio respecto de lo ajeno” (26). En esta traducción que el texto hace de otros lenguajes para semiotizarlos, la frontera se transforma en un espacio altamente activo. En ella se difuminan los límites entre lo que se considera propio y ajeno. En uno de los poemas, “Se evidencia cómo Nuestra Señora del Valle decidió la Conquista”, los espacios en pugna son claros: por un lado, los españoles y, por el otro, los aborígenes. A partir de uno de los procedimientos de retorización, la construcción de personajes, el poeta hace de la Virgen un interlocutor fronterizo, puesto que este personaje es en sí una frontera en la que se libran diferentes batallas: la batalla territorial (ayuda a unos en contra de otros), la cultural (lo hispánico frente a lo autóctono) y la axiológica (lo bueno frente a lo malo); pero, también, la religiosa (lo católico frente a lo no-católico). No es ingenuo, por ello, titular el poema como lo hace Ponferrada: quien decide no es la fuerza o la estrategia del ejército ni tampoco lo es la cantidad de luchadores, sino que es un personaje sobrenatural, intangible.

La incorporación del texto histórico (o de aquellos que se podrían considerar englobados en esta tipología) en el texto poético funciona como catalizador, ya que estimula y acelera la transformación o el corrimiento de las zonas fronterizas en torno a un hecho puntual: decidir quiénes están dentro y quiénes, fuera; lo propio frente a lo ajeno o, en un sentido diferente, la distinción de un espacio sagrado y de otro profano. Son, a través de varios recursos de retorización como el fenómeno de la intertextualidad, la construcción de personajes, las elecciones de géneros y algunas figuras retóricas, los modos a través de los cuales el texto va construyendo un mundo ficcional que, al tiempo que comunica, también, genera nuevos sentidos y permiten la apertura de diferentes interpretaciones gracias a su función de memoria (Lotman 91-109). Veamos, sucintamente, cada uno de estos procedimientos retóricos que dan cuenta del poliglotismo del texto que analizamos.

La intertextualidad, en el marco de la teoría lotmaniana, es considerada un mecanismo retórico. Como tal, permite poner en relación al hipertexto con el hipotexto (Genette 1989). En los poemas hay tres relaciones intertextuales muy claras. La primera, observable en la forma y en el eje temático vertebral del libro, traza una relación directa con el mester de clerecía y con el poeta riojano (España) Gonzalo de Berceo. A este tipo de intertextualidad, Genette la denomina architextualidad. El poema está escrito en cuaderna vía al igual que Milagros de Nuestra Señora. En el trazado poético, Ponferrada se declara discípulo de Berceo, a quien considera “maestro en el oficio de la cuaderna vía, / juglar de cuatro santos y de Santa María” (c. 141 a-b). La architextualidad permite al poeta de Catamarca no solo incluirse en una larga tradición literaria (el mester de clerecía medieval en una versión aggiornada), sino, fundamentalmente, lograr que, a través de un efecto dialógico, su discurso quede legitimado por una voz autorizada en la materia, Berceo. El segundo rasgo intertextual, más sutil, se muestra en el fraseo. Cuando el poeta dice “Ni esclavitud retórica, ni indisciplina vana;/ dejar que la poesía nazca de buena gana [...]/ al compás de la holgada respiración humana” (c. 8 a-b, d), el ritmo que imprime el fraseo cansino es un ejemplo de alusión [5] al relato del romero berceano cuando, llegado al verde prado, decide descansar y, luego, contar algunos milagros. El último rasgo intertextual es la incorporación de fuentes históricas y de la tradición oral en el poemario, ya que –de acuerdo con el principio de verosimilitud medieval, que Ponferrada toma de Berceo– lo que se relata “escrito lo encontramos en fidedigna fuente” (c. 14 d).

Tanto la relación discipular con Berceo como la presencia de textos históricos –a los que habría que agregar la tradición oral [“Los hechos prodigiosos que vengo a relatar/ se aprenden en mi tierra al aprender a hablar./ ¡Miren si los sabremos las gentes del lugar!” (c. 13 b-d)]– [6] constituyen procedimientos de retorización que legitiman el texto. Este procedimiento es capital en la consideración de un hecho histórico controversial, ya que en el poema “Donde se reconoce a Nuestra Señora como razón de la Conquista” se lee: “no hubo raza vencida ni raza vencedora” (c. 189 d) porque “halló el indio, lo mismo que el blanco, protección;/ porque, bajo el amparo de tu dominación/ todos tuvieron sitio para su salvación” (c. 190 b-d). Este fragmento contrasta abiertamente con el poema objeto de nuestro análisis, en el que se relata que “los indios no le daban tregua ni cabecera/ y anduvo en cinco puntos mudando enderecera” (c. 116 c-d), cuando se refiere a la ciudad fundada por los españoles. Luego, se lee en el mismo texto: “e iban los sigilosos guerreros calchaquinos/ cortando los atajos, copando los caminos;” (c.126 a-b) // “por todos sus costados la indiada rebullía/ y un cinturón de miedo la población ceñía” (c. 127 c-d), mientras que los españoles son “los desapoderados defensores del fuerte” (c. 129 d). Es decir, hay en este espacio semiótico una clara oposición entre el centro y la periferia. En el centro está la ciudadela fundada y protege a losdesapoderados defensores, mientras que en el afuera la indiada rebullía y provocaban un cinturón de miedo. Esta oposición, simbólicamente, tiene su correlato en otra como lo católico frente a lo no-católico o en un plano ético lo bueno frente a lo malo.

La construcción de los personajes que intervienen en el suceso es otro procedimiento de retorización que interesa destacar. Fundada la ciudad, los indios la atacan y los españoles la defienden. Mientras el poema “De las pruebas de amor que dio Nuestra Señora a los indios de Choya” dice que “allá en Choya los indios, presos de hurañía,/ lloraban a la imagen de la Virgen María./ Les desolaba el alma ver la gruta vacía,/ se sentían privados de amparo y compañía” (c. 99), en el otro texto titulado “Se evidencia cómo Nuestra Señora del Valle decidió la Conquista” se lee: “e iban los sigilosos guerreros calchaquinos/ cortando los atajos, copando los caminos” (c. 126 a-b); “la brava indiada/ [...] con tantos movimientos se siente incomodada” (c. 120 a,c). Es decir, en los poemas se construyen dos retratos del indio: aquellos que encontraron la imagen –siempre de acuerdo con las crónicas de la época y de la tradición oral– y que, huraños, lloran al ver que la Virgen no está en la gruta de Choya, y, por otra parte, los indios que como sigilosos guerreros no dan tregua a los españoles. Si completamos el cuadro de personajes, advertimos a los españoles como valerosos, guerreros de temple, observadores, audaces; también defensores, exhaustos, afligidos. Algunos ejemplos. Al hablar de Pérez de Zurita el poeta dice: “Tres ciudades al hilo, tres fuertes que serán, -Londres, Cañete, Córdoba- fundó en el Tucumán./ Con sólo sesenta hombres anduvo en tal afán./ Esto es lo que se llama ser todo un capitán” (c. 111); “Allí probó su sangre corajuda y señera,/ general benemérito, don G. Luis de Cabrera,/ nieto de aquel famoso Juan de Garay que fuera/ fundador de ciudades, guerrero de primera” (c. 128); “y eran los españoles escasos y contados” (c. 135 d); sobre Pérez de Zurita: “Todo esto está en la empresa de aquel conquistador/ -guerrero de alto temple, sutil observador-“ (c 115 a-b). Es, en síntesis, a través de este recurso de retorización la manera en la que se refuerza un espacio claramente dividido entre buenos y malos. Es llamativo que no haya en los poemas ningún indicio textual que considere a los indios atacantes como defensores de la tierra que les ha pertenecido y que les ha sido usurpada. En este sentido, el modelo de “realidad” que construye el texto es monológico y unilateral. A pesar de la heterogeneidad de voces que el poeta convoca para contar la historia (manifiesta en la intertextualidad), las “versiones de la realidad” se circunscriben a una sola: los españoles son víctimas del ataque de los indios: “Sin miras de refuerzos, librados a su suerte,/ con esa sed de vida que en fiebre se convierte,/ aún seguían poniéndole barreras a la muerte/ los desapoderados defensores del fuerte” (c. 129).

Al describir los mecanismos de la frontera, Lotman dice que “hay que tener en cuenta [...] que, si desde el punto de vista de su mecanismo inmanente, la frontera une dos esferas de la semiosis, desde la posición de la autoconciencia semiótica (la autodescripción en un metanivel) de la semiosfera dada, las separa” (28).

La imagen de la Virgen, en esta misma dirección, requiere consideración especial. En principio, como personaje-frontera, permite la unión de dos esferas de la semiosis, representadas en el español y el indígena. El poema “Donde se reconoce a Nuestra Señora como razón de la Conquista” se lee: “Razón de la conquista, pues tú, real Señora,/ fuiste en definitiva nuestra conquistadora;/ pues para tu alto imperio, que al cielo condecora,/ no hubo raza vencida ni raza vencedora” (c. 189) ya que “bajo tu manto […] / igual abrigo hallaron, conforme a su quebranto / los unos y los otros para enjugar su llanto” (c. 191 a, c-d). Sin embargo, este personaje fronterizo contribuye al mismo tiempo para que, en un sentido inverso, lo que se intenta por un lado unir por otro se separe: “Que la Virgen del Valle se les aparecía/ y aterraba a los indios y así los contenía... /... Y que su vista en ellos gran descalabro hacía/ pues toda su bravura trocaba en cobardía...” (c.137). Y es más contunde el texto cuando dice: “Tales son las palabras con que nuestros mayores/ testificar supieron las glorias y favores/ que concedió la Virgen a los conquistadores/ para honra de cruzados y no de pecadores” (c. 138, énfasis nuestro). En este sentido, “el texto altamente organizado deja de ser un mero mediador en el acto de la comunicación. Deviene un interlocutor (Lotman) que “tiende a pasar de un contexto a otro, [y] actualiza aspectos antes ocultos de su sistema codificante”. En tal sentido, “al volverse semejante a un macrocosmos cultural, deviene más importante que sí mismo y adquiere rasgos de un modelo de la cultura” (81), que se reproduce en su relación con el lector.

Algunas conclusiones

Al iniciar el trabajo hemos dicho que nos interesa, en el “trato de lector con el texto” –para decirlo en términos lotmanianos– averiguar cuál es el modelo de realidad que este último construye y ofrece. En efecto, a través de la categoría de frontera que Lotman nos propone y de la revisión de algunos recursos de retorización presentes en los poemas, podemos concluir que los textos artísticos que compulsamos tienen la capacidad de condensar información y se muestran como “interlocutores de iguales derechos que poseen un alto grado de autonomía” (Lotman 81). Como tales, transfieren/construyen un modelo de realidad y una visión de mundo en el que se distinguen “buenos” y “malos” y adjudican las características de aquellos a los españoles; el caso opuesto corresponde a los aborígenes. Por otra parte, y con el objeto de salvar a los españoles (colonos dice el texto), media entre estos y aquellos la Virgen, quien, luego de ayudar a los españoles y oponerse a los aborígenes en el campo de batalla, se ofrece como “pacificadora”. Las versiones de la tradición que elige el poeta dan cuenta solo de “las glorias y favores/ que concedió la Virgen a los conquistadores/ para honra de cruzados y no de pecadores”, a pesar de que –en el poliglotismo cultural– se pueden observar múltiples lenguajes como el de la tradición oral, el de la historia y el de la poesía religiosa de Berceo, una pseudoconfluencia superflua de dialogismo que, en realidad, es unívoca y verticalista. Finalmente, si la tierra era de los aborígenes y ellos la consideraban como madre, el avance de los conquistadores españoles no solo se da en un plano bélico al tomar para sí la tierra, sino, también, en un plano discursivo al construir una realidad en la que los valores simbólicos que aquella reunía han sido desplazados a una imagen, la de la Virgen María. Y, de esta usurpación, nada dicen los textos analizados.

Bibliografía

Larrouy, Antonio. Documentos relativos a Nuestra Señora del Valle y a Catamarca. Tomo Primero 1591-1764. Buenos Aires: Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1915.

Genette, Gérard. Palimpsesto. [1962] Trad. de Celia Fernández Prieto. Madrid: Taurus, 1989.

Lafone Quevedo, Samuel. Historia de la Virgen del Valle. Parte I. Catamarca: s/e, 1897.

Lotman, Iuri. La semiosfera I. Semiótica de la cultura y del texto . Madrid: Cátedra, 1996.

Miranda, Alberto. Historia popular de la Virgen del Valle. Buenos Aires: Editorial Guadalupe, 1980.

Olmos, Ramón Rosa. Historia de Catamarca. Catamarca: Editorial La Unión, 1957.

Ponferrada, Juan Oscar. Loor de Nuestra Señora la Virgen del Valle . Buenos Aires: La Mazorca, 1941.

---. Loor de Nuestra Señora la Virgen del Valle y otros libros de poesías. Buenos Aires: Ediciones Dictio, 1978.

---. Loor de Nuestra Señora la Virgen del Valle. San Fernando del Valle de Catamarca: Gobierno de Catamarca, 2009.

---. Tres obras dramáticas. Un gran nido verde. Los Pastores. El carnaval del diablo . Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1970 (Col. Juncos de oro).

Soprano, Pascual. La Virgen del Valle y la Conquista del Antiguo Tucumán. Buenos Aires: Imprenta y Estereotipia del “Courrier de La Plata”, 1889.



[1] El artículo recoge una de las líneas de investigación desarrollada en el marco de la tesis de Maestría en Culturas y Literaturas Comparadas (FL-UNC), titulada Loor de Nuestra Señora la Virgen del Valle de Juan Oscar Ponferrada. Vinculaciones con la literatura medieval española y fenómenos de transculturación , dirigida por la Dra. María Cristina Dalmagro y aprobada en diciembre de 2012.

[2] Ya que el franciscano va a luchar pero no con armas, sino con palabras o, dicho de otro modo, sus armas son las palabras. Hay que recordar que Esquiú se hace conocido por su gran capacidad oratoria. Apoyamos esta idea en el verso de Lucrecio “dictis, non armis” (V, 50). Si bien hay notables diferencias entre el concepto religioso del poeta latino con respecto al cristianismo de Mamerto Esquiú, no es propósito acercar ni tampoco comparar estas ideas, sino solo utilizar metafóricamente el verso citado, que ilustra sintéticamente lo que queremos señalar en el fraile franciscano en tanto sus palabras tienen una función didáctica y, además, funcionan como armas para convencer al auditorio.

[3] Algunas fuentes hablan de siete años y no, seis. Sin desmerecer el valor que tiene para la historiografía la precisión de ciertas fechas, para el aspecto que queremos señalar el dato es irrelevante.

[4] De los 54 testimonios que pueden leerse en la Información Jurídica, varios son los testigos que mencionan el hecho. Las versiones completas pueden leerse en los testimonios 1, 5, 27 y 30. Por los detalles que añaden son interesantes los testimonios 11 y 23 (Los indios son “confundidos” por la Virgen), 16 (fueron “reducidos al Catolicismo”) y 34 (la versión es recogida de un indio de nombre Lorenzo, “ladino en la lengua natural”, dice el texto, quien refiere el suceso por haberlo oído de otros).

[5] “En forma todavía menos explícita y menos literal, la alusión, es decir, un enunciado cuya plena comprensión supone la percepción de su relación con otro enunciado al que remite necesariamente tal o cual de sus inflexiones, no perceptible de otro modo” (Genette 10).

[6] “De esto nada nos dice la historia liberal / tan tiesa en sus principios de ciencia policial. / Mas nos lo dice todo la tradición oral, / la que honra la evidencia por ley fundamental” (c. 134 y passim).