María José Buteler
RESUMEN
Michael Leach en su artículo “The Politics of Masculinity: An Overview of Contemporary Theory” sostiene que, al igual que la femineidad, la masculinidad opera políticamente en diferentes niveles, como una forma de identidad o como una forma de ideología. La masculinidad puede ser vista como una forma de ideología al presentar un conjunto de valores y expectativas para y de los hombres. Este trabajo propone explorar la construcción de la identidad masculina en los personajes de Drown (1996) y de The Brief Wondrous Life of Oscar Wao (2007), de Junot Díaz. Los personajes masculinos de ambos textos se mueven entre el rechazo y la aceptación de los roles y expectativas para el sujeto masculino tanto en los Estados Unidos como en la República Dominicana. En este trabajo se analizará el discurso de la cultura en la construcción de la masculinidad.
Palabras claves : identidad- construcción- masculinidades- Junot Díaz
ABSTRACT
Michael Leach in his article “The Politics of Masculinity: An Overview of Contemporary Theory” expresses that the same as with femininity, masculinity operates politically at two levels as a form of identity or as a form of ideology since it presents a set of cultural ideals that define appropriate roles, values and expectations for and of men. This paper proposes to explore the construction of the masculine identity of the characters of Drown (1996) and of The Brief Wondrous Life of Oscar Wao (2007) by Junot Díaz. The male characters of both texts oscillate between the rejection and the appropriation of roles and expectations for the masculine subject both in the United States of America and in the Dominican Republic. This paper will analyze the discourse of culture in the construction of masculinity.
Keywords : identity- construction- masculinities- Junot Díaz
Los estudios de la masculinidad surgen a principios del siglo XX y se consolidan en la segunda mitad del mismo con el auge de los movimientos masculinos. Al principio se presentan como equivalentes a los movimientos femeninos en su defensa de los derechos del hombre pero también para dar una respuesta a los estudios de las mujeres que fueron percibidos como una amenaza para el hombre. En una sociedad patriarcal, muchos hombres perciben la cesión del poder como una forma de debilidad ante la mujer, sin embargo, el activismo masculino revela que es ese mismo patriarcado lo que condiciona la conducta de los hombres y éstos terminan siendo víctimas de un sistema que establece un único modelo masculino. Sara Martin en “Los Estudios de la masculinidad. Una nueva mirada al hombre” (2007) expresa que los movimientos masculinos aspiran a “convencer a todos los hombres que una cesión del poder no significará en absoluto un menoscabo de su masculinidad sino que al contrario, los liberará de la indeseable presión que el patriarcado ejerce sobre ellos” (90).
A partir de los años 50, los teóricos que estudian masculinidades acuerdan que la masculinidad no se hereda sino que se construye socialmente, históricamente y políticamente. Los sujetos son socializados en roles masculinos y femeninos, aprendidos en la familia, célula inserta en una sociedad y cultura, y por lo tanto el concepto de lo masculino está íntimamente ligado a la sociedad y al país donde habitan los sujetos. Es decir, estos teóricos parten de un concepto anti- esencialista de la masculinidad que supone que el sexo biológico de un sujeto no determina su identidad y por lo tanto tampoco su conducta. Michael Leach en su artículo “The Politics of Masculinity: An Overview of Contemporary Theory” (1994) expresa que al igual que la femineidad la masculinidad opera políticamente en diferentes niveles: “En un nivel, es una forma de identidad, una forma de auto-entendimiento que estructura actitudes y conductas personales. En otro nivel, distinto pero relacionado, la masculinidad puede ser vista como una forma de ideología, ya que presenta un conjunto de valores y expectativas para y de los hombres” (36) [1] . Todd W. Reeser en Masculinities in Theory. An Introduction (2010) sostiene que las ideologías son creadas y propagadas a través de distintas formas sociales, especialmente a través de imágenes, mitos, discursos y prácticas. Agrega que “En virtud de su repetición constante e inevitable a través de la cultura, estas herramientas de ideología eventualmente se vuelven naturales y por lo tanto no se cuestionan ni se interrogan, y cada una tiene su propia función específica en el proceso de construir la masculinidad como una ideología” (23). En lo que respecta a las imágenes, a través de la televisión, películas y carteles se transmite el mensaje que cierto tipo de masculinidad es más valido que otro. De manera similar a las imágenes, los mitos también contribuyen a la construcción de ciertas formas de masculinidad que se perpetúan en el tiempo. Asimismo, los diferentes discursos construyen distintos tipos de masculinidad; diversos textos contienen presuposiciones sobre la masculinidad que se propagan entre niños y adultos, tales como los discursos culturales en la medicina, en el ámbito legal, en el campo del psicoanálisis, la religión, y la pedagogía entre otros. Por último, las prácticas también contribuyen a construir la masculinidad; éstas pueden incluir los deportes, los juegos y la vestimenta. Reese argumenta que las prácticas no pueden ser separadas de las imágenes, de los mitos ni de los discursos tampoco, ya que todas pueden superponerse una con otra.
Es también a partir de los años 60 y 70, cuando nacen los estudios afroamericanos y los chicanos, que se toma consciencia de que la construcción de la identidad masculina está cruzada por aspectos tales como la raza, la nacionalidad, la clase social, la edad, la religión y la orientación sexual. Es menester aclarar que en la actualidad ya no se habla de masculinidad sino de masculinidades (Martin 2007, 89) ya que se ha desechado la idea que lo masculino constituye una única identidad al entrar en juego diversos factores, como los mencionados anteriormente. Esta nueva concepción tiende a desuniversalizar lo masculino y a particularizar los distintos factores que determinan la construcción de la identidad masculina.
Los estudios de masculinidad de la socióloga australiana Raewynt Connell han sido de gran influencia en los estudios de masculinidades. En 2005 publica el libro Masculinities donde analiza el tema del poder y de las relaciones entre los géneros con respecto a la hegemonía masculina. También se refiere a la masculinidad como una conducta que se construye y que se ejerce bajo distintos grados de presión social. Ser hombre significa desenvolverse conforme a las expectativas de la sociedad y si no se actúa de acuerdo a los roles propuestos, el hombre se arriesga a fracasar y a ser juzgado por ello. Connell estudia especialmente la producción de categorías sociales a lo largo de la historia sobre las cuales se mantiene y se reproduce la supremacía de la masculinidad blanca heterosexual sobre cualquier otra masculinidad. Es así que al sujeto homosexual se lo asocia a lo femenino y como tal, se lo considera inferior. Las minorías raciales tampoco participan de esta hegemonía masculina ya que son consideradas como el otro, el extraño y por lo tanto, tan inferiores como la mujer y el hombre homosexual. En estas clasificaciones, el poder y la riqueza juegan un papel importante que reproduce relaciones de dominación sobre otros grupos. Como expresa Sara Martin “la posesión del privilegio en una sociedad patriarcal condiciona el modelo masculino… lejos de ser una sola construcción, la masculinidad es muy diversa” (93).
Es mi contención que los personajes masculinos de Drown (1996) y de The Brief Wondrous Life of Oscar Wao (2007), ambos textos de Junot Díaz, se mueven entre el rechazo y la aceptación de los roles y expectativas para el sujeto masculino tanto en los Estados Unidos como en la República Dominicana. Esta tensión que se observa se puede interpretar como un cuestionamiento de la masculinidad hegemónica.
Junot Díaz es un escritor dominicano estadounidense nacido en Santo Domingo, República Dominicana, en el año 1968 que emigra a los Estados Unidos a la edad de seis años. Drown es el primer libro que publica en el que recopila cuentos que escribió mientras trabajaba en su tesis de maestría y que había publicado en distintas revistas antes de reunirlos en esta colección. Diez años más tarde, en 2007, publica su primera novela, The Brief Wondrous Life of Oscar Wao, por la cual es galardonado con el premio Pulitzer.
Drown es una colección de diez cuentos, de los cuales seis están narrados en primera persona y de alguna manera, conectados a Yunior el narrador. No se puede saber con certeza quién narra los otros cuatro cuentos pero se puede suponer que es Yunior también, ya que a pesar de que el narrador no se identifica con un nombre, el lector no puede no reconocer el estilo de la narración y muchas de las señales dadas por Díaz para asociarlo con Yunior. Cada relato se presenta como una viñeta e independiente de los otros, sin embargo, se puede leer también con una novela en la que cada viñeta representa un capítulo en la vida de Yunior y de su familia. Los cuentos de esta colección retratan la vida en la pobreza en la República Dominicana, la migración a los Estados Unidos, la marginación en la experiencia del inmigrante y los problemas de asimilación a la cultura hegemónica. La historia comienza cuando Yunior y su hermano Rafa tienen 8 y 12 años respectivamente y son enviados al campo a la casa de algunos familiares para que su madre pueda trabajar. Yunior y Rafa viven con su madre, ya que su padre Ramón ha partido a los Estados Unidos en búsqueda de una mejor vida y con la promesa de reunirse con ellos en el nuevo país. Cuando Yunior tiene nueve años su padre los lleva a New Jersey en los Estados Unidos, donde viven en un departamento en un barrio marginal junto a otros inmigrantes. Los relatos nos trasladan de la infancia de Yunior en la República Dominicana a su adolescencia ya en los Estados Unidos. Cuando adolescente, Yunior se involucra en diferentes actividades ilegales en el barrio junto a otros inmigrantes, vende droga, roba y ayuda a pagar algunos de los gastos en la familia. Los últimos cuentos de la colección relatan la experiencia de Ramón tratando de encontrar un lugar en los Estados Unidos antes de ir por su familia. El sueño americano se presenta como un sueño inalcanzable para los inmigrantes.
El hombre dominicano americano se mueve entre dos imágenes de masculinidad a imitar: la del hombre norteamericano y la del hombre dominicano. Con respecto al hombre estadounidense, el sociólogo Erving Goffman expresa que hay un solo modelo a imitar:
un joven, casado, blanco, urbano, del norte, heterosexual, protestante, padre, con una educación universitaria, con un trabajo a tiempo completo, de buena piel, peso y altura... Cualquier hombre que no califique en algunos de estos aspectos muy posiblemente se vea a sí mismo—al menos en algunos momentos—como indigno, incompleto e inferior. (ctdo. en Kimmel 4)
Goffman también sostiene que el hombre estadounidense define su masculinidad, no tanto en relación a las mujeres sino en relación a otros hombres. Con respecto al ideal del hombre dominicano, Chant y Craske en Gender in Latinamerica (2003) sostienen que ser hombre en Latinoamérica implica ser sostén de familia y responsable de la toma de decisiones en la casa. También observan que el hombre goza considerablemente de mayor libertad y poder que la mujer:
Tan sólo veinte años atrás, por ejemplo, en muchas partes de Latinoamérica, las definiciones de modelos “tradicionales” de género en la familia se centraban alrededor del hombre como sostén de familia y principal (sino único) responsable de la toma de decisiones en el ámbito familiar, y como poseedor de mayor poder y libertad que su homólogo femenino. Mientras que los esposos podían pasar una considerable cantidad de tiempo con sus amigos y colegas fuera de la casa, las principales relaciones de las mujeres con otros hombres estaban forjadas con sus hijos varones. Las mujeres se presentaban como madres y amas de casa, financieramente dependientes de los hombres y con escaso poder en la toma de decisiones en sus propias vidas. (167)
Los personajes masculinos de Drown oscilan entre estos dos modelos impuestos por las dos culturas que los habitan y se puede observar un vaivén entre el rechazo y la aceptación de los roles impuestos y cómo estos influyen en la construcción de sus masculinidades.
Cuando Ramón deja la isla para establecerse en Estados Unidos, Yunior y Rafa crecen con la imagen de un padre ausente al que idealizan. Es el hombre valiente que se aventura a un país desconocido en busca de un mejor futuro para su familia. Reeser manifiesta que “tradicionalmente ciertas características patrióticas, tales como el valor y el honor, a menudo se perciben como rasgos inherentemente masculinos” (173), características que ambos hermanos asocian con su padre en uniforme de soldado, única foto que tienen de él. Sin embargo, dicha foto no es suficiente para sustituir la ausencia del padre, es por eso que arman un rompecabezas de los distintos hombres con los que se relacionan:
Los días en que tenía que imaginármelo—no a menudo, ya que Mami ya no hablaba mucho de él—era el soldado en la foto. Era una nube de humo de cigarrillo, los rastros aún podían verse en los uniformes que había dejado. Era partes de los padres de mis amigos, de los jugadores de dominó en la esquina, pedazos de Mami y Abuelo. No lo conocía para nada. No sabía que nos había abandonado. Que esta espera era toda una farsa. (70)
En la República Dominicana, los únicos referentes reales con los que cuentan son la figura del abuelo materno y la de los tíos que sirven de modelos a imitar. El abuelo habita la esfera de lo doméstico y por lo tanto el rol masculino se desdibuja en actividades propias de la mujer como lo es el cuidado de los niños. El abuelo se ocupa de ellos mientras su madre trabaja y les cuenta acerca del pasado y de los buenos tiempos cuando un hombre podía vivir de su finca y “los Estados Unidos no era algo sobre lo que la gente planeaba” (73). Ahora solo se dedica a cuidar a sus nietos y a ayudar a los vecinos a exterminar ratas, sin siquiera cobrarles mucho. Los tíos, por el contrario, refuerzan la idea del macho dominicano. Chant y Craske expresan que el concepto de macho y sus derivados tales como el machismo están asociados a la afirmación del poder y al control sobre las mujeres y sobre otros hombres. También sostienen que al macho se le atribuye la virilidad y ésta se entiende como representación simbólica de la masculinidad y de la sexualidad masculina (56). Roger Lancaster en su libro Life is Hard: Machismo, Danger and the Intimacy of Power in Nicaragua (1992) afirma que
El machismo […] no es de manera exclusiva ni primordial un recurso de estructuración de las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Es un recurso de estructuración del poder entre y mediante hombres. Como beber, jugar, correr riesgos, afirmar la propia opinión y pelear, la conquista de las mujeres es una hazaña realizada con dos audiencias en mente: primero otros hombres, frente a quienes uno debe probar constantemente la propia masculinidad y virilidad; y segundo, uno mismo, a quien uno también debe mostrarle todos los signos de la masculinidad. (235)
Los hermanos de sus padres beben, fomentan la bebida y la conquista sexual de las mujeres. En el cuento “Fiesta ,1980”, ya en los Estados Unidos, el tío Miguel le ofrece una bebida a Yunior, que tan solo tiene 9 años y cuando la madre lo reta diciendo que es muy chico para eso, el tío contesta: “¿Chico? En Santo Domingo ya estaría tirándose a una chica” (31). Ser hombre para su tío significa actuar a la altura de las expectativas para los hombres de la República Dominicana, sin importar la edad o el lugar geográfico que el sujeto habite.
Otro aspecto interesante a mencionar es que tanto la masculinidad como la femineidad son conceptos inherentemente relacionales, es decir construyen su significado en relación con el otro, como una marca social y una oposición cultural (Connell 43). La subjetividad masculina se construye en relación al otro femenino y en contraposición a las características asociadas con las mujeres: los hombres hablan en voz alta y gritan, nunca ayudan en casa y hacen alarde de sus conquistas sexuales. Las mujeres obedecen silenciosamente, y cuando se animan a protestar por una infidelidad terminan perdonando al hombre y volviéndose más sumisas como si su conducta fuera la causa del adulterio. Las protagonistas femeninas de los cuentos de Junot Díaz en general se presentan como dóciles, capaces de ponerse en el lugar del otro y con la habilidad de sentir y poder expresar sus sentimientos. Rafa construye su imagen de masculinidad en oposición a lo que él interpreta como inherente a lo femenino. Él es el hombre viril que usa y deja a las mujeres cuando quiere, incluso desde niño. Esto se puede apreciar cuando su madre los envía al campo, a casa de sus tíos por un tiempo; en el medio de la nada lo único que puede pensar Rafa es que “Cuando vuelva a casa, me voy a chingar todas mis chicas, y después todas las de los otros” (4). Para Rafa ser hombre significa acostarse con cuanta mujer quiera sin importarle si ellas quieren o si están en alguna relación con otro. Tampoco se permite la empatía con el otro, el débil o el que sufre como muestra su conducta ante Ysrael y Yunior.
Yunior, menor que Rafa y ante la ausencia de un modelo de padre, ve en su hermano el hombre a imitar y lo admira secretamente, siguiéndolo a todos lados. Sin embargo, en varias ocasiones experimenta una ambigüedad en cuanto a su conducta con el otro, el diferente, o con las mujeres. La construcción de la masculinidad en la República Dominicana no da lugar a que el hombre exprese sus sentimientos o llore. Cuando Yunior llora después de que tienen que bajar del ómnibus por no haber pagado el pasaje y además ha sido manoseado por otro pasajero, Rafa no le tiene paciencia y le dice “Tienes que volverte más duro. Llorando todo el tiempo. ¿Crees que papi está llorando? ¿Crees que eso es lo que ha estado haciendo estos últimos seis años?” (14). Yunior se avergüenza de su llanto y trata de imitar a su padre, o al menos, lo que ambos creen que su padre haría.
En el cuento “Ysrafel” Junot Díaz cuestiona este modelo de macho dominicano a imitar al presentar a Yunior como capaz de empatizar con el otro. Yunior siente pena por el niño que usa una máscara para ocultar su rostro que ha sido desfigurado por un cerdo. Rafa es consciente de lo que está pasando en Yunior e inmediatamente golpea a Ysrael y Yunior se da cuenta que no puede sentir empatía por él porque Rafa no lo aprueba. Para ser un verdadero hombre debe actuar con crueldad y no dudar ante el dolor del otro. Desde niño Yunior sabe que no puede darse la libertad de actuar como sus sentimientos le indican sino que debe ajustarse a lo que se espera de él como hombre y como dominicano.
En el caso de Ysrael, se lo discrimina por su cara marcada. En el pueblo, se constituye como el otro que se esconde tras una máscara y por lo que los niños imaginan todo tipo de historias. Son crueles con él, se le burlan y lo acosan verbal y físicamente. En uno de sus encuentros los chicos en su agresividad le dicen: “Te vamos a convertir en una niña … ¿Has sido una niña antes? Apuesto que no. No tiene nada de divertido” (156) como si fuera la peor de las amenazas posibles. Ante esto Ysrael se siente aterrorizado y casi no puede respirar hasta que el dueño del local de belleza lo defiende y los niños lo dejan tranquilo. La máscara de Ysrael puede ser entendida como la máscara que usan los hombres para esconder lo que realmente son o sienten. Yunior debe esconderse tras la máscara del niño fuerte, que no llora y que no siente lástima por el otro. Rafa oculta sus debilidades siendo cruel con el más frágil, el diferente o la mujer.
Al hombre homosexual se lo asocia con lo femenino. En el cuento que le da el título a la colección, “Drown”, Beto, uno de los amigos de Yunior es homosexual y Yunior lo descubre cuando un día viendo televisión su amigo lo toca. La primera vez Yunior huye, no quiere verlo de nuevo y al día siguiente cuando Beto lo busca Yunior dice: “Mayormente me quedé en el sótano, aterrorizado que terminaría anormal, un pato culiado, pero era mi mejor amigo y en ese entonces me importaba más que cualquier otra cosa” (104). Su madre insiste en saber qué pasó que ya no pasan tanto tiempo juntos pero Yunior contesta con evasivas sin contarle la verdadera razón por la que no quiere ver a Beto nunca más. La homosexualidad lo espanta, pero al mismo tiempo lo inmoviliza; no encaja en la idea de masculinidad con la que fue criado, al igual que atenta contra la amistad y los sentimientos que tiene para con Beto.
En el cuento “How to Date a Browngirl, a Blackgirl, a Whitegirl, or Halfie”, escrito como un manual de instrucciones en el que se explica paso a paso cómo salir con mujeres de distintas razas, Yunior da consejos de cómo seducir a una mujer. Los consejos que Yunior da y que en realidad se los da a sí mismo como una forma de convencerse que lo está haciendo bien, revelan la ambigüedad que el narrador siente con respecto a su identidad masculina y dominicana-americana. También pone en evidencia los estereotipos con los que se maneja el narrador con respecto a las mujeres de diferentes razas o procedencias. Él aconseja tocarle el pelo suavemente “como lo hacen los chicos blancos” (145), llevarla a cenar al Cibao, pedir la comida en español y “dejar que te corrija si es una Latina” (145), escucharla y no discutir en una primera cita y de esa forma poder aunque sea besarla y tocarla. Cuando ella llame por teléfono demostrar no estar interesado y no atender. El macho dominicano debe mostrar que tiene el dominio de la situación como un arma de seducción. Sin embargo, este cuento solo pone en evidencia que Yunior oscila entre distintas representaciones y que no tiene bien claro en qué rol se siente cómodo, es por eso que adopta distintas caras para distintas mujeres y al final tampoco está seguro si será exitoso: “pero generalmente no va a funcionar de esta manera. Estate preparado” (142). Yunior quiere probar ante los otros su masculinidad al hacer alarde de cómo conquistar a una mujer, lo que nos remite a una de las características del macho dominicano en relación a la conquista sexual. Sin embargo, Yunior también es consciente que no es como los otros chicos de su barrio; no es atractivo para las mujeres y sabe que en realidad nada va a salir como planeado. Ante la imposibilidad de encajar en el modelo de macho, Yunior se retrae y prefiere mirar una película “sin una familia que lo cuestione” (149), pareciera que alcanzar el modelo tiene que ver con lo que se espera de él pero no con lo que él realmente se siente cómodo.
Los diferentes personajes masculinos construyen su masculinidad ya sea ajustándose a modelos masculinos heredados de su cultura o en respuesta a expectativas que los otros tienen de ellos como hombres dominicanos, americanos o dominicanos americanos. En lo que respecta a Ramón, su masculinidad se construye sobre la base del macho dominicano, bien musculoso, viril, bien vestido, aquél que no puede ser fiel a su mujer y tiene muchas aventuras; la masculinidad en este caso se centra en la conquista sexual. Ramón se ejercita diariamente, le gusta mostrar sus tríceps y bíceps, se viste bien, “Las rayas en sus pantalones y las camisas blancas resplandecientes eran su sello” (170). Este modelo de masculinidad es a la que a menudo adhieren tanto Rafa como Yunior y se ve claramente reflejada en las conductas y aspiraciones que ambos tienen. Asimismo, el sujeto masculino dominicano entiende su hombría en términos de ser el sustento familiar, es por eso que Ramón necesita emigrar para poder proveer a su familia. Sin embargo, una vez llegado a los Estados Unidos le resulta difícil adaptarse a los espacios reservados para los inmigrantes, ya que se siente encasillado en roles que no responden a su ideal de sujeto masculino. Tampoco responde al modelo de masculinidad de los Estados Unidos: no es de raza blanca, ni protestante, ni tiene una educación universitaria o un trabajo a tiempo completo. Por lo tanto, Ramón es discriminado por su raza, por su nacionalidad y por su condición de indocumentado en los Estados Unidos. Se rehúsa a aceptar la oferta de su amigo para hacerse cargo de la venta de hot dogs en un carro porque la imagen del hombre viril, del hombre exitoso, no concuerda con la de un vendedor de panchos; “Estoy buscando la inversión correcta, le dijo a JO-JO. No soy un hombre de comidas” (191). Ramón pierde los pocos ahorros que tiene al intentar adquirir la ciudadanía americana y termina casándose con una mujer que le permite permanecer en los Estados Unidos y la que también lo mantiene al principio. Pero no le cuenta la verdad de su pasado, ni de su mujer ni de sus hijos. Ramón tampoco es feliz con ella porque al no tener ingresos ella lo mantiene y eso afecta su auto estima porque no está a la altura del hombre dominicano como proveedor y sostén de familia. A Rafa también se lo retrata como el hombre viril, que se ejercita para mantenerse en forma y que tiene a todas las mujeres que desea sin comprometerse con ninguna. En el caso de Yunior, vemos como este personaje oscila entre la imagen del macho dominicano y aquélla con la que él se siente más identificado, la de una persona sensible que puede ponerse en el lugar del otro.
The Brief Wondrous Life of Oscar Wao cuenta la historia de Oscar de León entrelazada con la historia de su familia que se ve obligada a dejar la República Dominicana en tiempos de la dictadura de Trujillo. Yunior, el personaje y narrador de varios de los relatos de Drown, narra la experiencia de Oscar desde su niñez hasta su muerte en la República Dominicana. Yunior nos cuenta en el prólogo la maldición, el fukú, que persigue a la familia León para luego retratar a Oscar cuando niño como el típico dominicano, viril, siempre irresistible y ganador entre las mujeres; la masculinidad concebida como sinónimo de conquista sexual y virilidad. Cuando Oscar entra en la adolescencia y sube de peso, se vuelve un nerd que solo lee ciencia ficción y se aleja de ese modelo de masculinidad que le ofrece su cultura dominicana ya, que tanto su aspecto físico como sus intereses no encajan en los patrones de masculinidad dominicana. Oscar sufre al no adecuarse a la imagen del macho dominicano y, por lo tanto, al no ser reconocido como dominicano, se siente frustrado a punto tal que intenta quitarse la vida.
En el primer capítulo de la novela Yunior hace referencia al cambio que sufre el héroe de la novela. Cuando Oscar tenía solo siete años él había sido criado como el típico macho dominicano que siempre
estaba tratando de besar a las chicas, siempre venía por detrás de ellas durante un merengue y les daba la bomba pélvica, era el primer negro que aprendió el perrito y él que lo bailaba ante cualquier oportunidad que tenía. Porque en aquéllos días él era (aún) un chico dominicano normal criado en una familia dominicana “típica”. (11)
Es en la niñez cuando los modelos a imitar son transmitidos y Oscar cumplía con todos los requisitos para ser un hombre con todas las letras, atractivo, con iniciativa, con éxito entre las niñas: “(Miren a ese pequeño macho, las amigas de su madre decían. ¡Qué hombre!)” (14). Sin embargo, años más tarde, ya adolescente Oscar no se ajusta a la definición tradicional de hombre dominicano:
Nuestro héroe no era uno de esos gatos dominicanos del que todos siempre hablan- tampoco era un bateador o un bachatero, ni un playboy con un millón de minas.
Y excepto por un período temprano en su vida, el tipo nunca había tenido mucha suerte con las mujeres (que poco dominicano de él). (11)
Tampoco era lo suficientemente agresivo ni tenía “tendencias marciales” (15). Su inhabilidad en los deportes avergonzaba a sus amigos y lo dejaba fuera del grupo de sus pares. Su falta de conformidad con las prácticas propias de su género hacen que se lo vea como un perdedor que “no puede pasar como Normal incluso si quisiera” (21). Sin embargo, Oscar lucha por conformar el estereotipo y “trató de lustrar lo que quedaba de su dominicanidad, al intentar parecerse más a sus malditos primos fanfarrones, quizás porque creía que en su hiper hombría latina podría encontrar una respuesta” (30). No adecuarse a un estereotipo establecido culturalmente significa no ser normal, como si las categorías de lo que significa ser masculino fueran naturales y asociadas al sexo biológico con el que se nace. El color de la piel de Oscar, bien oscuro, su sobrepeso y su no conformidad con las normas de masculinidad dominicana también lo diferencian de los hombres estadounidenses y del resto de los dominicanos que viven en New Jersey:
Los chicos blancos miraban su piel oscura y su afro y lo trataban con inhumana aclamación. Los chicos de color, al escucharlo hablar y al verlo mover su cuerpo, sacudían sus cabezas. No eres dominicano. Y él decía, una y otra vez, Pero lo soy. Soy dominicano. Dominicano soy. (49)
Oscar lucha por pertenecer, por ser definido como dominicano en los Estados Unidos. Está obsesionado con salir con chicas y perder su virginidad porque “Ningún hombre dominicano ha muerto virgen” (174), pero no es popular ni aceptado por sus pares. Yunior le dice que morir virgen para un dominicano significa ir “en contra de las leyes de la naturaleza” (175). Tanto en los Estados Unidos como en la República Dominicana, Oscar se siente inadecuado. Cada vez que le dicen que es poco dominicano, Oscar “insistiría tristemente, soy dominicano, lo soy” (180). Cuando Oscar visita la República Dominicana con su madre y Lola, vislumbra una posibilidad de poder ser él mismo. Si bien no se siente completamente en casa, ya que experimenta esa tensión entre el pertenecer y no a la isla, es allí donde puede olvidar por un tiempo que es el otro, que no se ajusta a los parámetros de masculinidad del hombre americano:
después de que se rehusó a sucumbir ante el susurro que todos los inmigrantes llevan dentro suyo que les dice No perteneces, después de que hubo ido a alrededor de cincuenta clubes nocturnos y porque no podía bailar salsa, merengue o bachata se había sentado y bebido. (278)
Sin embargo, también es consciente que no puede engañarse, porque a la larga tampoco se identifica con la imagen del hombre dominicano. Solamente su abuela, la Inca, lo defiende y ve más allá de su apariencia física, del joven con sobrepeso y algo raro. Es por eso que ella destaca sus aptitudes intelectuales, características que no figuran dentro de la masculinidad dominicana y que se presentan como un modelo alternativo de masculinidad. Ella apoya su proyecto de escritura y de convertirse en escritor. El hecho de que sea su abuela, una mujer, la que propone un modelo alternativo de masculinidad nos hace pensar en una masculinidad contra hegemónica.
El viaje de vuelta a la isla es una especie de bienvenida donde al principio se siente acogido por la familia grande de la isla. Ybón, la mujer de la cual se enamora, lo hace sentirse bien y recuperar su autoestima. Ve en ella la única posibilidad de volverse finalmente dominicano: “Era un chico no tan gordo que nunca había besado a una chica, nunca había estado en la cama con una y ahora el mundo le revoleaba una puta hermosa bajo sus narices. Ybón, estaba seguro, era el último intento desesperado del Poder Superior de ponerlo de nuevo en el camino correcto de la masculinidad dominicana” (283). Pero la relación no es bien vista por su familia ya que Ybón es una prostituta y además tiene novio, un policía de la isla. Tanto su madre como su abuela le piden que no se involucre con ella, pero Oscar no las escucha. En cambio, su tío se ríe y festeja que finalmente Oscar es un hombre cuando pierde su virginidad: “Su tío parecía emocionado que ya no tenía un pajarón de sobrino. No puedo creerlo, dijo orgullosamente. El palomo es finalmente un hombre” (287).
Es interesante notar cómo Yunior, el narrador de la novela y de varios de los relatos de la colección, ha madurado hasta convertirse en un joven. Al tomar clases en la universidad se acerca más al modelo del hombre americano, “universitario”. En su rol de narrador cuenta la vida de Oscar y construye su masculinidad en oposición a Oscar. Si bien en los relatos de Drown se puede observar que Yunior muestra ambivalencia con respecto a lo que se espera de él como hombre y lo que él siente, en The Wondrous Life of Oscar Wao Yunior es el estereotipo del macho dominicano. Al igual que Oscar, ha emigrado a los Estados Unidos cuando niño y concibe la masculinidad en términos de machismo, virilidad, y conquista sexual. Esto es evidente en el lenguaje que usa para referirse a todas las mujeres con que se ha acostado, es despectivo y peyorativo en su trato con ellas. Le interesa su apariencia, sus músculos y todo aquello que indique que es fuerte y que puede ejercer poder sobre otros hombres y sobre las mujeres. Díaz lo retrata como un Don Juan, un hombre que no puede ser fiel a ninguna mujer, ni siquiera a quien dice amar y lamenta perder. La novela relata su relación con Lola y cómo ella cansada de sus infidelidades lo deja. Cuando decide compartir habitación con Oscar en la universidad lo hace para ganarse el favor de Lola, y no porque realmente quiera ayudar a Oscar. Su interés en que Oscar cambie, se vuelva un hombre, de acuerdo a lo que él considera uno, tiene que ver con su propia construcción de la masculinidad. Un “macho” como él no puede compartir la habitación con un tipo raro, medio afeminado como Oscar; es por eso que intenta que Oscar cambie. Lo saca a correr por las mañanas para que baje de peso y desarrolle músculos, le da consejos de cómo acercarse a una chica, qué decir y qué no decir. No puede simplemente aceptar a Oscar como quien es sino que intenta moldearlo a lo que él considera debe ser un hombre. Comienza a llamarlo Oscar Wao, el apodo que resulta de no pronunciar Wilde correctamente, porque se parece a Oscar Wilde en su femineidad y por lo tanto en lo que él asocia con la homosexualidad. Oscar al igual que Wilde es un intelectual, un joven sin novia o mujeres en su vida social, que ocupa su tiempo en leer y escribir cuentos. Ante la falta de una relación con una mujer, una relación heterosexual, Yunior supone que es homosexual. Connell expresa que en una sociedad patriarcal la masculinidad hegemónica se define como exclusivamente heterosexual por lo que la cultura dominante define a los hombres homosexuales como afeminados (162). No ajustarse a los patrones de masculinidad significa para Yunior que Oscar es anormal y hasta pervertido. Yunior construye su masculinidad en oposición al otro anormal, lo que implica que “la norma es la norma por oposición” (Reese 33). Cuando ve que Oscar es un caso perdido se aleja de él, no quiere que los asocien porque esto pone en peligro su propia reputación y en última instancia su masculinidad.
En ambos textos se puede observar que la masculinidad se construye como una forma de autoentendimiento y como una forma de ideología como expresa Leach. La construcción de la masculinidad está influenciada por las actitudes y conductas personales de los personajes, al mismo tiempo que por las prácticas y los discursos sociales que transmiten una ideología de masculinidad.
Los personajes masculinos se debaten entre modos y conductas personales y los valores y expectativas que la sociedad tiene para ellos. No poder cumplir con el mandato de lo que significa ser hombre para la sociedad americana y la dominicana los lleva a sentirse marginados tanto en los Estados Unidos como en la República Dominicana. Cuando Ramón emigra a los Estados Unidos, se siente marginado en su condición de inmigrante: además no puede ajustarse al modelo de masculinidad de la cultura hegemónica debido a su raza, religión, a su educación y a su condición de indocumentado. Esta situación le crea un sentimiento de no pertenencia y falta de autoestima, es por eso que entiende su masculinidad como sinónimo de conquista sexual y apariencia física varonil. En New Jersey, Ramón, Yunior y Oscar no se ajustan al modelo del hombre americano. Ramón no es el hombre exitoso que ha alcanzado el sueño americano y puede volver por su familia. Lucha por romper estereotipos asociados al inmigrante dominicano en los Estados Unidos pero tampoco puede cumplir con lo que se espera de él en su tierra natal. Yunior, a lo largo de la narración de su historia de vida tanto en los cuentos de Drown como en la novela, no ha alcanzado el éxito económico que lo muestre como un hombre exitoso, ni tampoco es parte de la cultura hegemónica. Su conducta perpetúa patrones de masculinidad asociados a la conquista sexual, al machismo y a una desvalorización de lo que se inscribe en el ámbito de lo femenino.
En ambos textos la masculinidad se manifiesta como una forma de ideología porque se propaga a través de discursos y prácticas a los que los personajes masculinos adhieren de manera total o parcial. En el caso de Rafa y Ramón, se observa cómo ambos se ajustan al modelo de masculinidad propuesto por la cultura dominicana donde la masculinidad se entiende en términos de conquista sexual, hombría y apariencia física bien masculina. Su conducta perpetúa patrones de masculinidad asociados al machismo y a una desvalorización de lo que se inscribe en el ámbito de lo femenino. No solo la familia sino también la sociedad espera que actúen de determinada forma: deben ser el sustento familiar, responsables de la toma de decisiones en la casa, fuertes física y emocionalmente, y exitosos con las mujeres.
En el caso de Yunior y Oscar, la construcción de la masculinidad es mucho más compleja. De niño, Yunior intenta conformar el estereotipo del hombre masculino en la República Dominicana al tratar de imitar a su hermano y a su padre. Sin embargo, se puede observar la dificultad con que se encuentra al intentar reproducir un patrón de masculinidad con el que no se identifica completamente y por lo tanto lo incomoda. Yunior siente empatía por el más débil, en este caso por Ysrael, y también está a punto de romper en llanto cuando un hombre lo manosea y son bajados del ómnibus. Si no expresa lo que siente no es porque acuerde con los modelos a imitar sino porque Rafa está presente y se erige como el poder que decide acerca de la masculinidad del niño. En su empatía por el más débil se acerca a una masculinidad con rasgos más femeninos en relación a los modelos impuestos por una masculinidad hegemónica en la República Dominicana. Sin embargo, cuando crece y asiste a la universidad, Yunior reproduce el modelo del macho dominicano con los patrones de masculinidad a los que adhiren Rafa y Ramón. En Yunior se ve claramente cómo se construye la masculinidad en relación al otro. Ante el hombre diferente, raro, “anormal” representado por Oscar, él se erige como el macho dominicano, capaz de tener a cuanta mujer quiera. A su vez, se convierte en el instructor de masculinidad de Oscar, con poder sobre aquél que es diferente, que lucha por pertenecer a la categoría de hombre dominicano. Yunior deja su lado más femenino y construye su masculinidad en relación a las prácticas y costumbres del hombre dominicano.
En el caso de Oscar, se observa un deseo de construir su masculinidad en términos de la masculinidad dominicana hegemónica. Si bien de niño representa el típico macho dominicano, cuando crece se siente inadecuado debido a su apariencia física y a sus intereses. Tiene sobrepeso, no le interesan los deportes y solo dedica su tiempo a leer ciencia ficción y a escribir. La reclusión, la lectura y la escritura le ofrecen la seguridad y el confort que su falta de conformidad con el estereotipo de macho dominicano le niega. El no poder ajustarse a ninguno de los modelos de hombre, tanto en los Estados Unidos como en la República Dominicana, lo conducen a una baja autoestima, incluso a no valorar su propia vida, y a entender la hombría únicamente como sinónimo de conquista sexual.
Junot Díaz explora la construcción de la masculinidad en ambos textos y desestabiliza la idea de una única masculinidad. Por momentos parece proponer una masculinidad alternativa o una masculinidad más femenina en los personajes de Yunior y Oscar, sin embargo, ambos sucumben ante los modelos impuestos por las culturas que los habitan, resaltando de esta forma la dificultad de ir contra una ideología de masculinidad fuertemente enraizada en las culturas de origen.
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