642
Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (4) 2020
introducción
Los colorantes orgánicos naturales que fueron
de gran importancia en la antigüedad y en los
últimos tiempos presentan un renovado impulso
(Pochettino, 2015). Se ha ido incrementando
paulatinamente en las últimas décadas acompañado
por una tendencia mundial hacia los productos
naturales, objetos eco-amigables y el concepto de
desarrollo sustentable en el diseño textil (Dean,
2010; Marrone, 2010; Burguess, 2011, Vejar,
2015). En América, África y Asia las tradiciones
ancestrales del tejido confeccionado con lana, pelo
o algodón teñido naturalmente o la coloración
de diversos materiales se conserva por regiones,
como es el caso de Afganistán, India o Marruecos
(Marzocca, 2009). En América los recursos
naturales fueron utilizados hábilmente por los
pueblos aborígenes para desarrollar sus actividades
artesanales. Los adornos, la vestimenta, los diseños
y los colores creados por las diferentes culturas, son
una forma de difusión y armación de su identidad
socio-cultural (Martínez García et al., 2017). En
México, Perú, Bolivia o Chile esta práctica ha
generado la aparición de pequeñas y medianas
empresas y cooperativas, que han logrado colocar
sus productos en comercios sosticados y hasta
exportarlos a países del primer mundo (Marzocca,
2009). Trabajos en México discuten la problemática
actual de la pérdida del conocimiento tradicional
y la disminución del uso de las especies tintóreas,
motivo que impulsa a Trueba Sánchez (2009) a
estudiar las plantas tintóreas del arte popular en
Veracruz. En Perú, para evitar el riesgo de perderse
y extinguirse este aspecto que refuerza la identidad
étnica, se ha estudiado la reconstrucción de técnicas
tintóreas tradicionales usadas en comunidades
andinas y amazónicas para su revalorización,
preservación y uso en la artesanía e industria textil
contemporánea (Albán-Castillo et al., 2018). En el
mismo sentido, Chile a través del proyecto Tinte
Austral, contribuye a la puesta en valor del teñido
en base al uso de la ora nativa del sur, mediante
investigación, sistematización y difusión de esta
práctica tradicional, teniendo en cuenta un uso
sustentable y ecológico de los recursos naturales
implicados en la misma (Mekis Rozas, 2014). En
Argentina hay comunidades indígenas -como los
mapuches, tobas y wichis- y también mestizas en
provincias tales como Catamarca, Chubut, Salta,
Neuquén o Formosa, que continúan empleando
plantas diversas para teñir (Marzocca, 2009). En la
región de las Yungas, Salta, ha resurgido el interés
del uso de los tintes vegetales debido a las demandas
del mercado y al turismo rural, obteniéndose en
su mayoría colores pasteles siendo las madres
las principales transmisoras de ese conocimiento
(Lambaré et al., 2011). Keller (2010) desarrolló su
trabajo en Misiones con el grupo étnico guaraníes
y sus resultados indican que las plantas colorantes
conforman una categoría de utilización de recursos
naturales que se ha erosionado tempranamente para
aplicaciones en cosméticas y tinturas para telas, y
se ha adaptado, desarrollado y estabilizado para
artesanías y protección espiritual. En la provincia
de Chaco, Suarez & Arenas (2012), encontraron
24 especies de plantas y 2 de hongos que son
usadas para colorear productos textiles realizados
a partir de bras de Bromelia hieronymi Mez y B.
urbaniana (Mez) L.B. Sm (cháguar). En Córdoba,
el conocimiento y uso de las plantas tintóreas se
concentra en comunidades rurales de pequeños
productores ganaderos del noroeste, donde estudios
etnobotánicos relevan y sistematizan información
sobre plantas asociadas al lavado, mordentado y
teñido de lana que aún persiste en la memoria de
los habitantes (Trillo et al., 2007); asimismo, Paván
et al. (2017) en el Paraje El Desmonte, Reserva
Cultural-Natural Cerro Colorado contribuyeron en
dar a conocer el uso histórico y actual de especies
tintóreas y las prácticas de reproducción social
asociadas que permitan rescatar y revalorizar saberes
ambientales. En la Patagonia la información más
abundante proviene de fuentes etnohistóricas y
etnográcas de los siglos XIX y XX. De acuerdo a
los registros, las plantas tintóreas han ocupado un
papel importante en la sociedad indígena (Guinnard,
2006; Lista, 2006; Claraz, 2008). Actualmente, el
material vegetal tintóreo (en adelante MVT, tomado
en cuenta lo propuesto por Mattenet et al., 2015)
es un recurso natural utilizado a pequeña escala
por artesanos, donde recuperan técnicas culturales
empleadas por pobladores de la antigüedad. Con la
participación de artesanos de diversas ciudades, 4 de
ellas de la provincia de Santa Cruz, y la ciudad de
Ushuaia, de la provincia de Tierra del Fuego, se llevó
a cabo el estudio del potencial tintóreo sobre bra
de lana merino de 18 especies nativas que incluyen
representantes de los distritos orísticos alto andino
austral y del erial patagónico (Mattenet et al., 2016).