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Summary
Background and aims: In the NW of Argentina, Iruya (Salta, Arg.), there are systems
of subsistence with cattle extensive management of grazing by family units. They
have peasant characteristics, traditional management guidelines, community
agreements and a strategy of transhumance in the use of different environmental
units.
M&M: Ethnobiological methodology was used to record the manifestations of the
biocultural system, the analysis is qualitative with quantitative contributions in the
interpretation of the data.
Results: Eighty-one ethnospecies were identied between wild and cultivated, two
vernacular classication systems (one for cattle management and others for forage
resource management). A scheme of the availability of fodder in the annual cycle
was constructed, based on the supplementation strategies. A livestock management
system was observed with two levels of management, one private by the families
and the other by the community organization.
Conclusions: The livestock for his society is a practice of subsistence, from the
management of environmental units and their resources; their knowledge of the
natural environment inuences the interaction between vegetables.
Key WordS
Environmental management, ethnobiology, family units, supplementation strategies,
traditional practices, vernacular classication.
reSumen
Introducción y objetivos: En el NO de Argentina, Iruya (Salta, Arg.), se encuentran
sistemas ganaderos de subsistencia con manejo extensivo del pastoreo a cargo
de unidades familiares. Poseen características campesinas, pautas de manejo
tradicionales de raigambre andina, acuerdos comunitarios y una estrategia de
trashumancia en el uso de diferentes unidades ambientales.
M&M: Se empleó metodología etnobiológica, para registrar las manifestaciones del
sistema biocultural abordado; con análisis cualitativo y aportes cuantitativos.
Resultados: Se identicaron 81 etnoespecies entre silvestres y cultivadas, dos
sistemas clasicatorios vernáculos (uno de manejo ganadero bovino y otros para
los recursos forrajeros). Se propone un esquema de disponibilidad de forrajera en
el ciclo anual, en base a las estrategias de suplementación y un sistema de gestión
de la ganadería con dos niveles de manejo (particular y comunitario).
Conclusiones: Los ganaderos realizan el manejo de unidades ambientales y
sus recursos; su conocimiento del medio natural inuye en la interacción entre
vegetales, animales y personas.
PalabraS clave
Clasicación vernácula, estrategias de suplementación, etnobiología, manejo del
ambiente, prácticas tradicionales, unidades familiares.
1. Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria, Estación
Experimental Agropecuaria Abra
Pampa, Agencia de Extensión Rural
Humahuaca (Jujuy, Argentina).
*califano.laura@inta.gob.ar /
laucalifano@gmail.com
Citar este artículo
CALIFANO, L. M. 2020. Gestión
del pastoreo: conocimientos
y prácticas de manejo de las
especies forrajeras en la ganadería
trashumante de Iruya (Salta,
Argentina). Bol. Soc. Argent. Bot.
55: 493-513.
DOI: https://doi.
org/10.31055/1851.2372.v55.
n3.28119
Laura M. Califano
1
GeStión del PaStoreo: conocimientoS y PrácticaS de
manejo de laS eSPecieS forrajeraS en la Ganadería
traShumante de iruya (Salta, arGentina)
GrazinG manaGement: KnoWledGe and PracticeS of fodder SPecieS
manaGement in tranShumant liveStocK farminG in iruya (Salta,
arGentina)
Recibido: 8 Abril 2020
Aceptado: 15 Julio 2020
Publicado: 30 Septiembre 2020
Editora: Norma Hilgert
ISSN versión impresa 0373-580X
ISSN versión on-line 1851-2372
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introducción
En la pre-cordillera y cordillera de los Andes
del NO de Argentina se encuentran sistemas de
subsistencias basados en la ganadería extensiva
con un manejo del pastoreo a cargo de unidades
familiares; entre sus características se encuentran
tener rasgos campesinos, pautas de manejo
tradicionales y acuerdos comunitarios (Ottonello de
Reinoso & Ruthsatz, 1982; Merlino & Rabey, 1983;
Merlino & Sanchez Proaño, 1996; Göbel, 2001,
2002; Quiroga Mendiola, 2004, 2011; Paz et al.,
2012; Califano & Echazu, 2013). En estos sistemas
la trashumancia es usual como práctica productiva,
por lo cual comprender su funcionamiento
y características constituye motivo de estudio y
sistematización (Bocco de Abeya, 1988; Bendini
et al., 1994; Galafassi, 1994; Greco, 1995; Escolar,
1996; Mafa & Zubrzycki, 1999). La trashumancia
es descripta como una forma productiva particular
de zonas con clima mediterráneo frío; tratándose de
un desplazamiento recurrente, pendular y funcional
que realizan los pastores con el ganado, cuya
periodicidad está regulada por el ritmo cíclico de
las estaciones y las actividades desarrolladas por las
unidades domésticas (Bendini et al., 2004). En el NO
de Argentina se desarrolla en diferentes modalidades,
pero usualmente se trata un movimiento estacional
y periódico entre unidades ambientales ubicadas
a distintas altitudes; cuyo propósito es sostener
la disponibilidad de pasturas y agua en un ciclo
productivo anual. Estos movimientos han sido
registrados y descriptos en la cordillera oriental de
Jujuy y Salta, siendo más notable en el manejo del
ganado bovino que muestra la mayor movilidad
altitudinal y distancias de recorrido (Sturzenegger,
1982; Levy Hynes, 1994; Hilgert, 1998, 2007a;
Reboratti, 1998; Quiroga Mendiola, 2000; Hocsman,
2011; Echazú et al., 2016; Califano, 2020).
La importancia que reviste la producción ganadera
en la Argentina ha conducido al estudio de los
conocimientos locales referidos a la vegetación y
su relación con la ganadería; tal es así que existen
trabajos referidos a la utilización de la vegetación
natural como forraje en diferentes regiones del
país (Braun Wilke, 1991; Braun Wilke et al., 1999;
Scarpa, 2007; Muiño, 2010; Quiroga Mendiola,
2011; Riat, 2012; Califano & Echazú, 2013;
Califano, 2019; Jiménez-Escobar & Martínez,
2019). También se encuentran estudios referidos a la
gestión de los sistemas ganaderos desde perspectivas
socio-ecológicas, que plantean la evaluación de su
sostenibilidad y persistencia en el tiempo (Domptail
& Easdale, 2013).
Un aspecto relevante en la compresión de estos
sistemas de producción lo constituyen las relaciones
(interacciones) entre los vegetales empleados
como recursos forrajeros y las sociedades o grupos
pastoriles que ejercen un manejo sobre ellos. Sin
embargo, el rol de las interacciones que se producen
entre vegetales, personas y animales domésticos en
los sistemas productivos campesinos trashumantes,
aún constituye un espacio de investigación que
requiere ser abordado a mayor profundidad (Califano,
2020). Más aún, al observar que su persistencia en el
tiempo es producto de una construcción histórica,
de la repetición de lógicas productivas comunales
y colectivas que son desarrolladas en territorios
extensos, con aislamiento geográco, condiciones
climáticas adversas u hostiles, a partir de una base
de recursos naturales de uso común; aspectos que
también han sido descriptos para otras sociedades
campesinas ganaderas del país (Paz et al., 2018).
Las estructuras con las cuales usualmente se
analiza el manejo de los vegetales en las sociedades
tradicionales emplean como principales categorías
analíticas la recolección y la agricultura. Pero en los
sistemas ganaderos, las interacciones, se presentan
no tan solo entre vegetales y personas, los animales
domésticos también pasan a formar parte de las
mismas. En estos casos las categorías analíticas
resultan escasas por existir un gradiente continuo de
prácticas posibles entre recolección y agricultura,
que incluyen también las interacciones con los
animales (Blancas et al., 2010). En ese gradiente
se pueden ubicar las interacciones mediadas por la
ganadería, que se realizan a través de las prácticas de
manejo de los animales.
Se parte del principio de que, para comprender la
relación entre los recursos naturales y el desarrollo
de estos sistemas de vida, las dimensiones culturales
y biológicas son inseparables. Se aborda el
análisis desde enfoques centrados en la diversidad
biocultural, que considera los modos de hacer
localmente situados, fundados en el conocimiento
ambiental tradicional y de construcción comunitaria.
Estos modos de hacer se encuentran, en parte,
basados en la oralidad y se ponen de maniesto en
prácticas y tecnologías, dando lugar a capacidades
técnicas que se gestionan de forma comunitaria o
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Califano, L. M. - Manejo de especies forrajeras en Iruya (Salta, Argentina)
individual (Toledo & Barrera Bassols, 2008; Lema
& Pochettino, 2012; Bartl, 2019).
Por ello la propuesta del presente estudio es
tener en cuenta no solo los usos la vegetación
como recurso forrajero, en el sentido de categoría
analítica etnobotánica, sino también el conjunto
de prácticas puestas en juego por las unidades
domésticas pastoriles para el manejo de su sistema
ganadero, por constituir una tecnología de gestión
del ambiente propia de estas sociedades; y ser de
construcción histórica. En este artículo se reconocen
las principales etnotaxa involucradas, las categorías
vernáculas utilizadas para su clasificación, las
prácticas de manejo ganadero implementadas y las
percepciones relacionadas al paisaje y sus recursos
por parte de los campesinos trashumantes de Iruya
(Salta, Argentina).
materialeS y métodoS
Área de estudio
El municipio de Iruya se localiza en el NO de la
provincia de Salta, Argentina (Fig. 1) y comprende
dos unidades geográcas de orientación aproximada
N-S y de altitud decreciente de W a E; ellas son la
Cordillera Oriental (CO) y las Sierras Subandinas
(SSA). La CO incluye las serranías que alcanzan los
5000 m como las de Santa Victoria y Zenta; por lo
cual es un importante límite orográco que separa
al W el altiplano de la región de “Puna” de los valles
bajos templados del E de Salta (Reboratti, 1998).
Mientras que las SSA alcanzan los 1400 m, son de
menor altitud y se localizan al E del departamento.
El relieve es sumamente escarpado, con valles
fluviales de orientación W-E que vinculan la
“Puna”, los valles de altura intermedios y las
“Yungas” o “Selvas Subtropicales de Montaña”.
El área pertenece al sistema hidrográco de la Alta
Cuenca del Río Bermejo, en el cual el río Iruya
posee un recorrido de 125 km desde sus nacientes
a los 5000 msnm y su desembocadura en el río
Pescado a solo 450 msnm, en un desnivel altitudinal
de 4000 m (Reboratti, 1998; Raffaelli & Pérez
Ayala, 1999).
El departamento Iruya comprende los municipios
Iruya e Isla de Cañas, cada uno con diferentes
vías de acceso ya que no existe una red vial
que permita su comunicación directa, lo que
muestra el importante aislamiento geográco y
comunicacional del departamento. El municipio
Iruya se restringe a las zonas de mayor altitud
Fig. 1. Ubicación del departamento de Iruya en la provincia de Salta, Argentina.
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del departamento, alrededor de los 2780 msnm,
mientras que el municipio de Isla de Cañas se
encuentra por debajo de los 610 m. El acceso a las
poblaciones es sumamente dicultoso, aspecto que
redunda en un aislamiento geográco signicativo
en amplios sectores del territorio, tal como reeren
para otras comunidades de la Alta Cuenca del Río
Bermejo (Hilgert, 1998; Ventura & Belardi, 2001).
El clima del departamento es muy variado, puede
ser semiárido de alta montaña en los sectores altos y
en las zonas bajas subtropical con estación seca, en
general muestra una importante variación producto
del gradiente altitudinal, característica de los
sistemas montañosos subtropicales. En una altitud
media de 2500 msnm la temperatura media máxima
oscila entre 16 y 28 °C, y la media mínima entre 8
y 15 °C. A partir de los 3400 msnm la temperatura
media decrece entre 7,5 y 9,9 °C, y el clima se
vuelve más frío y seco por efecto de los vientos y
la altura (Bianchi & Yañez, 1992; Reboratti, 1998;
Raffaelli & Pérez Ayala, 1999). Las precipitaciones
están inuenciadas por la orografía, disminuyen de
E a O con 1200 mm/año en “Yungas” a 400 mm/
año en “Puna” y “Altoandino”; el patrón anual
presenta una estación húmeda de octubre a abril y
una estación seca de mayo a setiembre (Bianchi &
Yañez, 1992; Reboratti, 1998).
El área presenta la convergencia de diferentes
provincias togeográcas, sectores pertenecientes
a la provincia togeográca de “Yungas”, “Selvas
Subtropicales de Montaña” o “Selvas Tucumano-
Oranenses” (Ragonese, 1967; Cabrera, 1976;
Cabrera & Willink, 1980) que en su límite inferior
(450-550 msnm) se observa la transición con
formaciones chaqueñas, y en su límite superior
(aprox. 2700 msnm) ecotonos con formaciones
pertenecientes a las provincias “Prepuna”, “Puna”
y “Altoandina”.
Los productores de Iruya poseen una percepción
vertical del ambiente como es usual en las
sociedades andinas (Troll, 1935, 1973; Murra,
1975) y ya fuera descripta en la CO (Sturzenegger,
1982; Levy Hynes, 1994; Reboratti, 1998; Hilgert,
1998, 1999, 2004, 2007a, b; Quiroga Mendiola,
2000; Califano, 2020). Como criterio de separación
entre las unidades de paisaje (UP) toman en cuenta
las características sonómicas de la vegetación,
por ejemplo, la presencia de árboles que forman
un bosque o una selva. Reconocen tres UP
diferenciables entre sí: “cerro”, “valle” y “monte”.
El “monte” se corresponde a los pisos ecológicos
de “Selva Montana” y “Bosque Montano” de las
“Yungas”; el “valle” corresponde al pastizal de
altura o de neblina de la “Yungas” y el “cerro” se
corresponde con los pastizales de altura y las estepas
de “Puna” y “Prepuna”. Estas UP estructuran el
ciclo ganadero en un movimiento altitudinal que se
realiza entre dos épocas: la “lluviosa” (noviembre-
abril) y la “seca” (mayo-octubre). La combinación
de estos dos aspectos (altitud y períodos de lluvias)
son los que caracterizan la trashumancia como
estrategia de uso vertical del ambiente en la CO
(Califano, 2020).
La población se considera rural en su totalidad al
no existir localidades con más de 2000 habitantes
(según los criterios del INDEC), alcanza los 5987
habitantes y representa aproximadamente el 0,7
del total de la provincia de Salta, con una densidad
poblacional de 1,7 hab/km
2
(INDEC, 2010). Si bien
la lengua actual para comunicarse es el español, en
el léxico cotidiano, en la tonimia y toponimia se
distinguen vocablos de origen Aymara y Quechua.
La religión dominante es el catolicismo que se
encuentra presente en sincretismo con las creencias
prehispánicas andinas junto a otros cultos como
la Iglesia Evangélica y los Testigos de Jehová
(Califano, 2019).
Los habitantes de la cuenca del río Iruya son
descendientes de grupos indígenas quechuas que
luego de la conquista pasaron a constituir una
subestructura socioeconómica, manteniendo su
carácter de segmento rural étnicamente diferenciado
sometido a la encomienda de tributos. De las
comunidades indígenas sobrevivientes derivó el
campesinado de liación aborigen, arrendatario de
las tierras que habían sido suyas y que quedaron
incorporadas a las haciendas (Madrazo, 1981). Por
ello la división de las comunidades guarda una
estrecha relación con las “haciendas” coloniales
que dieron lugar a la denición de las unidades
político administrativas actuales (Reboratti, 1998).
La producción característica de las UD se
basa fundamentalmente en la combinación de
trabajo familiar y tierra, aspectos comunes de
todas las sociedades campesinas. Se caracterizan
por producir bienes agropecuarios destinados
a satisfacer sus necesidades de subsistencia a
través de la producción agrícola, ganadera y
las producciones artesanales (textiles, cueros,
carpintería, entre otras) en un calendario anual. Cada
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Califano, L. M. - Manejo de especies forrajeras en Iruya (Salta, Argentina)
familia posee un espacio propio para la agricultura
que se complementa con espacios dedicados a
granja y crianza de ganado (Reboratti, 1998;
Quiroga Mendiola, 2000; Hocsman, 2011; Echazu
et al., 2013; Califano, 2019, 2020). Las prácticas
de subsistencia de las unidades se desarrollan en
función de los movimientos entre “cerro”, “valle”
y “monte”, que es similar a la registrada en zonas
aledañas de la cordillera oriental (Sturzenegger;
1982; Hilgert, 1998, 1999, 2004).
Metodología
Se empleó metodología etnobiológica, para
registrar las manifestaciones del sistema biocultural
abordado desde la propia perspectiva de los actores
(Baptista Lucio et al., 2006; Martínez, 2006;
Arenas & Martínez, 2012); por medio del empleo
de técnicas etnográcas: reuniones y talleres con
pobladores e informantes calicados, entrevistas
exploratorias y en profundidad a informantes clave,
recorridas de campo con informantes para colecta
de muestras vegetales y observación participante (en
ferias, eventos rituales y actividades agropecuarias).
La unidad de análisis es la unidad doméstica
(UD), que es denida como un grupo de personas
que interactúan en forma cotidiana, regular y
permanente, a n de asegurar mancomunadamente
su reproducción biológica, la preservación de su
vida, el cumplimiento de todas aquellas prácticas
económicas y no económicas indispensables para
la optimización de sus condiciones materiales y no
materiales de existencia (Archetti & Stolen, 1975;
Torrado, 1981; Cáceres, 2003).
Sobre las 993 Explotaciones registradas por
el Censo Nacional Agropecuario del año 2008
(INDEC, 2010) presentes en Iruya, se realizó un
muestreo del 7% mediante una encuesta ad hoc
referida a variables de socio-productivas, la misma se
acompañó con metodología cualitativa: entrevistas
en profundidad a informantes clave, observación
participante en procesos productivos colectivos,
tanto dentro de ámbitos comunitarios como en
las unidades domésticas y sus zonas de pastoreo.
La recopilación de información se realizó en 14
comunidades del municipio de Iruya en el período
de enero de 2011 a diciembre 2017. Las entrevistas
a profundidad se realizaron a 45 informantes clave,
en un rango de 30 a 85 años de edad, con diferentes
niveles de instrucción; quienes brindaron su acuerdo
en participar de la investigación según lo establecen
los convenios internacionales y la legislación
argentina que los ratica. Los principales criterios
empleados para su selección fueron: haber sido
referidos en la comunidad por sus conocimientos
sobre la ganadería local, ser originarios de Iruya
y haber participado en actividades ganaderas en
el transcurso de su vida. Se confeccionó una guía
temática para las entrevistas con tópicos referidos al
manejo y uso del espacio, de los recursos vegetales,
de la ganadería, los signicados y percepciones que
se otorgan a la actividad ganadera. Las entrevistas
tuvieron una duración promedio de 30-60 minutos;
fueron en su mayoría individuales (94 %) y en
algunos casos con otro participante interesado.
Como la actividad ganadera bovina concentra la
mano de obra masculina el 69 % de los informantes
fueron hombres. En la sistematización de la
información recopilada se tomó como criterio de
consenso que al menos dos informantes indicaran
sobre el mismo uso de determinada especie vegetal
o de otros aspectos de manejo consultados en la
entrevista (Scarpa, 2000; Suárez, 2014). Todos los
datos e información resultantes se registraron en
notas de campo, grabaciones y fotografías.
La identicación de especies fue realizada en
primer término con el soporte de las bases de
Tropicos (Tropicos, 2019) y Flora del Cono Sur-
Flora Argentina (IBODA, 2018), acompañado con
la consulta de la base The Plant List (2013). La
colección de referencia se encuentra en el Herbario
del Museo de Ciencias Naturales de Salta (MCNS).
Se emplea el término etnoespecies o etnotaxas
para representar a los elementos vegetales que
son funcionales a las preferencias de uso y a las
necesidades locales de esta sociedad (Sánchez et al.,
2007; Rosales Bustamante et al., 2009; Lambaré &
Pochettino, 2012). Para registrar la percepción del
ambiente natural y su manejo se consideraron las
categorías empíricas, denominadas etnocategorías
y que aluden a las categorías vernáculas empleadas
para referir los diferentes componentes de la
clasicación local (Aldunate et al., 1981).
En este trabajo se considera la gestión como
aquellas prácticas dirigidas a adaptar o transformar
un objeto (un sistema, sus elementos y/o sus
procesos) de acuerdo con un plan humano; por lo
tanto, los usos de plantas que involucran planes,
estrategias, acuerdos y regulaciones deben ser
consideradas como gestión según lo plantea Blancas
et al. (2010).
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reSultadoS
La ganadería del Departamento Iruya
El sistema se basa en el manejo de dos categorías
ganaderas diferenciadas: el ganado bovino (Bos
taurus), denominado localmente como “hacienda”;
y la segunda categoría constituida por los rumiantes
menores caprinos (Capra aegragrus) y ovinos
(Ovis orientalis) denominada localmente como
“hacienda menuda”. Cada una de estas categorías se
encuentra relacionada a un patrón de asentamiento
típicamente pastoril, donde se distinguen las
residencias permanentes de la UD, de las residencias
temporarias denominadas “puestos” distribuidos en
“parajes de pastoreo”.
El manejo de la “hacienda menuda” o ganado
menor se basa en mantener los animales pastando
todo el año, o gran parte de él, en el mismo paraje
usualmente cercano a las viviendas permanentes. Si
bien, con estos animales se realizan movimientos
entre diferentes sitios de pastoreo, dependen de los
puestos ganaderos que posee la UD y de los acuerdos
establecidos en la comunidad. Los períodos de
permanencia en cada sitio son cortos, de alrededor
de dos a cuatro meses; y las distancias promedio
de recorrido se cubren en un día de caminata, por
tratarse de puestos en sitios de pastoreo cercanos
a la vivienda permanente de la UD. Estos rebaños
son encerrados diariamente en los corrales para
pernoctar y cuidarlos de los predadores: puma
(Puma concolor), yaguareté (Panthera onca) y
cóndor (Vultur gryphus); cerca del mediodía se los
suelta para iniciar el pastoreo diario. Su cuidado
es responsabilidad principal de mujeres y niños
con la ayuda de perros pastores. Su destino es el
autoconsumo de los subproductos: la carne, leche
y quesos para consumo directo cotidiano, la lana
se emplea para textiles artesanales, el cuero para
asientos de sillas y camastros, y también la carne
para conservar en forma disecada.
La “hacienda mayor” o ganado vacuno es
percibido localmente como de mayor importancia
por su alto valor económico y por el tiempo que
requiere incrementar la cantidad de animales en un
rodeo; es por esto que ser propietario de bovinos
conere cierto prestigio social a la UD. El cuidado
de los bovinos recae principalmente en los hombres
a partir de los 14 años y no todas las UD poseen
bovinos por falta de mano de obra masculina. El
principal destino del bovino, no es el autoconsumo,
sino la venta en pie o el trueque local para abastecer
las carnicerías del pueblo de Iruya y en menor
proporción a vecinos de otras comunidades. Los
requerimientos de carne del pueblo de Iruya son
constantes; tal es así que los carniceros al momento
de adquirir los animales no pagan un precio
diferenciado por cada categoría bovina (novillos,
vaquillas, vacas, toros); la venta usual se realiza
por un lote compuesto de animales de diferentes
categorías etarias, el precio que se paga es uno solo
por lote.
El ganado bovino es sujeto de una clasicación
vernácula que lo divide en dos categorías de manejo
referidas a su movilidad altitudinal: las vacas
“monteñas”, que realizan trashumancia al monte, y
las vacas “punistas” o “cerreñas” o “costeñas que
permanecen todo el año en zonas altas de la UP de
cerro.
Se observan prácticas de manejo diferenciadas
para estas etnocategorías propias del ganado
bovino: “vacas punistas” y “vacas monteñas”. La
etnocategoría ganadera denominada “punistas,
costeñas o cerreñas” posee un manejo donde los
movimientos de pastoreo siempre se realizan en
parajes de la UP de cerro, transitando por mesetas
y los, cambiando de sitios de pastoreo solamente
dentro de este ambiente. Es por ello que los animales
quedan todo el año en parajes altos (de más de 2500
msnm) donde pueden pastorear libres o dentro de
grandes cerramientos denominados “rastrojos”
o “potreros” (de 3 ha. aproximadamente). A los
animales se los traslada entre varios cerramientos
numerosas veces en el año, existiendo la posibilidad
de arrendar el servicio de pastaje en el “rastrojo” a
otros productores.
Las “vacas monteñas” pasan en cada UP (cerro/
valle y monte) un promedio de entre seis a siete
meses. Desde los meses de abril-mayo a noviembre-
diciembre los animales que se encuentran en el
monte; comienzan su regreso a los ambientes
de cerro/valle a partir de las primeras lluvias en
noviembre-diciembre y permanecen allí hasta abril-
mayo cuando retornan al monte. Los rodeos de
“vacas monteñas” pueden estar sujetas a dos tipos
de desplazamientos: los realizados únicamente por
un cuidador temporal (denominado “vaquero”)
quien conduce los rodeos al sitio de pastoreo en el
monte y realiza controles periódicos dentro de los
parajes; el segundo tipo de desplazamiento requiere
del movimiento de toda la UD propietaria de los
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Califano, L. M. - Manejo de especies forrajeras en Iruya (Salta, Argentina)
animales para residir en el monte acompañando su
rodeo. Aproximadamente un 70% de los productores
declara no organizarse con otro productor vecino
para conducir el rodeo al monte y el traslado de los
animales queda a cargo del propietario. Mientras
que el 30% restante se organiza para desplazarse
junto a toda la UD para un cambio temporal de
residencia, o bien recurre a un arreglo de cuidado
con un “vaquero”.
Se destaca que entre ambas etnocategorías
(“punistas” y “monteñas”) los animales no se
mezclan, son siempre manejados por separado;
la percepción sobre cual es mejor varía según
las posibilidades de cada UD, y se evalúa
principalmente en base a la dedicación que requieren,
a la resistencia de los animales y a la calidad de la
carne. Ambas etnocategorías no se relacionan entre
sí, tampoco se encuentran en transición desde una
etnocategoría a la otra, ya que son considerados
animales totalmente diferentes. La percepción local
señala que los animales aprenden a comportarse
en sus ambientes a partir de la interacción que se
da entre ellos desde su nacimiento, por ello una
vaca que es “punista” no sabe cómo comportarse
en el ambiente de “monte” ya que no lo ha
aprendido. Reeren que los animales adquieren
sus hábitos producto del aprendizaje y convivencia
con los otros animales del rodeo. A los animales
les atribuyen la posesión de conocimientos, que
son valorados como virtudes y que se espera los
terneros adquieran de los animales adultos en un
proceso de aprendizaje, entre estos conocimientos
se pueden señalar: a) reconocer los sitios de
pastoreo de su rodeo; b) percibir la presencia de
personas en el puesto -a través del fuego y el
humo- para acercarse en busca del suplemento de
sal; c) identicar a partir del cambio de temperatura
ambiental y la presencia de insectos los momentos
del ciclo anual adecuados para desplazarse entre
“cerro” y “monte”; d) aprender sobre los sitios
donde se encuentran forrajes tóxicos y los sitios
donde se localizan forrajes aptos; e) reconocer los
sitios seguros donde parir.
Existen UD que poseen las dos etnocategorías
ganaderas, esto se debe a que las vacas “punistas”
son de cuidado más cercano a las casas permanentes
en el ambiente de “cerro” por lo que son menos
demandantes de mano de obra masculina y resultan
de consumo más inmediato; esto también brinda
facilidades al momento de su venta en las UD con
pocos integrantes varones. Por el contrario, la venta
de las vacas “monteñas” se concentra entre los
meses de noviembre a mayo cuando se encuentran
en el cerro, los seis meses que pasan en parajes
alejados e inaccesibles del monte requieren de una
travesía en búsqueda de los animales que resulta
complicada para las UD que no tienen integrantes
masculinos.
Los caballos (Equus ferus caballus), los asnos
(Equus africanus asinus) y las mulas (Equus
asinus x Equus caballus) se crían para transportar
cargas y personas en recorridos de gran distancia
a comunidades aisladas. Los caballos son menos
frecuentes por sus elevados requerimientos
alimenticios, ya que requieren de la provisión
extra de forraje, pero como se arriendan a otras UD
pueden ser una fuente potencial de ingresos.
En Iruya se practica un esquema de trashumancia
que integra un gradiente mayor a los 2000 msnm,
que se basa en el cambio de lugar de pastoreo
del ganado bovino entre dos o más sitios de
pastoreo localizados en las UP de cerro y de monte.
El esquema que se muestra (Fig. 2) permite el
aprovechamiento de los recursos vegetales de los
distintos pisos altitudinales en diferentes períodos,
atenuando el bache forrajero de la estación seca, así
como el descanso y recuperación de los ambientes
pastoreados.
Para los recursos forrajeros también se observó
una clasificación vernácula que evidencia
la aplicación de etnocategorías basadas en las
prácticas locales de manejo de los mismos y en
las percepciones que se tiene de las etnoespecies
que las integran. Así como el ambiente se percibe
en las UP “cerro”, “valle” y “monte”; las especies
vegetales presentes en estos ambientes están sujetas
a identificaciones y agrupaciones conceptuales
locales vinculadas a las prácticas ganaderas que
despliegan. Se parte de una distinción principal
que separa en primer término los “pastos” o
“pasturas naturales” de aquellas que se identican
como “pasturas cultivadas”. Es necesario aclarar
que, a pesar de utilizar el término “pastura”
indistintamente en ambos casos, los campesinos
diferencian claramente el grado de intervención
humana que hay entre ambas categorías. Para
los “pastos” o “pasturas naturales” existe una
clasicación vernácula vinculada al uso directo de
la vegetación durante el pastoreo. Al referirse a las
“pasturas cultivadas” la diferencia la establecen por
500
Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (3) 2020
el requerimiento de intervención humana para su
obtención.
Etnoespecies y clasicación vernácula de recursos
forrajeros
Se registraron un total de 81 etnoespecies
vinculadas a la ganadería que pertenecen a 23
familias botánicas; las silvestres se mencionan
en la Tabla 1 y las obtenidas a través del cultivo
en la Tabla 2. Entre las etnoespecies silvestres la
familia Poaceae es la mejor representada con 25
% de especies (18 taxas), seguida de la familia
Asteraceae en segundo término con 16 % (12
taxas) y en tercer lugar la familia Lamiaceae con
10 % (7 taxas). Las restantes familias se encuentran
representadas por menos del 8 %, es decir desde 6
a 1 taxa cada una.
La clasificación vernácula de los recursos
forrajeros se encuentra constituida por grupos
de etnoespecies reunidas bajo un único nombre
colectivo para designar una agrupación donde sus
integrantes comparten algún atributo en común. Es
por ello que las etnoespecies que poseen uso como
forrajeras no son necesariamente identicadas de
manera individual, salvo en casos puntuales en los
que se percibe alguna característica sobresaliente
como: ser especialmente nutritivas, estar disponibles
en momentos de gran escasez de forraje, ser muy
apetecidas por algún tipo de ganado particular, tener
otros usos etnobotánicos conocidos, entre otras.
En el sistema clasificatorio de los recursos
forrajeros de Iruya, el término “pastos” es
una denominación colectiva y constituye una
etnocategoría empleada como homóloga al de
forraje. Este término de base se asocia a otros
términos que señalan atributos o criterios percibidos
como comunes y que permiten diferenciar los
grupos entre sí por brindar información sobre sus
características; pueden remitir a la sonomía de sus
componentes, al ambiente en el que se encuentran, a
la preferencia de consumo del ganado, a su calidad
y capacidad nutricional.
Se identicaron diez etnocategorías con nombres
colectivos que incluyen grupos de etnoespecies,
según muestra la Tabla 3; cuatro categorías aluden
a los sitios donde se encuentran estos grupos
Fig. 2. Esquema de la trashumancia que se practica en Iruya, basada en el cambio de lugar de pastoreo del
ganado bovino de la etnocategoría “vacas monteñas” entre las UP “cerro” y “monte”.
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Califano, L. M. - Manejo de especies forrajeras en Iruya (Salta, Argentina)
Familia y Especie Nombre Local UP Voucher Estatus
AMARANTHACEAE
Amaranthus hybridus L. Ataco, Yuyo
colorado
Cerro/Monte CL 365, 389 Nativa
ASTERACEAE
Aldama helianthoides (Rich.) E.E. Schill. & Panero Suncho Cerro CL 457 Nativa
Baccharis boliviensis (Wedd.) Cabrera Tola Cerro CL & EF 192 Nativa
Baccharis dracunculifolia DC. Tola Cerro CL & BB 331 Nativa
Baccharis sculpta Griseb. Chilca Cerro CL & BB 332 Nativa
Bidens andicola Kunth Pante amarillo Cerro CL & BB 305 Nativa
Bidens pilosa L. Saitilla Cerro CL & BB 309 Nativa
Chuquiraga longiora (Griseb.) Hieron. Palo amarillo Cerro CL & BB 344 Nativa
Chuquiraga oppositifolia D. Don Palo amarillo Cerro CL & BB 310 Nativa
Genero sin determinar Pasto oveja Cerro CL & BB
303, 319
s/d
Mutisia ledifolia Decne. ex. Wedd. Oque tola Cerro CL & BB 317 Nativa
Tagetes lifolia Lag. Anis del campo Cerro CL 334 Nativa
Zinnia peruviana (L.) L. Maiquisa Cerro CL & BB 326 Nativa
BETULACEAE
Alnus acuminata Kunth Aliso Monte HN 1083 Nativa
BROMALIACEAE
Cf. Deuterocohnia sp. Taraca Cerro CL & HC 204 Nativa
Puya yakespala A. Cast. Yasquispala Cerro CL & BB 269 Nativa
Tillandsia australis Mez Payo Cerro/Monte CL & EF 290 Nativa
Tillandsia tenuifolia L. Taraca Cerro CL 363 Nativa
EPHEDRACEAE
Ephedra breana Phil. Pinco, Pingo Cerro CL & BB 328 Nativa
FABACEAE
Adesmia trijuga Gillies ex Hook. & Arn. Añagua Cerro CL & BB 329 Nativa
Parasenegalia visco (Lorentz ex
Griseb.) Seigler & Ebinger
Yapan Cerro/Monte CL & HC 278 Nativa
Parapiptadenia excelsa (Griseb.) Burk. Cebil del monte Monte PC 709 Nativa
Prosopis ferox Griseb. Churqui Cerro CL 391 Nativa
Senna birostris (Dombey ex Vogel)
H.S. Irwin & Barneby
Taquillo Cerro CL & BB 327 Nativa
Vachellia aroma (Gillies ex Hook
& Arn.) Seigler & Ebinger
Tusca Cerro/Monte CL & HC 216 Nativa
LAMIACEAE
Clinopodium gilliesii (Benth.) Kuntze Muña de burro Cerro CL 147, 295, 333 Nativa
Clinopodium odorum (Griseb.) Harley Muña de cabra Cerro CL 296, 316, 343 Nativa
Lepechinia meyenii (Walp.) Epling Salvia guiadora Cerro CL 230, 245, 320 Nativa
Lippia turnerifolia Cham. Pastos de cerro Cerro/Valle CL & EF 235 Nativa
Salvia cuspidata Ruiz & Pav. Salvia chica Cerro CL 225,28 Nativa
Salvia stachydifolia Benth. Salvia grande Cerro CL 318 Nativa
Verbena hispida Ruiz & Pav. var. hispida Verbena Cerro CL & BB 321 Nativa
MALVACEAE
Malva sylvestris L. Malva Cerro CL & BB 308 Naturalizada
Malva parviora L. Malva Cerro CL 367 Naturalizada
Tabla 1. Principales especies empleadas como forrajes silvestres en Iruya (Salta).
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Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (3) 2020
Familia y Especie Nombre Local UP Voucher Estatus
MELIACEAE
Cedrela angustifolia DC. Cedro Monte MAZ & EDC
2350, 2405
Nativa
OXALIDACEAE
Hypseocharis pimpinellifolia J. Remy Soldaque Cerro CL 372 Nativa
PLANTAGINACEAE
Plantago australis Lam. Llantén, Yantin Cerro CL & BB 342 Nativa
POACEAE
Bouteloua curtipendula (Michx.) Torr. Pastos de cerro Cerro CL & BB 339 Nativa
Cenchrus chilensis (E. Desv.) Morrone Esporal, Espuro Cerro CL 469 Nativa
Chloris halophila Parodi var. halophila Pastos de cerro Cerro CL & BB 349 Nativa
Cinnagrostis rigescens (J. Presl) P.M.
Peterson, Soreng, Romasch. & Barberá
Pastos de cerro Cerro CL & EF 265 Nativa
Cortaderia hieronymi (Kuntze)
N.P. Barker & H.P. Linder
Sevenguilla
Sivinguilla
Cerro/Monte CL & EF 244 Nativa
Cortaderia sp. Cortadera Cerro/Monte Nativa
Cynodon dactylon (L.) Pers. Pastos de cerro Cerro CL & BB 347 Nativa
Deschampsia eminens (J. Presl)
Saarela var. fulva (Griseb.) Saarela
Pastos de cerro Cerro CL & EF 238 Nativa
Deyeuxia curvula Wedd. Pastos de cerro Cerro CL & EF 264 Nativa
Disakisperma dubium (Kunth) P.M.
Peterson & N.W. Snow
Pastos de cerro Cerro CL & BB 348 Nativa
Elionurus tripsacoides Humb. & Bonpl. ex Willd. Jaigua Cerro CL & EF 242 Nativa
Eragrostis andicola R.E. Fr. Pastos de cerro Cerro CL & EF 236 Nativa
Erioneuron avenaceum (Kunth.) Tateoka
var. longiglume (Parodi) Anton
Pastos de cerro Cerro CL & EF 245 Nativa
Jarava ichu Ruiz & Pav Paja Blanca Cerro CL & EF 241 Nativa
Muhlembergia alopecuroides (Griseb.)
P.M. Peterson & Columbus
Pastos de cerro Cerro CL & BB 351 Nativa
Mulhenbergia ciliata (Kunth) Trin. Pastos de cerro Cerro CL & EF
233, 240
Nativa
Paspalum humboldtianum Flüggé Pastos de cerro Cerro CL & BB 350 Nativa
Sporobolus phleoides Hack. Pastos de cerro Cerro CL & EF 239 Nativa
GERANIACEAE
Erodium cicutarium (L.) L’Hér. ex Aiton Pastos de cerro Cerro CL 375 Nativa
Geranium sessiliorum Cav. Pastos de cerro Cerro Nativa
POLIGONACEAE
Coccoloba tiliacea Lindau Álamo de campo Monte CL & HC
202, 217
Nativa
POLYPODIACEAE
Microgramma squamulosa (Kaulf.) de la Sota Kaleguala,
Calaguala
Monte CL & EF 285 Nativa
Pleopeltis macrocarpa (Bory ex. Willd.) Kaulf. Kaleguala,
Calaguala
Monte CL & BB 271 Nativa
ROSACEAE
Tetraglochin cristata (Britton) Rothm. Canguia,
Choquecanguia
Cerro CL & EF
162, 190
Nativa
RUBIACEAE
Richardia brasiliensis Gomes Pastos de cerro Cerro CL & EF 231 Nativa
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Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (3) 2020
Califano, L. M. - Manejo de especies forrajeras en Iruya (Salta, Argentina)
Familia y Especie Nombre Local UP Voucher Estatus
SCROPHULARIACEAE
Buddleja tucumanensis Griseb. San Juan Cora Cerro CL & EF
220, 277
Nativa
Tecoma garrocha Hieron. Guaranguay Cerro/Monte CL & HC 279 Nativa
SOLANACEAE
Lycianthes lycioides (L.) Hassl. Chirimoye Cerro CL & BB 307 Nativa
Iochroma australe Griseb. Sermonilla Cerro CL & EF 143 Nativa
Solanum palitans C.V. Morton Ñusco Blanco Cerro CL & BB 314 Nativa
ULMACEAE
Celtis iguanaea (Jacq.) Sarg. Tala Monte CL & HC 201 Nativa
VERBENACEAE
Lippia turnerifolia Cham. Pastos de cerro Cerro CL & EF 235 Nativa
Verbena hispida Ruiz & Pav. var. hispida Verbena Cerro CL & BB 321 Nativa
VIOLACEAE
Pombalia parviora (Mutis ex L.f.) Paula-Souza Pastos de cerro Cerro CL & EF 232 Nativa
ZYGOPHYLLACEAE
Porlieria microphylla (Baill.)
Descole, O´Donell & Lourteig
Yapan del monte Monte CL & HC 199 Nativa
de etnoespecies: “pastos de monte”, “pastos de
cerro” y “pastos de ciénego”; mientras que la
denominada “pastos que crecen en los palos” toma
como referencia el soporte sobre el cual crecen
las especies, ya que este grupo está integrado por
herbáceas epitas de monte.
Otras cuatro categorías aluden a la preferencia
de las especies ganaderas en su consumo: “pastos
oveja”, “pastos vaca”, “pastos cabra” y “comida
de burro”. Se observa una categoría especíca
empleada para referir a todas las etnoespecies
de la familia Bromeliaceae indistintamente; y
Tabla 2. Principales especies cultivadas empleadas para forraje en Iruya (Salta, Arg.).
Familia y Especie Nombre Local UP Observaciones
FABACEAE
Medicago sativa L. Alfalfa Cerro Introducida, perenne. Se conserva seca p/forraje.
Vicia faba L. Habas Cerro Alimenticia, anual de verano (dic.-feb.). Las partes
vegetativas p/forraje.
POACEAE
Avena sativa L. Avena Cerro Introducida, anual de verano (dic.-feb.). Se conserva seca
p/forraje.
Dactylis glomerata L, Pasto ovillo Cerro Introducida, perenne. Consumo directo de parte aérea
fresca o seca.
Eragrostis curvula (Schrad.) Nees Pasto llorón Cerro Introducida, perenne. Consumo directo de parte aérea
fresca o seca.
Hordeum vulgare L. Cebada Cerro Introducida, anual de verano (dic.-feb.). Se conserva seca
p/forraje.
Triticum spp. Trigo Cerro Alimenticia, anual de verano (dic.-feb.). Espigas y partes
aéreas secas p/forraje.
Zea mays L. Maíz. Cerro Alimenticia, anual de verano (dic.-feb.). Partes vegetativas
y granos p/forraje.
SOLANACEAE
Solanum tuberosum ssp. andigena Papa Cerro Alimenticia, anual de verano (dic.-feb.). Las partes
vegetativas p/forraje.
504
Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (3) 2020
Tabla 3. Clasicación vernácula de los recursos forrajeros, descripción de etnocategorías.
Etnocategoría Descripción del grupo Manejo principal
Pastos de monte Herbáceas, principalmente
gramíneas de porte medio (1
m de altura aproximadamente),
disponibles en la UP de
monte en la época seca.
El manejo del pastoreo es directo y extensivo
en la UP monte. Se consideran de gran valor
nutritivo, especialmente en la época seca.
Pastos de cerro Herbáceas, principalmente
gramíneas de porte bajo
o rastreras, disponibles
en la UP de cerro durante
la época húmeda.
El manejo del pastoreo es directo en la UP cerro,
concentrando su uso en época estival porque
están de rebrote. Ovinos y caprinos las pastorean
durante todo el año, bovinos solo en verano.
Consideradas poco nutritivas en estado seco, por
lo cual se requiere suplementación forrajera.
Pastos de Ciénego Herbáceas que vegetan en
bofedales y ciénagas de
las UP de cerro y valle.
El manejo del pastoreo es directo y controlado. El
atributo señalado consiste en mantenerse en estado
vegetativo durante todas al épocas del año, por lo que
son consideradas una fuente de forraje muy apreciada,
a pesar de que pueden encontrarse en parajes de
difícil acceso y/o de pastoreo poco frecuente.
Pastos que crecen
en los palos
Epítas herbáceas
(Pteridophytas y Angiospermae)
que vegetan sobre troncos
y ramas de los árboles
en la UP de monte.
El manejo es extensivo, son consumidas directamente por
el ganado bovino según la oportunidad durante el pastoreo.
Son consideradas un importante forraje durante todas las
épocas del año por estar siempre verdes y disponibles.
Pastos oveja Constituyen por lo general
gramíneas bajas, blandas
y palatables presentes
en pastizales de las UP
de cerro y valle.
El manejo es extensivo, son consumidas directamente
durante el pastoreo. Se reere al conjunto de
especies preferidas por el ganado ovino.
Pastos vaca Conjunto de especies de
diverso porte que puede incluir
elementos de los otros grupos
y de las UP de cerro, valle
y monte indistintamente.
Se trata de las etnoespecies que son más palatables
para los bovinos. Pueden ser manejados con pastoreo
directo o bien, cosechados para suplementar en
el corral; ya que algunas etnoespecies crecen
en lugares inaccesibles para los animales.
Comida de burro Conjunto de porte arbustivo,
su caracteristica principal
es que son aromáticas, o
resinosas y duras, por lo
que no son consumidas
por otro tipo de ganado.
Son los forrajes percibidos como de peor calidad,
con baja calidad nutricional, de menor preferencia
para las otras especies de ganado excepto los
asnos. Se trata de una categoría utilizada de manera
despectiva al referirse a los forrajes que no poseen
preferencia por los otros tipos de ganado.
Pastos cabra Conjunto de especies preferidas
por los caprinos, entre ellas
predominan las arbustivas.
Pueden incluir elementos de los otros grupos, como
también de las UP de cerro, valle y monte.
Taracas Este concepto reere a la parte
vegetativa de las especies
de la familia Bromeliaceae,
especialmente requeridas
como forraje de emergencia
en los períodos de escasez.
Es un forraje de difícil obtención debido a los sitios
inaccesibles donde crecen las especies. Por ejemplo
se denomina “taraca de yaquispala” a la parte de hojas
arrosetadas de la “yaquispala” (Puya yaquespala),
constituye un forraje de zonas altas y los en UP de
cerro, siendo muy preciado para alimentar bovinos.
Pastos fuertes Es un concepto transversal
aplicable a todos los vegetales
que se emplean como forraje.
Reere a los forrajes percibidos como de mayor
calidad nutricional, por su buena capacidad para
alimentar al ganado respecto a otros forrajes.
otra categoría transversal, centrada en la calidad
nutricional de los vegetales denominada “pastos
fuertes” que es utilizada para aquellas etnoespecies
percibidas como de mayor calidad nutricional, cuya
capacidad de alimentar al ganado es mayor respecto
a las otras.
505
Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (3) 2020
Califano, L. M. - Manejo de especies forrajeras en Iruya (Salta, Argentina)
Esta clasicación permite que las categorías
sean empleadas de manera superpuesta, es decir, así
como reeren al sitio donde crecen también puede
aludir a la calidad nutricional o a la preferencia
de consumo: por ejemplo, un “pasto que crece en
los palos” también puede ser considerado “pastos
vaca” por ser preferencia de consumo de los
bovinos, o ser simultáneamente un “pasto fuerte”
por la percepción respecto su capacidad nutritiva.
Estrategias y prácticas de manejo de los recursos
forrajeros
En los períodos de escasez de forraje las UD
deben evitar la pérdida de peso de los animales,
para lo cual se provee de forrajes adicionales a n
de suplementar el pastoreo directo en los ambientes
naturales. El forraje adicional puede porvenir de
diferentes fuentes que están disponibles a lo largo
del ciclo anual pastoril: reservas de vegetación
nativa (praderas y pastizales conservados intactos
en cerramientos), forrajes cultivados especialmente
y restos de cultivos. En la Tabla 4 se presenta el
esquema del calendario de disponibilidad forrajera
anual según su tipo de fuente.
El 83% de los productores consultados posee
como estrategia principal de manejo el pastoreo
en praderas naturales, que consiste en una rotación
entre parajes de pastoreo dentro del mismo
ambiente, cerro o monte, que se complementa con
el sistema de ganadería trashumante que otorga
movilidad vertical entre estos ambientes. Mientras
que el 17% recurre a una estrategia complementaria
de suplementación con forrajes cultivados: en
primer lugar, con maíz (Zea mays L.), seguido de
cebada (Hordeum vulgare L.) y alfalfa (Medicago
sativa L.). El 12% declara tener una reserva de
forraje nativo, esta estrategia hace referencia al
cuidado de sectores de pastoreo donde se encuentra
principalmente “sevenguilla” [Cortaderia
hieronymi (Kuntze) N.P.Barker & H.P.Linder]
como recurso forrajero principal. Esta práctica
se realiza manteniendo intactos estos sectores a
partir de su cerramiento perimetral con muros de
piedra o “pircas”, ladrillos de barro o “adobes”
y alambrados. Cuando se presenta la emergencia
forrajera los animales ingresan al cerramiento
a pastorear; también se cosechan estas especies
forrajeras para ser entregadas en los corrales. Este
tipo de reserva forrajera se realiza principalmente
para la alimentación de la etnocategoría “punistas”,
por ser los animales más expuestos a la escasez de
forraje en el período invernal. La estrategia forrajera
con más baja aplicación es la suplementación con
rastrojos de cultivos.
La suplementación a partir del cultivo de forrajes
es una práctica difundida en las UP de cerro y
de valle, por ser la posibilidad más accesible y
concreta. Como en Iruya, el crecimiento de los
cultivos es estacional por las condiciones climáticas,
está concentrado en los meses de primavera y
verano; por ello dentro del ciclo anual coinciden
el cultivo de especies forrajeras con aquellos
cultivos dedicados a la alimentación de la UD. Los
forrajes cultivados se siembran entre los meses de
noviembre a diciembre, sujetos a las lluvias ya que
son sembrados a secano. El almacenamiento del
forraje es la forma más difundida de conservación
para uso diferido en los períodos de escasez; las
condiciones ambientales permiten el secado natural
del forraje al sol y viento (cortado o en pie); dentro
de la parcela o cosechado y almacenado en parvas.
En la Tabla 2 se detallan los forrajes cultivados,
entre los cuales se encuentra las forrajeras anuales
como la avena (Avena sativa L.), el trigo (Triticum
spp.) y la cebada en sus dos variedades, alimenticia
y forrajera (Hordeum vulgare); entre los cultivos
perennes el más difundido es la alfalfa (Medicago
sativa) y el pasto llorón [Eragrostis curvula
Tabla 4. Esquema del calendario anual forrajero en sistemas ganaderos de Iruya (Salta, Arg.).
Fuente Forrajera
Meses época seca Meses época húmeda
M J J A S O N D E F M A
Praderas naturales
Forrajes cultivados
Restos de cultivos
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Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (3) 2020
(Schrad.) Nees], en algunos casos el pasto ovillo
(Dactylis glomerata L.) (Fig. 3). El pasto llorón y
el pasto ovillo se han incorporado desde hace unas
décadas por su promoción desde dependencias
estatales a través de proyectos para fomentar la
mejora en la ganadería local.
La estrategia de trashumancia es básicamente un
manejo ganadero extensivo que involucra la gestión
de supercies de tierra relativamente grandes por
cabeza, con un nivel muy bajo de mano de obra.
Estas amplias supercies no cuentan con alambrado
perimetral, los animales se mueven libremente
dentro de un rango de supercie, buscando los
forrajes de mayor palatabilidad en primer término.
Mientras realizan este tipo de pastoreo, los animales
son controlados periódicamente para evitar que se
alejen del sitio de pastoreo separándose del resto del
rodeo. La inexistencia de alambrados perimetrales
facilita el desplazamiento de los animales durante
el pastoreo y evita su connamiento; por ello
la trashumancia se acompaña de prácticas de
manejo de menor escala como rotaciones entre
parajes dentro del mismo ambiente y la quema de
pastos para fomentar el rebrote. La quema posee
la nalidad de estimular el rebrote de matas y
limpiar el exceso de materia seca, para disminuir
la presencia de parásitos externos en los sitios
de pastoreo que luego atacan a los animales; esta
práctica se realiza únicamente en la UP de cerro
por no poseer árboles. La quema se realiza en
los parajes de pastoreo entre los cuales se rota el
ganado, se aplica a los sectores que son percibidos
Fig. 3. A: Forraje cultivado almacenado, alfalfa (Medicago sativa) para suplementación forrajera en el
corral dentro de la UP de “cerro”. B: Parcela de alfalfa (Medicago sativa) cortada en hileras para su secado
y almacenamiento en la UP de “cerro”. C: Bovino consumiendo “taraca de yaquispala” (Puya yakespala),
forraje silvestre de zonas altas y los en UP de “cerro”. D: Parcela estival de forraje cultivado, cebada
(Hordeum vulgare) en la UP de “cerro”.
507
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Califano, L. M. - Manejo de especies forrajeras en Iruya (Salta, Argentina)
como de mayor concentración de matas secas,
también consiste en una práctica sanitaria de control
de parásitos externos. Las quemas se concentran
a partir de la festividad de San Juan Bautista el
24 de junio, ya que forman parte de los rituales
en conmemoración del santo patrono del ganado
ovino; y se prolongan todo el mes de julio. La noche
previa a la festividad de San Juan se realizan quemas
simbólicas de matas de pastos secos denominadas
“luminarias de San Juan”, este momento del año
coincide con la época de mayor frío y días más
cortos. Se considera que con esta esta se inicia un
período de gran sequedad, fuertes heladas y vientos,
con signicativa escasez de forraje, características
del periodo invernal. Para realizar las quemas no
existe mayor tecnología que el conocimiento del
productor respecto al clima y la velocidad del viento
que avivará el fuego; como cortafuegos naturales se
emplean particularidades del relieve: aoramientos
rocosos, peñascos, gargantas o quebradas, ríos,
barrancas.
Gestión de los recursos forrajeros en la comunidad
La conuencia con la modernidad y sus patrones
de manejo de la tierra produjo modicaciones en los
principios que regían la vida comunal andina (Van
Kessel, 2000). Actualmente el concepto de vida
en comunidad se muestra diverso y es particular
para cada comunidad, constituye una mixtura entre
formas prehispánicas de uso de las tierras comunales,
modelos de manejo colonial y conceptos modernos
de manejo empresarial acordes a la propiedad
privada.
En el patrón de vida comunitario local los animales
se individualizan claramente como propiedad
privada de una UD o de un productor individual,
posesión que es otorgada a través del ritual de
“señalada o marcada”. En este ritual se identican
las crías producidas durante el ciclo; en el caso de los
rumiantes menores se les realiza la señal mediante un
corte en las orejas para el registro del propietario; en
la hacienda bovina se realiza la marca con el símbolo
del propietario con un hierro caliente sobre el lomo o
en una de las ancas del animal. Tanto la marca como
la señal se registran en el libro provincial de marcas
y señales donde se identica y vincula al propietario
con sus animales. De esta forma se cumple con
la formalidad exigida por el Estado en registrar
la hacienda; pero simultáneamente, de manera
tradicional, se adorna e identica a los animales con
accesorios de lanas de colores cosidos en las orejas
denominados “chumpis” o “ores”. Así conviven
dos formas de identicación de los animales: la
establecida por los canales formales estatales (marca
y señal a fuego) y la realizada de forma tradicional
con lanas de colores en las orejas.
A través de la organización comunitaria se
establecen un conjunto de normas para el uso de los
espacios comunes, cuyo objeto es el control social
por parte de los propios usuarios y de la comunidad.
El manejo del ganado bovino implica el acuerdo con
la comunidad para el uso de espacios comunitarios
conjuntamente con aquellos de uso privado en los
diferentes momentos del ciclo anual. Los acuerdos
son realizados de manera verbal en las asambleas
mensuales de la organización comunitaria, siempre
bajo la consulta y permiso de los integrantes,
aunque también pueden quedar escritos en las actas
de la organización cuando se registran cambios,
o se presentan conictos. Como las comunidades
constituyen organizaciones locales tradicionales en
las cuales los lazos de parentesco son fuertes, sus
integrantes pueden pertenecer a unas pocas familias
con alta probabilidad de estar emparentadas. Este
aspecto es importante en referencia al cumplimiento
de las obligaciones y al respeto de los derechos
contraídos.
Cada propietario de ganado bovino posee el
derecho de uso sobre parajes donde se encuentran los
sitios de pastoreo (llamados localmente “paraderos”),
tanto en el monte como en el cerro. El derecho de uso
en estos parajes ha sido obtenido a través de herencia
familiar, por arreglo con otro productor que no está
haciendo uso pleno del mismo o a través de acuerdos
comunitarios. La cantidad de derechos de pastajes
que contrae un ganadero de una comunidad depende
de la cantidad de bovinos y de cuantos sitios o parajes
de pastoreo emplea en el ciclo anual: desde dos sitios
de pastaje, uno en el cerro y uno en el monte, a más de
dos por ambiente que llevan a contraer obligaciones
con otras comunidades. En el caso de pertenecer a
una comunidad que dentro de su territorio no posee
el ambiente de monte, los productores requieren
acordar con otra comunidad los derechos de pastoreo
para mantener la estrategia de la trashumancia.
Las obligaciones de pastoreo son las retribuciones
que debe realizar el ganadero a la comunidad por
el derecho al uso de los espacios comunitarios;
pueden implicar un pago en dinero, consistente en
una cuota anual al Consejo Comunitario o bien la
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devolución en jornales para tareas comunitarias
como: mantenimiento y arreglo de caminos, de
canales, de albañilería, etc. El uso de un paraje
de pastoreo da derecho a la plena utilización de
ese espacio territorial por parte del propietario
de ganado, es decir que, además de los recursos
forrajeros puede utilizar las fuentes de agua y otros
recursos naturales como: leña, maderas, frutos,
especias, animales de caza, etc.; como también
disponer la construcción de la infraestructura que
necesite. Dentro de los territorios comunitarios la
UD puede tener un promedio de 3 a 5 hectáreas
de uso individual donde se encuentran potreros y
corrales, donde se realiza la siembra de pasturas y
de los cultivos.
La etnocategoría ganadera que posee la UD
representa una diferencia al momento de gestionar
los sitios de pastoreo frente a la comunidad, existe
una relación entre la gestión y las etnocategorías
presentadas en los apartados anteriores. La misma
se visibiliza al momento de planicar el pastoreo por
parte de la UD, ya que si es propietaria únicamente
de vacas “punistas” no requerirá acuerdos para el uso
de parajes de pastoreo en el ambiente de monte, por
lo cual no contraerá obligaciones con la comunidad
por el acceso a los recursos forrajeros de ese espacio
ambiental ya que no implementa la trashumancia
como práctica. En tales casos la suplementación
forrajera estará circunscripta a las posibilidades que
ofrece el ambiente de cerro, es decir cerramientos
y pasturas cultivadas principalmente de forma
privada. Por el contrario, si la UD posee animales
de la etnocategoría “monteñas”, esto representa una
ventaja para acceder a sitios de pastoreo localizados
en el espacio ambiental del monte, lo que permite
a la UD la implementación de la trashumancia
como principal estrategia forrajera para acceder a
las etnocategorías forrajeras propias de esa unidad
ambiental.
diScuSión y concluSioneS
La perspectiva “emic” se reere al conjunto de
prácticas, conocimientos y creencias que surgen del
accionar individual o social, y permiten visualizar
como los seres humanos establecen su relación con
su entorno ambiental (Toledo, 2002). El análisis
del sistema ganadero tradicional en Iruya a partir
de la perspectiva emic permite comprender que las
relaciones entre humanos y plantas, se encuentran
mediadas por la ganadería como práctica productiva
central.
Las clasificaciones vernáculas identificadas
permiten observar que los campesinos ordenan
los recursos forrajeros y el ganado en grupos
que se le presentan como porciones de realidad
biológica de características similares. Como
resultado las etnotaxas se ven relacionadas según
su funcionalidad a las preferencias de uso, a la
elección local, a las posibilidades reales de acceso
y/o de mano de obra, o también pueden estar sujetas
a la influencia mercantil, entre otros aspectos
(Sánchez et al., 2007; Rosales Bustamante et al.,
2009; Lambaré & Pochettino, 2012). Se reconocen
en Iruya dos sistemas de clasicación local “folk”
estructurados en base a categorías empíricas de
uso y manejo de animales y de los vegetales; uno
está referido a los recursos forrajeros con diez
etnocategorías; y otro al ganado bovino con dos
etnocategorías de manejo.
Una clasificación local “vernacular” de los
vegetales construida en base a la percepción de
atributos comunes, fue referida en por Aldunate
et al. (1981, 1983) en comunidades Andinas
del N de Chile. Estos autores distinguen del
total de etnoespecies aquellas reconocidas con
una denominación propia exclusiva a una sola
etnoespecie, de las denominaciones colectivas que
aluden a grupos de etnotaxas. Aspecto se muestra
semejante con los criterios utilizados por los
campesinos de Iruya para la identicación de las
etnocategorías en tres ejes: a) aquellos términos
que aluden a la similitud en la sonomía de las
especies que integran un grupo, b) los términos
que señalan la UP donde se encuentra a ese grupo
o c) o los que se reeren a la preferencia de
consumo o calidad nutricional de sus componentes.
Su característica particular es que no son
denominaciones mutuamente excluyentes ya que
pueden ser empleadas simultáneamente entre sí.
La riqueza en etnoespecies forrajeras relevada
está dentro de los rangos planteados por otras
investigaciones etnobotánicas de ambientes
similares cercanos; por ejemplo para la puna de
la provincia de Jujuy, Quiroga Mendiola (2011)
menciona una riqueza de 91 especies forrajeras,
en la zona de precordillerana y la puna del norte
de Chile Aldunate et al. (1981) mencionan 83
etnotaxas con uso forrajero, mientras que para la
509
Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (3) 2020
Califano, L. M. - Manejo de especies forrajeras en Iruya (Salta, Argentina)
misma región Villagrán & Castro (1997) recopilan
72 nombres vernáculos vinculados a la ora local.
En este artículo se amplió la información
sobre los usos y las prácticas de manejo de los
recursos vegetales que conforman el sistema de
gestión propio de la ganadería tradicional de Iruya.
Se determinaron 81 especies, entre silvestres
y cultivadas; y dos sistemas de clasificación
vernáculos con etnocategorías de uso: uno para el
manejo ganadero con dos categorías de bovinos
-que fue señalado anteriormente por Lahitte &
Hurrell (1994)- y otro para el manejo de los
recursos forrajeros con diez etnocategorías. Se
identicaron estrategias de manejo que permiten
la continuidad de la alimentación del ganado
garantizando la provisión de forraje adicional para
la suplementación durante el ciclo anual, realizados
por el 17% de los productores. Se destaca la
trashumancia como la estrategia que integra todas
las prácticas de manejo en el movimiento vertical
entre diferentes UP, y que es realizado por 83% de
los productores.
La producción campesina de Iruya presenta
un sistema ganadero de crianza de animales
extensivo y diversicado con diferentes especies
ganaderas que se localizan en distintos ambientes,
y se mueven entre ellos, lo que permite sostener
la subsistencia de las UD. La cría de bovinos de la
etnocategoría “monteñas” utiliza la estrategia de
trashumancia como principal práctica de manejo
forrajero; mientras que el ganado menor y la cría de
bovinos de la categoría “punistas” son manejadas
con rotaciones entre parajes de pastoreo solo
dentro del ambiente de cerro. Las etnocategorías
forrajeras se relacionan con las ganaderas por
su disponibilidad en los ambientes de “cerro”
y “monte”, como también por su valor como
alimento y suplemento forrajero en períodos de
escasez. Se visualiza un manejo ganadero, con
diferentes estrategias y con arreglo dentro del ciclo
anual, donde hay complementariedad de uso de los
recursos forrajeros de las UP y con las categorías
ganaderas respectivamente, lo que otorga a estos
sistemas la posibilidad de realizar ganadería bovina.
Como sistema ganadero de subsistencia su
nalidad es garantizar la reproducción del siguiente
ciclo, a partir de la aplicación de prácticas de manejo
construidas desde su conocimiento local, casi
independientes de contextos externos al territorio,
pero muy dependientes de las características
ambientales que presenta cada ambiente y cada
etapa del ciclo anual. Se observa una producción
ganadera de base pastoril cuyos medios de
producción principales son la tierra y los recursos
naturales presentes que, por medio de la aplicación
de trabajo directo, creatividad, conocimiento local
y un saber hacer especíco e histórico, realiza la
reproducción de los medios de vida tal lo plantea
Paz et al. (2018). El estudio de las diferentes
formas de uso y manejo de los recursos vegetales
tiene un alto valor teórico y práctico; documentar
la experiencia tecnológica acumulada por los
seres humanos para interactuar con las plantas,
pone de maniesto las estrategias de gestión que
contribuyen entre otros objetivos al desarrollo
sostenible (Blancas et al., 2010) y a la conservación
de la biodiversidad (Lagos-Witte et al., 2011).
En este trabajo se brinda un aporte a la
identicación de las especies forrajeras utilizadas
en Iruya, los sistemas de clasicación “vernáculos”
y a las prácticas de manejo ganadero y de recursos
forrajeros desarrolladas; pero no posee el ánimo
de evaluar la efectividad de las mismas. Sin duda,
estos aportes requieren ser complementados con
un análisis de la sustentabilidad ambiental de este
sistema ganadero, como herramienta necesaria
para evaluar el impacto de las prácticas de manejo
en los índices productivos y medioambientales.
Finalmente se señala como necesario evaluar a
futuro el estado de conservación de los pastizales
naturales y las pasturas implantadas empleadas en
estos sistemas.
contribución de loS autoreS
La autora ha realizado el diseño del trabajo, la
interpretación de datos y redacción del manuscrito.
El trabajo de campo se realizó con el asesoramiento
del director de Tesis de doctorado.
aGradecimientoS
A las comunidades y pobladores de Iruya por
su permiso para realizar la investigación, por su
hospitalidad y predisposición durante el desarrollo
del trabajo. A P. Arenas por la dirección del trabajo
de tesis de doctorado. Al Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria, Estación Experimental
510
Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (3) 2020
Abra Pampa, por la nanciación a través de PRET
SALJU – 1232205 con el apoyo logístico de la AER
Humahuaca. A F. Echazú, B. Bartl, C. Herrera,
A. Geronazzo y D. Vargas por su compañerismo
y cooperación en las diferentes etapas de la
investigación.
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