nuevaS evidenCiaS hiStóriCaS del Siglo Xviii Sobre

la PreSenCia de CardoSen argentina y SuS

imPliCanCiaS etnobotániCaS

new hiStoriCal evidenCeS of the 18th Century on PreSenCe of

thiStleSin argentina and itS ethnobotaniCal imPliCationS

Diego G. Gutiérrez1,2, Gustavo F. Scarpa1 y Cintia N. Rosso1

1.División Plantas Vasculares, Museo Argentino de Ciencias Naturales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Av. Ángel Gallardo 470, C1405DJR, ciudad de Buenos Aires, Argentina.

2.Laboratorio de Morfología Comparada de Espermatófitas, Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Buenos Aires, Argentina.

*ddigutier@macn.gov.ar

Citar este artículo GUTIéRREz, D. G., G. F. SCARPA y C. N. RoSSo. 2020. Nuevas evidencias históricas del siglo XVIII sobre la presencia de “cardos” en Argentina y sus implicancias etnobotánicas. Bol. Soc. Argent. Bot. 55: 295-310.

DoI: https://doi. org/10.31055/1851.2372.v55. n2.26407

Recibido: 13 Noviembre 2019

Aceptado: 28 Mayo 2020

Publicado: 30 Junio 2020

Editora: Norma Hilgert

ISSN versión impresa 0373-580X ISSN versión on-line 1851-2372

Summary

Background and aims: Currently, many species called “thistles” are widely distributed in Argentina. During 18th Century several Jesuit publications mentioned “thistles” as the work made by Florian Paucke. The goal of this work is to gather, from writing sources of the 18th Century, plant records called as “thistles” or similar names; to identify at species level the plant entities mentioned by Paucke as “azafrán”, “cardo”, and “cardo hortense”; and to discuss ethnobotanical implications.

M&M: The study area included Argentina from the Pampean region to the Chacoan

region. Historical evidences of the 18th Century, herbarium materials and their morphology were analyzed, and ield trips were made.

Results: Entities “azafrán alazor”, “de Indias” o “paracuario” by Paucke were identiied as Carthamus tinctorius (“saflower”), and “cardo” and “cardo hortense” as Cynara cardunculus (Compositae), associated with varieties sylvestris (“thistle”) and scolymus (“artichoke”), respectively. “Cardo santo” named by Pedro de Montenegro was associated to Argemone subfusiformis (Papaveraceae). Twelves new medicinal and food uses of the Moqoit from the Chaco of Argentina were recorded.

Conclusions: Identiied “thistles” were used for medicinal and nutritional purposes

during the colonial period, and incorporated at aboriginal missions by Jesuit priests. Carthamus tinctorius and Cynara cardunculus may have been introduced in orchards and later on have escaped of the cultivation areas.

Key wordS

Artichoke, Carthamus, Cynara, ethnobotany, Paucke, saflower, thistle.

reSumen

Introducción y objetivos: Actualmente numerosas especies llamadas “cardos” están ampliamente distribuidas en Argentina. Durante el siglo XVIII varias publicaciones jesuíticas mencionaron “cardos”, como el trabajo realizado por Florián Paucke. El

objetivo del trabajo es recopilar, de las fuentes escritas del siglo XVIII, los registros de plantas denominadas como “cardos” o nombres similares; identiicar a nivel de

especie las entidades mencionadas por Paucke como “azafrán”, “cardo” y “cardo hortense”; y discutir las implicancias etnobotánicas.

M&M: El área de estudio incluyó Argentina desde la región Pampeana a la región

Chaqueña. Se analizaron evidencias históricas del siglo XVIII, materiales de herbario y morfología, y se efectuaron viajes de campo.

Resultados: Las entidades “azafrán alazor”, “de Indias” o “paracuario” de Paucke se identiicaron como Carthamus tinctorius (“cártamo”), y “cardo” y “cardo hortense” como Cynara cardunculus (Compositae), asociadas a las variedades sylvestris (“cardo de Castilla”) y scolymus (“alcaucil”) respectivamente. El “cardo santo” nombrado por Pedro de Montenegro se asoció a Argemone subfusiformis

(Papaveraceae). Se registraron 12 nuevos usos medicinales y alimenticios de los moqoit del Chaco de Argentina.

Conclusiones: Los “cardos” identiicados fueron utilizados con ines medicinales

y alimenticios durante el período colonial, e incorporados en las reducciones aborígenes por misioneros jesuitas. Carthamus tinctorius y Cynara cardunculus posiblemente hayan sido introducidos en huertos y posteriormente hayan escapado de las áreas de cultivo.

PalabraS Clave

Alcaucil, cardo, cártamo, Carthamus, Cynara, etnobotánica, Paucke.

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Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (2) 2020

introduCCión

La introducción de especies exóticas en las colonias europeas de América implicó, entre

otras cosas, el intercambio de plantas, saberes y prácticas, pudiéndose deinir este proceso como

la importación de un modo de vida occidental al Nuevo Mundo (Gruzinski, 2007). Los europeos buscaban reproducir el modelo occidental en tierras americanas a partir de la introducción de sus propios

bienes culturales y naturales domesticados (plantas y animales) y de la modiicación concomitante de

los sistemas religiosos y económicos aborígenes. Es así como se construyeron jardines y huertos en áreas controladas de las colonias y las misiones donde la mera práctica agrícola, por ejemplo, representaba “civilizar” el espacio salvaje de América (Rosso, 2012). Este proceso de introducción de especies vegetales en cada región del continente adquirió características singulares, dependiendo de la zona considerada y de los actores sociales y plantas involucradas en cada caso.

En América del Sur una cantidad importante de especies de plantas introducidas por los españoles y portugueses se incorporaron rápidamente a la alimentación de los pueblos originarios del Nuevo Mundo como el “trigo” (Triticum sp., Poaceae), la “cebada” (Hordeum sp., Poaceae), los “duraznos” (Prunus sp., Rosaceae) y los “cítricos” (Citrus sp., Rutaceae) (Capparelli et al., 2005; Hilgert et al., 2014; Stampella, 2015). Los “cardos” dado su uso en el Viejo Mundo formaron parte de este intercambio (Hernández Bermejo et al., 2019). El término “cardo” se utiliza frecuentemente en Iberoamérica, histórica y actualmente, para designar a plantas herbáceas espinosas pertenecientes a especies de Compositae de la tribu Cardueae (Font Quer, 1993). Dicho término proviene del latín “arduus” y del celta “ard” indicando la presencia de espinas (e.g. Ariza Espinar & Delucchi, 1998). Cardueae presenta unas 2400 especies, principalmente nativas de la región Mediterránea del Viejo Mundo (Susanna & García-Jacas, 2007, 2009), siendo muchas de ellas utilizadas desde antaño en el arte, la alimentación y la medicina: e.g. Carthamus tinctorius L., Centaurea benedicta (L.) L., Cynara cardunculus L. (Rivera & Obón, 1996; Hernández Bermejo et al., 2019). Por este

motivo, la distribución de muchas de sus especies ha sido inluenciada por el comercio o la agricultura

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(e.g. Centaurea cyanus L. y Onopordum tauricum Willd.) y actualmente algunas de ellas forman parte de los principales cultivos mundiales, como es el caso del “alcaucil” y el “cártamo” (Ekin, 2005; Simpson, 2009; Calabrese, 2016). En América del Sur, Cardueae está presente en casi todos sus países desde Colombia y Venezuela hasta Argentina y Chile y se encuentra representada por más de 35 especies entre nativas y exóticas introducidas (Dillon & Hensold, 1993; Robinson et al., 1999; Badillo, 2001; Dillon, 2006; Delucchi, 2008; Beck et al., 2014; Delucchi & Gutiérrez, 2014; Ávila et al., 2016; Cordero et al., 2016). De estas especies, la gran mayoría (i.e. 26, aquellas pertenecientes a los géneros Arctium L., Carduus L., Carthamus L., Centaurea L., Cirsium Mill., Cynara L., Onopordum L., Rhaponticum Vaill. y Silybum Vaill.) son malezas desde el punto de vista agronómico de ambientes templados y mediterráneos especialmente, predominando en la región Pampeana de Argentina y Uruguay y en el centro de Chile (Marzocca 1986; Katinas et al., 2007; Delucchi, 2008; Delucchi & Gutiérrez, 2014; Fernández et al., 2016).

En el caso particular de Argentina, hasta la actualidad, con el nombre común “cardo” y palabras relacionadas (e.g. “carda”, “cardencha”, “cardón”) se han registrado 16 especies de Cardueae (Schulz, 1976; Correa et al., 2003; Peña & Pensiero, 2004; Rosso & Scarpa, 2012). Muchas de éstas se encuentran naturalizadas y poseen registros de sus diversos usos populares pasados y presentes (e.g. Azara, 1809; Hieronymus, 1882; Toursarkissian, 1980; Roig, 2001; Rosso & Scarpa, 2012) e incluso forman parte de la actividad agroindustrial actual (Gominho et al., 2009; Calabrese, 2016; Delucchi et al., 2017; Hernández Bermejo et al., 2019). Asimismo, bajo esta denominación se pueden encontrar también otras 20 especies

provenientes de Angiospermas de diferentes grupos taxonómicos y orígenes geográicos (Correa et

al., 2003; Peña & Pensiero, 2004). Por lo general estas últimas se corresponden con especies que

presentan órganos espinosos y/o agrupamientos de sus lores en inlorescencias similares en aspecto a

un capítulo: por ejemplo, Apiaceae (i.e. Eryngium sp.), Bromeliaceae (i.e. Aechmea sp., Bromelia sp.), Cactaceae (i.e. Cereus sp., Trichocereus sp.), Calyceraceae (i.e. Acicarpha sp.), Caprifoliaceae (i.e. Dipsacus sp.), Papaveraceae (i.e. Argemone

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D. G. Gutiérrez et al. - “Cardos” en Argentina en el siglo XVIII y etnobotánica

sp.) (Correa et al., 2003; Barboza et al., 2006).

Las causas de la llegada de los “cardos” y especies aines exóticos (i.e., Arctium, Carduus, Carthamus,

Centaurea, Cirsium, Cynara, Onopordum, Rhaponticum y Silybum) al sur de América del Sur podrían deberse a su utilización desde los siglos XVI y XVII por los exploradores europeos y colonos en la alimentación y como cultivos en jardines de los primeros asentamientos, así como de forma involuntaria como maleza (Hernández Bermejo et al., 2019 y referencias allí citadas). Por otro lado, para la región pampeana se ha propuesto que algunas especies de “cardos” habrían sido introducidas de manera accidental a través del transporte de semillas de trigo; en particular para las especies Cynara cardunculus (“cardo de Castilla”) y Silybum marianum (L.) Gaertn. (“cardo mariano”) en los alrededores de Buenos Aires (Amaral, 1997, 1999; Recalt, 2004). En la misma línea explicativa se ha sostenido que la expansión de los “cardales” habría sido facilitada por disturbios antropogénicos en las pampas debido a la actividad del ganado vacuno y equino desde mediados del siglo XVI

(Delucchi et al., 2003; Soria, 2012). Sin embargo, no hay datos idedignos para poder identiicar las

entidades mencionadas como “cardos” a nivel taxonómico que han estado involucradas en dicho proceso.

La alusión a “cardos” exóticos resulta indiscutible en numerosas narraciones de naturalistas y exploradores de principios del XIX (e.g., Azara, 1809; Darwin, 1839; Head, 1846). En el siglo

XIX las referencias de “cardos” en especial en loras y listas de plantas son precisas al nivel

de especies y están acompañadas en muchos casos con descripciones morfológicas detalladas y especímenes conservados en herbarios. Por ejemplo, Carthamus tinctorius, Centaurea benedicta, C. calcitrapa L., C. melitensis L., Cynara cardunculus y Silybum marianum se describen principalmente para el centro de Chile y las pampas de Argentina y Uruguay (e.g., Hooker & Arnott, 1835; Rémy, 1849; Berg, 1877; Grisebach, 1879; Baker, 1884).

En contraposición, nuestro conocimiento sobre los “cardos” en el sur de América del Sur previamente al siglo XIX resulta escaso e impreciso. Como ya fuera mencionado por Delucchi et al. (2003), las primeras pruebas sobre la presencia de estas plantas, nativas o introducidas, en la región halladas en fuentes escritas serían las de Cardiel

([1748] 1930) y Concolorcorvo ([1773] 1908).

Ambos autores reieren la existencia de “cardales”

utilizados como leña, a 400 km de la ciudad de Buenos Aires y alrededores, entre los años 1748 y

1749, aunque su identiicación taxonómica resulta

incierta. Una excepción a ello la constituye la referencia del jesuita Florián Paucke ([1776-1778] 1944) en las memorias de su estadía desde 1749 a 1767 entre los aborígenes mocovíes de San Javier, en el centro-este de Argentina, citado por Rosso & Scarpa (2012). El trabajo de este misionero resulta un punto de partida fundamental para comprender la presencia y utilización de los “cardos” por parte de las poblaciones nativas sudamericanas y colonos

debido a que se encuentran descriptos en el texto y representados iconográicamente con gran detalle

en láminas realizadas por él mismo (Zanetti, 2013). Entre las entidades mencionadas y/o ilustradas por Paucke, tres corresponderían a taxa pertenecientes a Cardueae. Una de dichas identidades, denominada “azafrán alazor”, “azafrán de Indias” o “azafrán paracuario”, fue asociada a las especies Carthamus lanatus L. y C. tinctorius (Wernicke, 1944) y más recientemente a la primera (Rosso & Scarpa, 2012), cuyo nombre vulgar es “cardo lanudo” por lo cual se la incluye también en el presente estudio. Las características morfológicas de C. lanatus no se ajustan completamente a lo observado en la ilustración de Paucke y las dos entidades restantes referidas como “cardo” y “cardo hortense” no pudieron ser asignadas hasta el momento con ninguna especie taxonómica en particular, sino a la familia Compositae en general (Wernicke, 1944; Rosso & Scarpa, 2012).

El objetivo principal del trabajo es recopilar de fuentes escritas del siglo XVIII de Argentina las

citas de plantas que se puedan corresponder con aquellas denominadas como “cardos” o aines; en segundo lugar, identiicar a nivel de especie las

entidades mencionadas e ilustradas por Paucke como “azafrán” (“azafrán alazor”, “azafrán de

Indias” o “azafrán paracuario”), “cardo” y “cardo hortense”; y inalmente, discutir sus implicancias

etnobotánicas.

materialeS y métodoS

El área de estudio del trabajo abarcó las provincias político-administrativas actuales

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Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (2) 2020

argentinas de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe, más la ciudad autónoma de Buenos Aires. Dicha área de estudio se corresponde en general con los ambientes templados y cálidos del centro, centro-este y

norte de Argentina, y desde el punto de vista biogeográico con las regiones Chaqueña, del Espinal y Pampeana y, inalmente, la vegetación

ribereña de los ríos Paraná, Uruguay y del estuario del Plata, asociada a la región Paranaense (Cabrera & Willink, 1980; Oyarzabal et al., 2018).

En primera instancia se procedió a compilar evidencias históricas escritas representativas del área de estudio donde se pudieran hallar citas de la presencia de “cardos” durante el siglo XVIII dadas las características de las obras o referencias de trabajos previos (e.g. Correa et al., 2003; Delucchi et al., 2003; Rosso & Scarpa, 2012). Luego se procedió a analizar en detalle las identidades botánicas de dichas citas de “cardos” en función de las características de las menciones escritas y/o ilustraciones. La fuente histórica principal consultada fue la obra del misionero jesuita Florián Paucke, quien vivió en el actual territorio argentino entre los años 1749 y 1767, fechada entre 1776-78 y titulada “Hacia aquí y para allá. Una estadía entre los indios mocobíes” (Paucke, [1776-78] 1942-1944). Esta publicación narra en detalle las percepciones, historia y avatares que este religioso vivenció en la reducción de aborígenes moqoit de San Javier, provincia de Santa Fe (Argentina) durante mediados del siglo XVIII. La gran profusión de detalles registrados en su obra, tanto en la información suministrada como en los dibujos de plantas y animales de sus láminas policromadas, lo convierte en un documento etnográfico de gran valor histórico. Las otras fuentes escritas consultadas, representativas para el área, fueron las obras de los también jesuitas Pedro de Montenegro ([1710] 2007), Pedro Lozano ([1733] 1874), José Cardiel ([1748] 1930), José Sánchez Labrador ([1771- 1776] 1901), Alonso Carrió de la Vandera (bajo el seudónimo Concolorcorvo; [1773] 1908) y Martín Dobrizhoffer ([1784] 1967). Las obras de Montenegro y Sánchez Labrador corresponden a las misiones jesuíticas de la región chaqueña y litoral de Argentina, más aquellas del este de Bolivia (Chiquitanía), Paraguay, sudeste del Brasil y noroeste de Uruguay, aportando información

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sobre herbolarios y su utilización médica. El trabajo de Lozano abarca el centro y norte del Virreinato del Río de la Plata, incluyendo información de las áreas rioplatense y chaqueña, en relación al área de estudio, alcanzando las provincias actuales argentinas de Santiago del Estero y Tucumán y el Paraguay. Por su lado, Cardiel brinda datos botánicos de las misiones de los guaraníes y colegios jesuitas de las provincias de Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires, e incluso de Patagonia y el Paraguay. El escrito de Concolorcorvo, aporta datos de la región rioplatense hasta el Perú. Finalmente, la obra de Dobrizhoffer permite obtener información etnobotánica misionera del área chaqueña de la provincia de Santa Fe en contacto con los extintos aborígenes abipones. Dichas obras se consideran una muestra representativa para el área de estudio en el período analizado, no descartándose la existencia de otros trabajos no estudiados aquí y que pudieran sumar datos novedosos en el futuro.

En el caso particular del trabajo de Paucke, se confrontaron las ilustraciones y descripciones escritas con las especies que actualmente reciben el nombre vulgar de “cardos” en Argentina (e.g. Correa et al., 2003; Peña & Pensiero, 2004) mediante un análisis morfológico comparado, identificándose caracteres morfológicos macroscópicos vegetativos y reproductivos para reconocer las especies. Asimismo, se analizó la morfología por medio de especímenes provenientes de los herbarios BA, BAA, BAB, BAF, CORD, CTES, LP, LPAG, MERL, SI y UNR los cuales presentan importantes colecciones del área de estudio. Se realizaron viajes de campo en Argentina entre los años 2010 y 2020 a las provincias de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe, y los especímenes coleccionados fueron depositados en BA.

Para la identificación, caracterización y taxonomía de las especies de Cardueae en Argentina se sigue a Delucchi & Gutiérrez (2014). En particular para la taxonomía, muy

controvertida, de Cynara cardunculus L. y sus categorías infraespecíicas se siguen los trabajos

más recientes que proponen tres variedades: C. cardunculus var. altilis DC., C. cardunculus var. scolymus (L.) Fiori y C. cardunculus var. sylvestris (Lam.) Fiori. (e.g. Robba et al., 2005; Sonnante et al., 2007; Gatto et al., 2013).

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D. G. Gutiérrez et al. - “Cardos” en Argentina en el siglo XVIII y etnobotánica

reSultadoS

Nuevas evidencias históricas

En la obra atribuida al jesuita Pedro de Montenegro denominada “Materia Médica

Misionera” se reieren las siguientes aplicaciones

medicinales: “La parida que coma cardo, sea cocido, ó el agua de su cocimiento le aumentará la leche. Cardo santo, su cocimiento bebido vale á los dolores gravisimos / mos, y baidos de cabeza, y restituye la memoria perdida.” (Montenegro, [1710] 2007: 301). A pesar de la ausencia de descripción o ilustración de la planta referida como “cardo santo” proponemos sobre la base del nombre vulgar y sus aplicaciones medicinales que se trataría de Argemone subfusiformis G.B. Ownbey (Papaveraceae). Esta especie se caracteriza por ser una hierba de distribución cosmopolita, nativa en Argentina, de hábito malezoide, cuya presencia y utilización en la zona referida por Montenegro se halla sumamente difundida.

Respecto a los “cardos”, la obra del jesuita

Florián Paucke reiere propiedades combustibles y

forrajeras sin indicar el grupo humano que lo utiliza, en los siguientes términos: “Si escasea la leña, la cocina resulta bastante fría y los viajeros deben de remediarse con cardos secos, gruesas matas de plantas campestres” (Paucke, [1776-78] 1942: 125), y “De las raíces de estos cardos se alimentan tanto los puercos silvestres como los caseros de los cuales yo tenía alrededor de trescientos que corrían por la isla [y] de los que escribiré en mejor oportunidad cuando dé noticias del ganado doméstico” (Paucke, [1776-78] 1944: 185). Sin embargo, como resulta frecuente en la adscripción

de los usos aborígenes, al describir su empleo como alimenticio se reiere explícitamente que

corresponde a “ellos” (es decir a “los mocovíes”) en la siguiente cita: “Ellos tienen un cardo que en su mayor parte crece en la isla entre el río Paraná y el río De los dorados a cuya orilla estaba establecida mi reducción del Santo Xaverij [San Javier]. La caña [del cardo] que frecuentemente tiene una altura de dos varas la cortan mientras está aún verde y jugosa y la comen bien sea cruda o también cocida; tiene un olor y sabor balsámico; los mocovíes lo llaman apologo” (Paucke, [1776- 78] 1944: 185). Sin embargo, esta entidad no se correspondería a una especie de Compositae, sino más bien a una del género Eryngium (Apiaceae) que

recibe el nombre vulgar de “carda” (ver Rosso & Scarpa, 2012). Por otro lado, en la lámina LIII (Fig.

1A) se ilustran dos plantas lorecidas que el autor

denomina “cardo hortense” (Fig. 1A: a) y “cardo”

(Fig. 1A: b).

Respecto al “azafrán” Paucke ([1776-78] 1944:

206)reiere en el texto de su obra que: “El azafrán paracuario es rojo amarillo, no tiene sabor, da sólo una sopa amarilla, pero sin embargo es sano. Los españoles llaman este azafrán alazor. Él crece en un arbusto de una vara de alto que tiene muchas ramas erectas con muchas hojas verdeobscuras; cada hoja tiene en la punta una púa. Las hojas

tienen un largo de un medio dedo y un ancho de una pulgada; en cada rama hay una lor amarilla que

tiene abajo un botón; en éste se halla la semilla que

es blanca y tiene el tamaño de la semilla del girasol o solsequia. Los españoles llaman a esta lor: Mirasol. La lor se parece a una pequeña lor de

cardo, no tiene hojas, sino que sólo brotan cortas hebritas amarillas que se arrancan, se tuestan y se guardan para el uso. La semilla se cuece y el agua

proveniente de ahí se bebe; es muy buena para el pecho, lo puriica por la expectoración y saca también la lema por la evacuación”. En la lámina

XLVI (Fig. 1B) de la misma obra se ilustran en acuarela colorida plantas lorecidas con el nombre

de “azafrán de Indias”; posiblemente sean tres

plantas de la misma especie, de las cuales la primera se muestra ramiicada desde la base con tres tallos

principales (Fig. 1B, c) y las otras dos con sus tallos no ramiicados (Fig. 1B, d).

Respecto al “azafrán”, Lozano ([1733] 1874: 268-269) airma lo siguiente: “El azafrán que

llaman de la tierra, fuera de dar color á las comidas, sirve su zumo de remedio eicaz contra

la ictericia”. Por su lado, Dobrizhoffer ([1784] 1967: 533) señala que “Igualmente falta en toda Paracuaria el croco, llamado español Azafrán. El [azafrán] americano tiene en común con el nuestro

únicamente el nombre y la igura ya se use solo

para teñir de amarillo pero no para condimentar las comidas”. En relación a lo planteado por Lozano y en coincidencia con Dobrizhoffer, la entidad americana no sería Crocus sativus L. (Iridaceae) conocido como “azafrán”, sino que podría referirse a Carthamus tinctorius L. llamado “cártamo” o “falso azafrán”, entre otros nombres vulgares.

Cabe destacar que en las obras de Cardiel ([1748] 1930), Concolorcorvo ([1773] 1908) y Sánchez

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Bol. Soc. Argent. Bot. 55 (2) 2020

Labrador ([1771-1776] 1901) no se hallaron referencias a “cardos” o de estar mencionados dichas entidades ya fueron analizadas por autores previos y se citan en la bibliografía de nuestro trabajo.

Identidad taxonómica del “azafrán alazor”, “azafrán de Indias” o “azafrán paracuario”

En relación a la entidad denominada “azafrán alazor”, “azafrán de Indias” o “azafrán paracuario”,

sobre la base de la descripción morfológica e ilustraciones en el trabajo de Paucke (Fig. 1B)

se pudieron definir los siguientes caracteres morfológicos: hábito, altura, ramiicación del tallo,

filotaxis, presencia/ausencia de pecíolo, lámina

foliar, ápice foliar, margen foliar, color de las hojas, inlorescencia y número de capítulos, involucro, ilaria, número y color de las lores (Tabla 1). Dicha

entidad se ajusta morfológicamente al género Carthamus como fuera indicado en trabajos previos.

Fig. 1. Azafrán y cardos en la obra de Paucke. A: Parte superior de la lámina LIII con ilustraciones de

“cardos”. B: Parte inferior de la lámina XLVI con ilustraciones del “azafrán”. Abreviaturas = a: “cardo

hortense”; b: “cardo”; c y d: “azafrán alazor”, azafrán de Indias” o “azafrán paracuario”.

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D. G. Gutiérrez et al. - “Cardos” en Argentina en el siglo XVIII y etnobotánica

Tabla 1. Caracteres morfológicos del azafrán paracuario, cardo y cardo hortense identiicados en las

ilustraciones y descripciones escritas de la obra de Paucke.

Carácter/Entidad

Azafrán alazor, azafrán de

Cardo

Cardo hortense

Indias o azafrán paracuario

 

 

 

Hábito

Herbáceo

Herbáceo

Herbáceo

Altura

Ca. 85 cm

-

-

Tallo

Ramiicado desde la base

No ramiicado

No ramiicado

o no ramiicado

 

 

 

Filotaxis

Opuesta o subopuesta

En roseta basal

En roseta basal

distribuida a lo largo del tallo

 

 

 

Presencia/ausencia

Ausente o inconspicuo

Presente

Presente

de pecíolo

 

 

 

Lámina foliar

Simple, no dividida

Compuesta o muy dividida

Compuesta o muy dividida

Margen foliar

Entero

Dentado

Entero

Color de las hojas

Verde

Verde

Celeste

Inlorescencia

Terminal, capítulo solitario

Escaposa con un

Escaposa con un

capítulo terminar

capítulo terminal

 

 

Involucro

-

Hemisférico o anchamente

Hemisférico o anchamente

acampanado

acampanado

 

 

Filarias

Foliáceas

-

-

Número de lores

Numerosas

Numerosas

Numerosas

Color de las lores

Anaranjado

Azulado

Amarillo

 

 

 

 

Los caracteres que permiten una adecuada identiicación son los siguientes: plantas de entre 30-90 cm de altura, con tallos erectos, ramiicados,

las hojas alternas, sésiles, ovadas o elípticas, con ápice agudo y margen entero o aserrado- espinoso, los capítulos solitarios en las ramas terminales, y generalmente varios por planta, sésiles

o con pedúnculos muy cortos, involucro ovoide con ilarios foliáceos con los externos, ovados

de ápice agudo y margen entero, denticulado o serrado-espinoso, y las flores numerosas, con corolas amarillas, anaranjadas, rojas o blancas. De esta manera la entidad “azafrán alazor”, “azafrán

de Indias” o “azafrán paracuario” de Paucke puede identiicarse correctamente como Carthamus

tinctorius principalmente por presentar la lámina foliar entera y los ilarios externos foliáceos y enteros, con las lores anaranjadas o amarillo-

anaranjadas (Fig. 2A-D). Dicha especie recibe en Argentina el nombre vulgar de “cártamo” o “falso azafrán”. Al mismo tiempo se descarta que dicha entidad sea C. lanatus (vulgarmente “cardo chileno”, “cardo cruz”, “cardo del diablo”, “cardo

lanudo”, “cártamo”, “manca potrillo”) dado que

esta especie presenta hojas lobadas de margen espinoso y lores amarillas (Fig. 2E-F).

Identidad taxonómica del “cardo” y “cardo hortense”

Respecto a las entidades mencionadas en el trabajo de Paucke como “cardo” y “cardo hortense” y a sus correspondientes ilustraciones

(Fig. 1A) se pudieron identiicar y seleccionar los

siguientes caracteres morfológicos: (1) hábito, (2) ramiicación del tallo, (3) ilotaxis, (4) presencia/

ausencia de pecíolo, (5) lámina foliar, (6) margen foliar, (7) color de las hojas, (8) inlorescencia y número de capítulos, (9) involucro, (10) ilaria, (11) número y (12) color de las lores (Tabla

1). Los caracteres que permiten una adecuada identiicación son los siguientes: hierbas con hojas

basales arrosetadas, pecíolos largos y láminas profundamente pinnatisectas de contorno ovado, con segmentos de ápice atenuado con una espina terminal y margen aserrado-lobulado con dientes terminados también en espina y espinas basales,

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Fig. 2. Carthamus tinctorius y C. lanatus. A-D: Carthamus tinctorius (“cártamo”). A: Cultivo. B: Población. C:

Planta. D: Capítulos. E-F: C. lanatus (“cardo lanudo”). E: Parte superior de una planta. F: Capítulos. Fotos:

Julio C. Rivas (A-D) en Cardenal Cagliero (prov. Buenos Aires) y Diego G. Gutiérrez (E-F) en Azul (prov. Buenos Aires).

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D. G. Gutiérrez et al. - “Cardos” en Argentina en el siglo XVIII y etnobotánica

inermes en las variedades cultivadas, el haz foliar

es glauco, y el envés densamente blanco o grisáceo, inlorescencia escaposa con capítulos solitarios con

pedúnculos largos, involucro anchamente ovoide o hemisférico y lores numerosas, con corolas

generalmente azules o lilas, a veces blancas. De esta manera las entidades “cardo” y “cardo hortense” de

Paucke pueden identiicarse correctamente ambas como Cynara cardunculus L. (Fig. 3A-F).

Así, “cardo” se asocia a la variedad C.

cardunculus var. sylvestris (Lam.) Fiori dada la presencia de espinas en hojas y iliarias (Fig. 3A-

D), y que se denomina vulgarmente en Argentina como “cardo”, “cardo de Castilla”, “cardo de comer” y “cardón”. Por otro lado, el “cardo hortense” por carecer de espinas corresponde a C. cardunculus var. scolymus (L.) Fiori (Fig. 3E-F),

variedad conocida actualmente como “alcachofa” o “alcaucil”.

Nuevos datos etnobotánicos derivados

En la Tabla 2 se detallan 12 nuevos datos etnobotánicos derivados de las identidades botánicas antes estimadas, indicando para los cuatro taxa involucrados (Carthamus tinctorius, Cynara cardunculus var. sylvestris, C. cardunculus var. scolymus y Argemone subfusiformis) las categorías

de los usos registrados, partes utilizadas, aplicación especíica y fuente de origen de los mismos. La

mayoría de estos datos (cinco) son de índole medicinal y en segunda instancia alimenticios (tres). El taxón sobre el que se registró mayor número de datos fue Cynara cardunculus var. sylvestris con un total de siete datos.

Tabla 2. Datos etnobotánicos de Carthamus tinctorius, Cynara cardunculus var. scolymus, C.

cardunculus var. sylvestris y Argemone subfusiformis.

Familia y

Nombres en las

Nombres

Categoría

Aplicación

Parte

Referencia bibliográica

obras de Paucke

vulgares

utilizada y

especie

de uso

especíica

y Montenegro

actuales

preparación

 

Compositae

En la obra de Paucke

 

 

 

 

 

 

 

Medicinal

Contra

Dec. int.

Lozano ([1733] 1874)

 

“Azafrán alazor”,

 

ictericia

 

“Cártamo”,

 

 

 

Carthamus

“azafrán de

 

Colorante

Flores

 

tinctorius L.

Indias”, “azafrán

“falso azafrán”

 

Lozano ([1733] 1874) y

 

paracuario”

 

Alimenticio

amarillo de

tostadas o

 

 

Dobrizhoffer ([1784] 1967)

 

 

 

 

comidas

cocidas?

 

 

 

 

 

Cynara

 

 

 

Cultivado en

 

 

 

 

 

la reducción

 

 

cardunculus L.

 

“Alcachofa”,

 

 

Paucke ([1776-1778] 1944)

“Cardo hortense”

Agricultura

de San

 

var. scolymus

 

“alcaucil”

 

Javier (pcia.

 

 

(L.) Fiori

 

 

 

 

 

 

 

 

de Santa Fe)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Cardo”, “cardo

Alimenticio

Crudo

Tallos

Paucke ([1776-1778] 1944)

 

 

de Castilla”,

 

 

 

 

 

 

 

Alimenticio

Cocidos

Tallos

Paucke ([1776-1778] 1944)

Cynara

 

 

Medicinal

 

 

 

cardunculus L.

“Cardo”

“cardo de

Medicinal

var. sylvestris

 

(Lam.) Fiori

 

comer”,

 

 

 

“cardón”

Combustible

 

 

 

 

 

 

Forraje

Galactogogo Dec. int. de su Paucke ([1776-1778] 1944) parte aérea

Expectorante Dec. int. de su Paucke ([1776-1778] 1944) parte aérea

Leña

Parte aérea

Paucke ([1776-1778] 1944)

Porcinos

Raíces

Paucke ([1776-1778] 1944)

 

Fauna

Alimento de

Raíces

Paucke ([1776-1778] 1944)

 

jabalíes

 

 

 

 

PapaveraceaeEn la obra de Montenegro

 

 

 

 

 

Contra

 

Montenegro ([1710] 2007);

 

Medicinal

Parte aérea?

Lozano ([1733] 1874) y

Argemone

cefalalgias

 

 

 

Dobrizhoffer ([1784] 1967)

subfusiformis “Cardo santo”

“Cardo santo”

 

 

Montenegro ([1710] 2007);

G.B. Ownbey

Medicinal

Contra

Parte aérea?

 

amnesia

Lozano ([1733] 1874) y

 

 

 

Dobrizhoffer ([1784] 1967)

 

 

 

 

 

 

 

 

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Fig. 3. Cynara cardunculus. A-D: Cynara cardunculus var. sylvestris (“cardo de Castilla”). A: Población. B:

Planta. C: Hoja. D: Capítulos. E-F: C. cardunculus var. scolymus (“alcaucil”). E: Parte apical de una hoja. F:

Capítulos. Fotos: Diego G. Gutiérrez (A-D) en Azul (prov. Buenos Aires), Vanesa Perrotta (E) en La Plata (prov. Buenos Aires) y María Cristina Mondino (F) en Rosario (prov. Santa Fe).

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diSCuSión y ConCluSioneS

Los datos sobre el cultivo y utilización de los “cardos” mencionados e ilustrados por Paucke podrían ser interpretados a la luz de lo que se conoce como “etnobotánica misionera”, según la fórmula concebida por Scarpa & Anconatani (2017). Esto es, la concepción que sobre dichas plantas poseían los misioneros jesuitas en ese entonces, así como de su cultivo. En efecto, los criterios empleados en la elección de los cultivos utilizados en las parcelas agrícolas de las reducciones aborígenes administradas por los religiosos, respondían básicamente a abastecer de alimentos y otros recursos básicos reputados como “necesarios” para los nativos. Sin embargo, su

selección dependía de que a los pueblos originarios les satisicieran, a in de tornar sustentable no solo

la práctica misma de la agricultura (inédita para pueblos cazadores-recolectores como los moqoit de Paucke), sino sobre todo como acicate para propiciar que los aborígenes no abandonaran la reducción y volvieran a internarse en lo profundo del bosque chaqueño. Incluso, los jesuitas comenzaron a plantar especies silvestres que los nativos utilizaban tradicionalmente en su alimentación como forma de promover que estos se mantuvieran dentro del espacio misional. Un ejemplo de ello es que Paucke llegó a cultivar Cynophalla retusa (Griseb.) Cornejo & Iltis (Capparaceae; “poroto del monte”, “fasoles”) con el objetivo de que espaciaran sus prácticas de caza-recolección (Rosso, 2012).

La conceptualización de los misioneros jesuitas (e.g. Paucke y Montenegro) sobre la categoría “cardo” incluía toda planta herbácea con espinas, tanto a las especies exóticas introducidas (e.g. Cynara cardunculus) como a las americanas pertenecientes a las familias Bromeliaceae y

Apiaceae del género Eryngium, tal como explícitamente lo reieren estudios previos (Rosso

&Scarpa, 2012). Esto último, sumado a la gran signiicación que las especies de Bromelia tenían en todas las culturas aborígenes del Chaco (incluida la moqoit) como recurso textil y alimenticio, conjuntamente a que el consumo de sus bases foliares carnosas (al igual que la de los “alcauciles”) constituyen un ítem muy valorado de su culinaria tradicional (Rosso & Scarpa, 2017), permitiría

inferir que estos podrían haber sido seleccionados para su cultivo a los ines de satisfacer en las

mismas misiones la necesidad de los pueblos originarios de abastecerse de los “cardos salvajes” en el monte chaqueño.

Respecto al trabajo de Montenegro ([1710]

2007) resulta muy sugerente que ningún “cardo” igure en el cuerpo principal de la obra donde cada

una de las plantas son tratadas e ilustradas en detalle y solo se mencionen muy brevemente hacia el inal

de la misma. Debido a que está demostrado que

esta obra sufrió agregados que resultan posteriores a 1750, por su ubicación hacia el inal del texto

y por no responder a la estructura principal del manuscrito, estimamos que la temporalidad de dichas citas sería la misma que los añadidos (Arata, 1898; Scarpa & Anconatani, 2019). En relación a la entidad mencionada en esta obra como

“cardo santo” y en nuestro trabajo indentiicada

como Argemone subfusiformis, dicha asociación reforzaría citas antiguas posteriores sobre registro y usos sudamericanos de especies del género Argemone (Azara, 1809). Argemone subfusiformis es una especie cosmopolita y presenta una amplia distribución en América del Sur alcanzando el centro de la Patagonia (Ownbey, 1961; Pérez- Moreau, 1984; Petenatti & Del Vitto, 2001; Zuloaga et al., 2008). Esta especie se caracteriza por ser maleza (Marzocca, 1986; Fernández et al., 2016) con un registro de presencia y utilización en la zona referida por Montenegro sumamente difundidos (Hieronymus, 1882; Sorarú, 1976; Toursarkissian, 1980; Barboza et al., 2006; Scarpa & Anconatani, 2019).

Sobre el “cardo” de Paucke identificado como Cynara cardunculus var. sylvestris (“cardo de Castilla”), cabe destacar que la especie C. cardunculus es originaria del Mediterráneo y Macronesia en ambientes costeros, habiéndose naturalizado en Australia, México, el estado de California de Estados Unidos, y en América del Sur en Chile, Uruguay y Argentina (Wiklund, 1992; Randall, 2007; Delucchi, 2008; Leak-Garcia et al., 2012; Gutiérrez & Sonnante, 2014), actualmente muy extendida como maleza (Marzocca, 1986; Fernández et al., 2016). El “cardo hortense” de Paucke, que corresponde a C. cardunculus var. scolymus (“alcaucil”) es utilizada a nivel mundial como una especie alimenticia, industrial, medicinal y ornamental desde el Imperio Romano (Sonnante et al., 2007) y su cultivo se encuentra muy difundido, siendo algunos países sudamericanos (i.e.

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Argentina, Chile y Perú) importantes productores mundiales (Calabrese, 2016).

Respecto a la nueva identiicación del “azafrán

paracuario” de Paucke como la especie Carthamus tinctorius (“cártamo” o “falso azafrán”), las implicancias históricas en relación al uso e introducción de especies del Viejo Mundo son muy importantes. C. tinctorius es una especie originaria de la región Irano-turánica (oeste de Asia) que se ha extendido de forma secundaria a diferentes partes del mundo (Zhou et al., 2014). A diferencia de otras Cardueas introducidas, probablemente pueda solo considerarse como adventicia ocasional, escapada de cultivo, en el noroeste y centro-este de Argentina (Delucchi, 2002; Gutiérrez & Vilatersana, 2014).

Asociadas a las identificaciones botánicas estimadas a lo largo de este trabajo se registran varios nuevos datos etnobotánicos. Entre estos destacan los usos medicinales (cinco usos) y los alimenticios (tres usos). Estos últimos revisten especial interés dado que constituye el objeto mismo por el cual se habrían introducido las variedades de Cynara cardunculus en América del Sur y su cultivo, registrado aquí en la misión

San Javier. De esta manera se conirma que los

“cardos” nativos o introducidos fueron utilizados con fines medicinales y alimenticios durante el periodo colonial, y en particular las especies introducidas fueron rápidamente adoptadas por los pueblos aborígenes. En el caso de Cynara cardunculus y sus variedades (“alcaucil” y “cardo de Castilla”) y Carthamus tinctorius (“cártamo”), taxones actualmente cultivados, naturalizados o

adventicios en el sur de América del Sur, nuestro trabajo conirmaría el planteo seguido por varios

autores según los cuales sus ingresos a la región habrían sido como especies hortícolas, siendo las primeras Asteráceas introducidas, registradas mediante ilustraciones, para mediados el siglo XVIII en Argentina.

ContribuCión de loS autoreS

DGG concibió la presente investigación. DGG diseñó y dirigió el estudio sistemático y morfológico; GFS y CNR diseñaron y dirigieron el estudio etnobotánico y llevaron a cabo el análisis de la bibliografía etnobotánica y de cronistas históricos. Todos los autores intervinieron

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mediante una interacción crítica y trabajaron colaborativamente en la investigación, análisis y redacción del manuscrito.

agradeCimientoS

Los autores agradecen a Verónica Lema (Instituto de Humanidades, CCT-Córdoba-CONICET) por la lectura crítica del manuscrito que ayudaron a mejorarlo notablemente. Al personal de los herbarios BA, BAA, BAB, BAF, CORD, CTES, LP, LPAG, MERL, SI y UNR por la asistencia técnica y facilitarnos materiales o fotografías para llevar a cabo este trabajo. A Mariana Grossi, Gonzalo Marquez, Juan Rodríguez-Cravero, Miguel Quijano, Jessica Viera-Barreto y Agustina Yañez y Vanina Salgado por su ayuda en los viajes de campo. A María Cristina Mondino (FCA-UNR e INTA), Vanesa Perrotta (FCAyF-UNLP) y Julio Rivas (INTA) por facilitarnos las fotografías de Carthamus

tinctorius y Cynara cardunculus var. scolymus. El trabajo fue inanciado por el Consejo Nacional de Investigaciones Cientíicas y Técnicas (CONICET;

PUE 22920160100098CO), y en el caso de D.G.G. además por la Agencia Nacional de Promoción

Cientíica y Tecnológica (PICT-2017-0965) y la

Universidad Nacional de La Plata (UNLP N814).

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