Criaturas en el agua hechas de plantas y plásticos

Creatures in the Water Made of Plants and Plastics

Lucía Disalvo

Universidad Provincial de Córdoba

Córdoba, Argentina

luciadisalvo@upc.edu.ar

ORCiD: 0000-0002-5917-9784 

Marcela Cecilia Marín

Universidad Nacional de Córdoba

Córdoba, Argentina

marcecimarin@gmail.com

ORCiD: 0000-0003-3144-9129 

Recibido: 01/03/2022 - Aceptado: 11/07/2022

DOI: https://doi.org/10.55443/artilugio.n8.2022.38679 

ARK: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s2408462x/a5facx1kt 

Resumen

El presente trabajo ensaya una escritura a partir de la práctica performática “Pasear: prácticas para la interacción social”, proyecto de plataforma Preludio radicada en el Centro de Producción e Investigación en Artes (CePIA) de la Universidad Nacional de Córdoba (convocatoria CePIAbierto 2021). La propuesta “Pasear…” consiste en hacer una caminata o paseo colectivo por un fragmento de la orilla del río Suquía de la ciudad de Córdoba. Esta acción se activa a través de una serie de pautas e invitaciones que mantiene a lxs integrantes del grupo de paseantes conectadxs entre sí; y, al mismo tiempo, estas pautas están atravesadas, hacen uso y  ponen en juego restricciones y protocolos establecidos por el gobierno para el cuidado sanitario.

Partimos del trabajo colaborativo entre dos proyectos “Pasear…” e “Imaginaciones artísticas en torno a los fines y resurgimientos” y buscamos abrir un precario espacio intersticial de escritura en medio de caminares simpoiéticos, prácticas estéticas y políticas de desplazamiento, movimiento. En este sentido, este ensayo consiste en sostener, precisamente, un movimiento, un desplazamiento a partir de la práctica de inmersión, enunciado-consigna con el que se presenta la invitación de preludio a estos paseos, como actividad escrituraria: ¿puede esta escritura aparecer como una forma de inmersión?, ¿qué atmósfera acontece entre estxs cuerpxs en movimiento mientras caminan, mientras escriben?

Palabras clave: Pasear, Inmersión, Suelo

Abstract

The present work rehearses a writing based on the performance practice Pasear: prácticas para la interacción social, Preludio platform project (Centro de Producción e Investigación en Artes, Universidad Nacional de Córdoba). The proposal Pasear... consists of a collective walk or stroll along the banks of the Suquía River in Córdoba. This action is activated through a series of guidelines and invitations that keep the group of walkers connected with each other. These guidelines are crossed by restrictions and protocols established by the government for health care.

We start from the collaborative work between two projects (Walk and Artistic imaginations around the ends and revivals) and open a precarious interstitial space of writing in the midst of sympoietic paths, aesthetic practices and politics of displacement, movement. We rehearse the immersion, statement and slogan of Preludios's invitation to these walks, as a writing practice. Can this writing appear as a form of immersion? What atmosphere takes place between these bodies in movement, while they walk, while they write?

Key words: Walk, Inmersion, Ground


ARTILUGIO

Número 8, 2022 / Sección Seguimientos / ISSN 2408-462X (electrónico)

https://revistas.unc.edu.ar/index.php/ART

Centro de Producción e Investigación en Artes,

Facultad de Artes, Universidad Nacional de Córdoba. Argentina.

Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional



Pasear[1] 

¿Cuál es la diferencia de una caminata, de un caminar, con dar un paseo? En el Río de la Plata hay un giro útil, tan exacto, como expresivo; dar una vuelta. Pasear es dar una vuelta. Ir a dar una vuelta, eso es pasear. De modo que en el sentido mismo de la marcha está incluido el retorno; volver al inicio, al punto de partida. Se da un paseo y se vuelve. Se da una vuelta y, justamente, se vuelve. ¿Se vuelve, se regresa igual o distinto? Esa es la incógnita. En este paseo ocurre, si tenemos suerte, si tenemos valor, alguna experiencia.

Caminantes, Scott (2019)

Cada paseo colectivo aparece como una práctica que vuelve a vincular lxs cuerpxs presentes en un mismo espacio-tiempo, propiciada por consignas generales y simples pensadas para crear una comunidad efímera entre quienes participan; pasear implica cierta transformación, variación, mutación de nuestras matrices perceptivas, en coordenadas compartidas, que suspende, desarregla cierta habitualidad. En cada paseo, emergen diferentes sentidos que vienen conformando singulares experiencias estéticas.

Estos paseos son, de alguna manera, ensayos, pruebas, acontecimientos. Singularmente, cada paseo ensaya una forma de “bajar al río”, un movimiento. Monta formas de entrar y salir de este caminar y viene entramando hilos entre pies a la escucha del suelo.

Ciertas recomendaciones cuidan cada encuentro: utilizar vestimenta y calzado cómodos –en acuerdo con el clima de ese día– y protectores de sol, portar lo precisado, contar con una manta para sentarse, acostarse, cobijarse… y agua.

Cada paseo comienza con una entrada coordinada por algunx de lxs integrantes de la plataforma y termina con una conversación compartida y un escrito/registro donde pueden haber dibujos también. Circulan papeles y lápices para escribir, dibujar, garabatear; en principio, pueden no usarse celulares u otros dispositivos para fotografiar, filmar, grabar.

Esta práctica surgió como excusa para reavivar el vínculo entre las personas que integran la plataforma, luego de que hayan trabajado prácticamente dos años de manera enteramente virtual. Nos encontramos en el puente Centenario hasta Cañada, ida y vuelta. Existen diferentes modalidades: por ahora, trabajamos con paseos abiertos, con invitación al público en general, y paseos cerrados, solamente con personas que integran la plataforma; y, ocasionalmente, invitadxs de otros proyectos. Hasta el momento de escritura de este artículo, se han realizado cinco paseos, de los cuales uno solo fue abierto al público.

El primer paseo, cerrado, estuvo atravesado, singularmente, por protocolos sanitarios, más estrictos que los actuales, en espacios abiertos, además de las siguientes indicaciones: no usar celular, mantener la distancia de un metro, mantener el silencio, estar a la escucha y recepción de las acciones de lxs compañerxs y detenerse o esperar a lxs demás en el caso necesario. En este paseo, alguien se acostó cerca del río, extendió su brazo y tocó el agua. Alguien vio que un cartonero, bajo uno de los puentes, sumergía papeles y cartones en el río para humedecerlos como parte de su trabajo; singular agenciamiento papel-mano-agua.

El segundo paseo, Paseo #1, fue abierto al público y se hizo desde y hasta el mismo punto que el paseo anterior, por la misma vera. Todavía con calor, se revisitaron las mismas propuestas o pautas y lxs participantes le regalaron al proyecto sus registros escritos y dibujos en los que aparecían el agua, el paisaje, la perspectiva y la contradicción, todavía presente, entre un momento de despeje, de ocio y el contraste imposible o la pregunta sobre el río, lo que trae o lleva de desechos.

En el tercer paseo, fue invitado el Grupo Cartografías Sensibles en Espacios Públicos (CSEP), coordinado por Santiago Cao y Mercedes Chiodi, con el que se compartieron metodologías, nociones, etc. de cada grupalidad, entendiendo por contraste que Pasear:… no define ni tiene criterios cerrados. Su estructura sigue repitiéndose: misma vera, mismo fragmento, pero esta vez el caudal del río no permite el mismo recorrido; fue necesario buscar otra alternativa. El paseo toma un color diferente, el frío se hace presente, el camino está incómodo y permanecen las mismas ideas de vinculación con los sonidos y las demás personas que en el primer paseo. Y en este se empieza a notar que el caminar silencioso es parte del quehacer y se instala como deseo, a pesar de que el paso necesita ser más consciente. No está para pasear ese día… hay condiciones necesarias para el concepto pasear.

En el cuarto paseo, cerrado también, se sostuvo la pregunta y se buscó comprender su cualidad, pero cambió radicalmente la situación de lxs cuerpxs de lxs paseantes. Estxs llevan ahora kimonos de diferentes colores y una pauta específica de caminata: pasos cortos y la mirada hacia abajo. Se hace evidente para el afuera que hay una acción que está sucediendo. Sin embargo, ciertas repeticiones acontecen entre lxs paseantes y van generando un testimonio de los cambios del río; estxs se familiarizan con los movimientos de ciertos animales, el sonido del río y, por supuesto, el trayecto. En algún momento dejamos que el río escriba en algunas hojas que, con el cuerpo tendido hacia él, sumergimos. Superficie que, esta vez, sostiene esta escritura. En la vuelta, mientras caminábamos, registramos diferentes superficies y texturas de distintas materialidades que encontramos a nuestro paso con la técnica de frottage sobre el papel. Algunos de estos registros aparecen, como imágenes, en esta escritura.

Imagen 1: Frottage colectivx realizado en uno de los paseos (2022). Córdoba, Argentina.
Fotografía de Pati Caro.

Imagen 2: Frottage colectivx realizado en uno de los paseos (2022). Córdoba, Argentina.
Fotografía de Pati Caro.

Quinto paseo, también cerrado, consistió en dejar que vuelvan a la memoria y al cuerpo las distintas experiencias transitadas, con la diferencia de comenzar entrando en contacto cuerpo a cuerpo, haciendo sentir a través del contacto las espaldas y los bordes del cuerpo. Pensar en el agua, en nuestra agua y moverla, batirla, hacerla circular por los rincones y recodos del cuerpo. Sin hablar, porque el bebé todavía cantaba para dormir, las pautas se pasaron de mano en mano con unos papelitos. Misma vera, mismo fragmento, la sensación de ver menos árboles y más intervención del espacio. Apareció la esperanza cuando volvieron las aves con el mismo conflicto.

Preparación del paseo

El paseo no tiene nada de improvisado, mantiene unos acuerdos preestablecidos y una organización determinada. Aunque las condiciones son las que delimitan el material con el que trabajamos, también el deseo de reencuentro y la sensación post-paseo son las que mantienen el trabajo y las citas.

Preparar el paseo implica saber lo que se puede realmente y lo que no se puede, producto de nuestras modalidades y horarios laborales, nuestras vivencias personales, pero también de las condiciones del espacio físico y de aquellas que nos proporciona el entorno en cuanto a la seguridad de lxs cuerpxs. No se sale a pasear por cualquier lugar del río, se elige, hasta ahora, siempre el mismo punto de salida y de retorno en horario diurno, teniendo en cuenta el clima y las condiciones previamente mencionadas.

Se prepara un principio, un momento intermedio y un final. Un inicio en donde calibrar las energías de todxs lxs participantes, un momento de contemplación y un cierre circular de escritura y charla.

De algunos registros salen las preguntas: ¿cómo paseamos?, ¿paseo turístico, paseo para acunar a un bebé?, ¿paseo para mantener una conversación tranquila e íntima?, ¿hay una técnica de paseo?, ¿es un deambular? De esta práctica de salir a pasear por los jardines de los palacios o del paseante citadino pensador, ¿queda algo en la memoria?

Parecería que esta acción no tiene nada de preparación ni esfuerzo físico o que no lleva a ningún lado. Sin embargo, en Preludio los paseos se planifican con varias semanas de anticipación, se piensa qué, cuándo y cómo. Y cuando es el día, salir de la casa tiene otro matiz, otro color. Luego, el cuerpo es afectado y atravesado por estas sensaciones de meditación, desinfección de la sobreestimulación y la productividad, cansancio físico, en el caso de madres con hijxs, es un momento de descanso para ambxs.

Llena de preguntas, la grupalidad se suma una nueva que será: ¿qué implica pasear?, ¿es pasear una práctica artística?

pues en ese sentido de hacerlo como un arte, un arte público, una práctica consciente y recurrente, una cita periódica para dejarse conmover. Creamos en cada ocasión una práctica nueva y diferente. El espacio público se resignifica y las interrelaciones entre nosotres se afianzan. Vamos construyendo un nosotres en danza, nuestros cuerpes se afectan de un modo más liviano y amable (registro de Carmen Cachin, participante del proyecto, mayo 2022).

“El cuerpo baila con la biosfera”[2] 

Los pasos de un caminante sobre la tierra son de una ligereza infinita, un soplo sobre las piedras, la hierba o la nieve, no dejan más que un grano de arena, una huella de memoria, no una herida sobre el suelo. Tomar esas rutas terrosas conduce a seguir de cerca a la multitud de los otros caminantes y de las generaciones anteriores a lo largo de una connivencia invisible pero real. El camino es una cicatriz de tierra en medio del mundo vegetal o mineral presa de la indiferencia del pasaje de los hombres. El suelo sacudido por los innumerables pasos impresos en una ínfima duración es una marca de humanidad.

Caminar. Elogio de los caminos y de la lentitud, Le Bretón (2014, p. 38)

Postulamos pasear con otrxs como una práctica estética que abre, despliega, sentidos sensibles e inteligibles. Este andar, deambular, nómade, errático –desobrando– es fuerza sinchtónica (Haraway, 2019) que viene hollando la hierba, que arriesga una traza en el suelo (Vinciguerra, 2020); trazo que divide y dibuja una forma (Nancy, 2013), expone dibujo y narración (Careri, 2002). 

Caminar talla una memoria en la tierra, hace “huella en las nervaduras del suelo” que a veces hay que buscar “cuando la hierba y las ramas ya cubrieron el espacio” (Le Bretón, 2014, p. 37). En los pies que huellan una cartografía viviente “está la infinitesimal firma de cada caminante, indiscernible. Porque tal es la humildad del camino mil veces recorrido: inscribir la huella al tiempo que se la disimula a la mirada” (p. 37). Activa memorias trashumantes o transhumantes, si quisiéramos jugar con el término a la manera de Rolnik (2018) que resisten las velocidades en las que estamos acostumbradxs a movernos. Aparecen otros ritmos, otras maneras de pensar-con, hacer-con otrxs cuerpxs; otras coreografías i(nte)rrumpen el hábito y habitar cotidiano. Danza, movimiento, ritmos –en tensión con las gramáticas del cuerpx– se abren en el contacto y el percutir de los pies con el suelo.

la palmera, cuando hay viento, baila, las hojas bailan, si hay otra al lado se acercan… y después se apartan. Todas las fuerzas de todos los cuerpos están en relación, y esas relaciones producen efectos en cada cuerpo. Es nuestra experiencia del mundo, no en sus formas que desciframos con la percepción sino en sus fuerzas, que desciframos con el saber-del-cuerpo por medio de los afectos que son los efectos en el cuerpo de las fuerzas de la biosfera (ese gran cuerpo viviente que incluye a los humanos junto con todos los demás elementos del cosmos) (Rolnik, 2018, p. 112).

Acontecen afectos en cada paseo que, como sostiene Rolnik, se trata de efectos de fuerzas de la biosfera en el cuerpo. Algo viene, se extiende, pasa a partir de la fuerza, vibración, acontecimiento sonoro abriente que se propaga en el con-tacto y ritmo cadencia y escansión entre pies y suelo. Contar narrar y hacer cuentas con, desde los pies en el suelo, los suelos en el pie, los suelos del pie, las plantas de los pies, las plantas del suelo…

¿Cómo se afectan pies y suelos en este caminar? Cualquier cuerpo viviente es afectadx, tocadx, perturbadx por “fuerzas de la biosfera sobre nuestros cuerpos” (Rolnik en Bardet, 2018, p. 111). Si lxs sujetxs descifran el mundo por la percepción, lxs vivientes aprehenden el mundo por los afectos.[3] Entre estas dos experiencias, entre estos dos saberes, la relación es paradójica. La tensión entre ambas tiene fuerza desterritorializadora (Rolnik, 2018).

Se enredan las plantas de los pies con las plantas del suelo, pastos, yuyos, hierbas, deshechos, cemento, presentes en la tierra que pisamos, como se enredan el plástico, las ramas y las algas en medio de movimientos y velocidades del agua. Trama abigarrada entre plantas, tierra y duraciones acontece caminando. “A través del caminar, los pies que danzan tejen con el suelo, las sensaciones con una duración, cuerpos pe(n)santes sobre la Tierra” (Bardet, 2012, p. 62). ¿Cómo se disponen nuestros pies al suelo?, ¿cómo el suelo sostiene los pies? El suelo acoge el percutir de vibraciones singulares de cuerpos en movimiento.

Esta “resonancia intensiva” acontece en el contacto en el ritmo de las plantas de los pies con el suelo, con la tierra; caminar, como pulsión de resistencia, se vuelve posible desde nuestra condición de vivientes que activa “el-saber-del-cuerpo, de lo viviente, del saber-eco-etológico” (Rolnik en Bardet, 2018, p. 118).

El suelo registra, hace archivo, con las marcas que quedan de vínculos entre pies, tierra, agua, pasto, piedras, cemento, deshechos que entraman tiempos, duraciones heterogéneas. Caminar es un modo de sentir la tierra, de afectar y ser afectadx. Comunidad de movimientos posibles que inauguran estos pies en las orillas de río arriba/abajo.

Caminar, como experiencia sensible de gravedad, abre un reparto singular de pesos y ritmos entre pies, en su contacto con el suelo plano de diferenciación, de variación, de intensidades que vuelve posible un diagrama de multiplicidades de direcciones, (des)aceleraciones–. ¿Qué se abre entre el suelo y la suela de unx paseante? Caminar es una forma de pe(n)sar; podemos movernos entre pe(n)samiento y paseo “el pensamiento es dinámico. No se queda quieto, deambula, va y viene, descansa o baja el ritmo, y enseguida retoma la marcha” (Scott, 2019, p. 46); como movimiento, pensar y pasear, esperan tomar aire. “Un paseante puede perderse en el mundo (p. 26). Detenerse, tender una manta al suelo, sentarse, recostarse, reanudar el paseo, cambiar de dirección. “La experiencia tiene la forma del paseo. Brumosa, al borde del silencio, ¿de lo indecidible? Y sin embargo” (p. 44).

Desde las plantas. Pasear como modo de inmersión

La caminata no es solamente mirada, aunque la belleza de los lugares se ofrezca en profusión, es también inmersión entre las napas de los olores, los sonidos, lo táctil cuando el sendero se enfrenta de pronto con un río, un arroyo, y las manos se abandonan a la frescura del agua (…)

Caminar. Elogio de los caminos y de la lentitud, Le Bretón (2014)

¿Podemos pensar el pasear como práctica inmersiva, como gesto, como un sumergimiento? Esta pregunta apareció durante un paseo, cuando una compañera tendió su cuerpo al suelo, hacia el río, extendió su mano y la sumergió en el agua; agua tantas veces desatendida por los residuos que en ella se vuelcan. Volvió entonces una imagen, el flyer de uno de los paseos, “Inmersión: PASEO #1”.

El paseo otorga un repertorio afectivo que se declina en diferentes recorridos definidos por el humor del momento y el tiempo que hace. El paseo es una pequeña y bella escapada fuera de lo cotidiano, pero siempre bajo su égida, no tiene la solemnidad de la travesía ni su compromiso físico. No está fuera de los territorios familiares, permanece en lo conocido y tiene a mano la posibilidad de retorno en caso de lluvia (Le Bretón, 2014, pp. 121-122).

Pasear es levitar. Los paseantes no tocan el suelo. Se elevan, pero no vuelan: sobre-vuelan, planean. La digresión, los meandros de la cabeza son el dibujo de sus pasos (Scott, 2019, p. 25).

El paseo i(nte)rrumpe cierto ritmo de lo cotidiano. Puede pensarse como “una respiración entre varias actividades” (Le Bretón, 2014, p. 119). Pasear solicita suspender exigencias de velocidad, improvisa, juega, arriesga movimientos con la geografía que, esta vez, ocupan estos pies. Como acción singular y colectiva, toma el tiempo que falta; se sumerge en el instante que pasa; resiste en la lentitud del detalle que se vuelve mundo, en la escucha desde pies sensibles, también, a las variaciones climáticas. ¿Cómo sienten nuestros pies descalzos la orilla de cemento del río?; deambulan en “la alternancia de la observación de lo inmenso y lo pequeño” (p. 46). De repente, paseamos por una huella apenas trazada, desaparecida bajo la vegetación, la crecida del río, las lluvias, las máquinas; paseamos por tierra endurecida por numerosos pasajes: trazas salvajes que mutan en la tierra (Scott, 2019).

Impresiones, emociones, inscripciones diferentes impregnan, impulsan cada paseo singular. ¿Cómo huele el río esta vez?, ¿está más cálido o más frío el cemento, esta vez?, ¿alguien recuerda cómo se dibujaban, en el suelo, las sombras de los árboles en el paseo de diciembre, a media mañana, mientras caminamos casi por el mismo sitio, río arriba, en mayo? Entre los paseos se viene tejiendo una trama desde la potencia narrativa de estas plantas –de/desde estos pies, de/desde estos suelos– que vienen juntando, enredando, mezclando, perdiendo materia con las cuales contar historias (Haraway, 2019).  

Según Coccia (2017), las plantas –paradigma de la inmersión– son hacedoras de una atmósfera; sus hojas son el “laboratorio climático” que vuelve respirable el mundo. Nuestro trabajo interroga cierta manera de estar-hacer mundo que acontece desde las plantas de los pies en el suelo.

El estar-en-el-mundo de las plantas reside en su capacidad para (re)crear la atmósfera. Desde un cierto punto de vista, el viviente mismo –cualquiera sea el orden y el reino al que pertenezca– es considerado en función del tipo de atmósfera que produce, como si estar-en-el-mundo significara sobre todo “hacer atmósfera” y no a la inversa (p. 53).

Pasear acontece “como una respiración” (Le Bretón, 2014, p. 23); viene a dar aire, movimiento, al orden de lo cotidiano; sopla, mueve, suspende, mixtura. Según Coccia (2017), “todo soplo es la evidencia del hecho de que estar-en-el-mundo es una experiencia de inmersión” (p. 59). Respirar, desde y con la planta de los pies, puede ser una forma de estar en el mundo, una forma de hacer mundo, hacer atmósfera, compartir un mismo soplo, una experiencia de inmersión: “Respirar significa estar sumergido en un medio que nos penetra del mismo modo y con la misma intensidad con la que nosotros lo penetramos. Todo ser es un ser mundano si está sumergido en lo que se sumerge en él” (p.  59)… como sumergidas han sido las hojas sobre las que se escribe este trabajo.

Volver descalza río abajo, sentir con la piel de la planta de los pies, frotar, con papel y lápiz la rugosidad del empedrado o de la corteza de algún árbol; a veces el frío, a veces el calor del cemento, la humedad del pasto y hierba que, a pesar de tanta suciedad y contaminación, crece en los márgenes, en medio de. “La resistencia hoy consiste en reconectar lo más posible con nuestra condición de viviente, activar nuestro saber-de-viviente, saber-de-cuerpo” (Rolnik, 2018, p. 112). ¿Podrían nuestros pies, como tejido conectivo, aprender con las raíces de las plantas, a tender hacia lo bajo “hacia lo geológico de la vida” y hacer del pie un medio especular que permita reunir en la experiencia de su soplo “la tierra y el cielo, la piedra y la luz, el agua y el sol”? (Coccia, 2017, pp. 82-83).

En esta orilla

El río es voz

que no

calla.

¿Qué se abre

       en el lenguaje de

                  las aguas?

Río herido, Catrileo (2018)

¿Dónde comienza y termina un río? Se le llama Suquía a ese cuerpo de agua que se extiende desde el Dique San Roque hasta Mar Chiquita. En su paso por la ciudad de Córdoba, recoge aguas del arroyo El Infiernillo y La Cañada. Sin embargo, este espaciamiento sonoro que atraviesa, acelerado y laberíntico, sierras, valle y la llanura espesa, “arrebata la forma” y excede la distribución asignada en un mapa.[4] Entre pies, ríos, suelo se viene tejiendo una memoria oral, musical, desde lxs cuerpxs, humanos y no humanos, ancestral.[5] Su nombre es traza de resistencia comenchingona-camiare, urbana y serrana, superviviente, a pesar de, contemporánea de otras resistencias que se acomunan y compostan en su cuenca. El agua mueve memorias, luchas y sedimentos de otras geografías. Hendidura resonante, materia vibrante, susurro que canta y cuenta historias de lavanderas comenchingonas,[6] de mujeres inmigrantes cocinando,[7] de cartonerxs mojando papel; historias entre otras historias que acontecen en sus orillas, en sus islas.

Lo que resuena también es grito[8] de resistencia frente a los daños producidos por contaminación. El río está afectado por deforestación, incendios forestales, extracción de áridos, basurales a cielo abierto, agroquímicos, residuos cloacales e industriales no controlados.

El río, él, no tiene sujeto. Cuando la vida se encuentra amenazada, cuando el río siente los efectos de esas fuerzas destructivas en su vitalidad, inmediatamente inventa sus maneras de seguir, bajo otra forma, transfigurándose, creando otro lugar, de otra manera; el río cumple así el destino de la vida, que en su esencia es un proceso de transfiguración para seguir perseverando. Es esa fuerza de perseverancia que define la vida, lo que Spinoza llama conatus (Rolnik, 2018, p. 114).

El rio susurra,[9] mezcla, arrastra, erosiona, sedimenta, desde abajo, historias anacrónicas de pérdidas y resistencias. ¿De qué otros fines y resurgimientos es contemporáneo el río Suquía?

Imagen 3: Frottage colectivx realizado en uno de los paseos (2022). Córdoba, Argentina.
Fotografía de Pati Caro.

Imagen 4: Frottage colectivx realizado en uno de los paseos (2022). Córdoba, Argentina.
Fotografía de Pati Caro.

Referencias

Bardet, M. (2012). Pensar con mover. Un encuentro entre danza y filosofía. Buenos Aires: Cactus.

Bardet, M. (2018). Excursus ¿Cómo hacernos un cuerpo? [entrevista a Suely Rolnik]. En V. Gago et al., 8M Constelación Feminista ¿Cuál es tu lucha? ¿Cuál es tu huelga? Buenos Aires: Tinta Limón.

Careri, F. (2002). El andar como práctica estética. Barcelona: Gustavo Gilli.

Catrileo, D. (2020). Río herido. Santiago de Chile: Edicola.

Coccia, E. (2017). La vida de las plantas. Una metafísica de la mixtura (G. Milone, trad.). Buenos Aires: Miño y Dávila.

Haraway, D. (2019). Seguir con el problema (H. Torres, trad.). Buenos Aires: Consonni.

Le Bretón, D. (2014). Caminar. Elogio de los caminos y de la lentitud. Buenos Aires: Waldhuter.

Nancy, J-L. (2013). La partición de las artes. Valencia: Pre-Textos.

Schafer, M. (1976). El mundo del sonido, los sonidos del mundo. París: El Correo de la UNESCO.

Scott, E. (2019). Caminantes. Buenos Aires: Godot.

Vinciguerra, L. (2020). La semiótica de Spinoza. Buenos Aires: Cactus.

Videografía y multimedia

Apontes, A. (Dir.) (2011). Un día, todos los días [documental]. Argentina: Secretaría de Extensión - Universidad Nacional de Córdoba (Programa Derecho a la Cultura). Recuperado el 29/08/2022 de https://youtu.be/oF4AuUiKFXE.

Bazán, C. (2015). Isla de los patos (Historias de agua) [paisaje sonoro]. Recuperado el 23/10/2020 de https://soundcloud.com/claudio-bazan/isla-de-los-patos-historias-de-agua.

de la Cadena, M.; Vicuña, C. y Marambio, C. [The Museum of Modern Art] (2020, 9 de septiembre). Cumbre Aconcagua (the Aconcagua summit) | Part 3 | La memoria del agua (The Memory of Water) | MoMA. [video de conferencia virtual]. Recuperado el 29/08/2022 de https://youtu.be/C-zuzTCibeo.

Dunayevich, A. (Dir.) (2021). El Grito del Suquía [documental]. Argentina: El Camboyano Producciones y la Asociación Civil El Ágora. Recuperado el 29/08/2022 de https://youtu.be/BxBRxbxnZEY.

Freytag, L. (Dir) (2010). Ser comechingón. Un documental sobre la identidad de un pueblo y su reconocimiento [documental]. Argentina: Luciana Freytag Producciones audiovisuales.  Recuperado el 29/08/2022 de https://youtu.be/1YfR3XPhs0w.

Ludueña. D. J. (Dir.) (2021). Canchira, la huella del Comechingón [documental]. Argentina: Área Audiovisual de la Prosecretaría de Comunicación Institucional de la Universidad Nacional de Córdoba / Proyectos de Transferencia de Resultados de Investigación y Comunicación Pública de la Ciencia (ProTRI) - Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Córdoba. Recuperado el 29/08/2022 de https://youtu.be/lY-SXtVnUKU.

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Biografías

Lucía Disalvo

Su quehacer artístico se desarrolla en torno a la danza desde 2006 cultivando diferentes formas y roles dirección, interpretación, docencia, en trabajos y procesos de creación independientes y colaborativos en la ciudad de  Buenos Aires y, desde 2016, en Córdoba junto a artistas locales. Participó en festivales nacionales e internacionales, recibió becas y subsidios para el desarrollo de sus propias creaciones, entre las cuales se destacan Sopla, La Pelota y Cavar, esta última, beneficiada con el  Fondo Estímulo de la Municipalidad de CBA 2019, Beca FNA 2018 y Nominada a los Premios Provinciales de Teatro 2021. Actualmente forma parte del equipo Cabra Cru, un espacio de formación en danza llamado Mecánicas al Borde e integra la Plataforma Preludio.

Marcela Cecilia Marín

Correctora Literaria, Licenciada en Letras Modernas y Doctora en Letras (FFYH-UNC). Becaria doctoral (2012-2017) y posdoctoral (2018-2021) CONICET. Desde 2019, es profesora asistente en Teorías de los Discursos Sociales II, Escuela de Letras, FFYH-UNC. Desde 2020, cursa la Maestría en Estéticas Latinoamericanas Contemporáneas UNDAV. 

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Cómo citar este artículo:

Disalvo, L. y Marín, M. (2022). Criaturas en el agua hechas de plantas y plásticos. Artilugio Revista, (8). Recuperado de: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/ART/article/view/38679.



[1] Las autoras del artículo forman parte de los siguientes grupos de investigación:

Lucía Disalvo: “Pasear: Prácticas artísticas para la interacción social”, Plataforma Preludio [proyecto de investigación artística (Convocatoria CePIAbierto 2021)].

Directora: María del Carmen Cachin
Responsable: Mariana Saur Palmieri
Encargada técnica: Gal Sanhueza
Integrantes: Talma Salem de Oliveira, Mariano Villalva, Lucía Disalvo, Micaela Moreno Maglian, Natalia Melanie Passardi
Consultor externo: Óscar Cornago Bernal

Marcela Marín: “Imaginaciones artísticas en torno a los fines y resurgimientos” [proyecto de investigación artística (Convocatoria CePIAbierto 2021)].

Directora: Marcela Cecilia Marín

Co-Director: Belisario Zalazar

Integrantes: Marcelo Silva Cantoni; Sofía Juárez

Consultor externo: Pablo Méndez

[2] Rolnik, 2018, p. 111.

[3] “Los saberes-del-cuerpo, que llama también saberes eco-etologicos, son los que permiten seguir cuando dos tipos de experiencias de nuestra subjetividad entran en tensión: la del sujeto que descifra el mundo por medio de la percepción, y la del viviente que somos, uno entre tantos otros en la biosfera, en la que aprehendemos  el mundo por los afectos. Afectos no en el sentido de cariño, sino en el sentido de ser afectado, perturbado, tocadx, precisa Rolnik, es decir los efectos de las fuerzas de la biosfera sobre nuestros cuerpos” (Rolnik en Bardet, 2018, pp. 114-115).

[4] “El espacio acústico no es el espacio visual o físico. No se le puede poseer, tampoco delimitar en un mapa. Es un espacio compartido, una posesión mutua de la que todos los habitantes reciben señales vitales. Se le puede destruir fácilmente produciendo ruidos invasores o irreflexivos” (Schafer, 1976, p. 8).

[5] Véase la conferencia virtual La memoria del agua (The Memory of Water), parte de la Cumbre Aconcagua (the Aconcagua summit), organizada por el MoMA (de la Cadena, Vicuña y Marambio, 2020): https://youtu.be/C-zuzTCibeo.

[6] Véase los documentales Canchira, la huella del Comechingón (Ludueña, 2021): https://youtu.be/lY-SXtVnUKU;  y Ser comechingón. Un documental sobre la identidad de un pueblo y su reconocimiento (Freytag, 2010): https://youtu.be/1YfR3XPhs0w.

[7] Véase el documental Un día, todos los días (Apontes, 2011): https://youtu.be/oF4AuUiKFXE.

[8] Véase el documental El Grito del Suquía (Dunayevich, 2021): https://youtu.be/BxBRxbxnZEY.

[9] Escúchese el paisaje sonoro Isla de los patos (Historias de agua). (Bazán, 2015): https://soundcloud.com/claudio-bazan/isla-de-los-patos-historias-de-agua.